Primera noche

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Giró la llave, escuchando un "clic", para después dejar paso a sus compañeros de piso con sus cosas. Se sorprendió mucho al principio al ver la cantidad de cajas que llevaba Deku-kun, ni ella tenía tantas y eso que se había traído casi todo su armario, decoración y productos de belleza. No solía llevar maquillaje, pero nunca debía de faltar un bálsamo labial para los días con viento y las cremas para el cuidado de la piel. 

Dejando eso de lado, dejó pasar a Iida con sus grandes cajas mientras ella sostenía las suyas con una mano y jugaba con las llaves en la otra, era bueno tener un quirk de Zero Gravity para este tipo de casos.

–¿Iida-kun, cuando dijiste que iba a llegar Todoroki-kun con sus cosas? –preguntó el de cabello verde dejando la última caja dentro de su habitación.

–Me acaba de mandar un mensaje diciendo que ya está de camino con su hermana mayor ayudandole –informó al de pelo verde alzando un poco la voz para que lo pudiera escuchar –.¿Uraraka, podrías ayudarles a subir las cajas cuando lleguen abajo? –preguntó a la castaña, la cual asintió mientras dejaba su montaña de cajas para luego bajar por las escaleras en dirección a la entrada del edificio.

–¡Todoroki-kun! Déjame eso –dijo la fémina mientras hacia una reverencia como saludo hacia Fuyumi, pues ya la conocía de anteriores trabajos hechos en casa de los Todoroki.

–No había ninguna necesidad de hacerlo, pero gracias Ochako-chan –agradeció la mayor con una sonrisa–. Bueno, os dejo. Ten cuidado con lo que haces. ¿Entendido Shoto?

–Entendido. Vamos, Uraraka-san –dijo el bicolor, para a continuación entrar en el edificio seguido de la castaña, quien se estaba despidiendo de Fuyumi.

Luego de una horas de organización por toda la casa decidieron tomar un pequeño descanso viendo una película en el ordenador de Iida, pues era el único que tenia Netflix.

–¿Alguno de vosotros ha visto la del León, La Bruja y El Armario? –preguntó Uraraka, recibiendo como respuesta la mano levantada del de iris verdes.

–No me importa volver a verla si elegimos esta –Y ya con la película puesta, un fuerte de sábanas, unas palomitas y Midoriya con su móvil, empezaron a ver la película.

En algún momento de la tarde, el bicolor se levantó de su sitio al lado de Iida y sin que nadie se diera cuenta, sacó una foto de sus compañeros. Al día siguiente compraría un marco para decorar el salón.

Ya llegada la noche cada uno se fue a dormir a su respectiva habitación.

Durante la noche Todoroki se despertó sediento, por lo que fue a por agua a la cocina.

Creyó que era su imaginación o que aún seguía durmiendo en su cama al ver algo salir volando por la ventana.

–Espero no estar alucinando.

Y no, no estaba alucinando ni nada por el estilo. Lo que salió por la ventana era Uraraka.

El de cabello bicolor intentó atraparla, pero no estaba lo suficientemente cerca para poder conseguirlo. Se puso a pensar una estrategia de rescate y luego de unos segundos le vino una idea a la mente.

–Esperemos que funcione –murmuró asomándose por la ventana. Quizá habría sido mejor que vivieran el el primer piso, porque en un cuarto piso era muy complicado para hacer ese tipo de cosas. Cogió aire y creó una tabla de hielo en dirección a la castaña voladora, intentando no caerse al vacío en el intento.

–¿Qué rayos? ¿Porqué estás allí? –El de iris diferentes casi tropezaba del sobresalto al escuchar a otra persona a parte de él. Midoriya despeinado y con cara de muerto viviente miró a su compañero extrañado.

–Hay un pequeño problema con Uraraka... –informó desde la mitad de la construcción de hielo–. Creo que deberías ir a avisar a Aizawa-sensei.

Y eso es lo que hizo el de cabello verde. Dos minutos más tarde Aizawa ya había atrapado a Uraraka con su arma de captura e intentaba meterla dentro del apartamento, siendo ayudado por Todoroki y su andamio de hielo.

Dada la situación, a los tres despiertos se les escapó una ligera risa. Tendrían que encontrar alguna forma de que Ochako no saliera flotando, pero eso ya lo pensarían al día siguiente.

–¿Qué ha pasado? –preguntó Ochako somnolienta y algo desconcertada.

–Nada, solo estabas dando un paseo nocturno por el aire libre –informó Todoroki con parsimonia y un toque cómico.

Uraraka le miró, luego miró sus manos y volvió a fijar su vista en Todoroki, todo con cara de poker face.

–Sabía yo que algo me había olvidado en casa... –murmuró poniéndose las manos en la cara con cansancio–. Esto me pasa por no acordarme de los guantes.

–¿Guantes? –cuestionó extrañado el de iris esmeraldas.

–Muchas veces cuando duermo activo mi kosei en mi misma y empiezo a flotar sin darme cuenta. Por eso mismo es que tengo esos guantes, anulan mi kosei mientras los llevo puestos y puedo dormir tranquila –explicó para luego suspirar. 

Al día siguiente Todoroki y Midoriya fueron a casa de los Uraraka a coger los guantes de su compañera y a comprar el marco para la foto que hizo el primero el día anterior. La castaña al recibir sus guantes les abrazó fuertemente y les agradeció, todo con un sonrojo.

Deku se fijó en el estado de los guantes. Estaban muy desgastados y descoloridos, además de que comparados con las manos de Uraraka, los guantes eran muy pequeños. 

Sonrió, ya sabía que regalarle para su cumpleaños.

Entre koseis y risas  [Izuocha]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora