Apenas llevaban dos semanas viviendo juntos e Iida estaba MUY preocupado por sus camisetas. En su armario apenas quedaban dos camisetas de las casi veinte que había traído y no tenía ni la menor idea de donde estaban. Fue como si la tierra de las hubiera tragado luego de meterlas en la lavadora, o eso es lo que el pensaba.
Como si fuera pan de cada día cada uno de los tres compañeros del de gafas decidieron que, como ya era hora de entrenar, ir a ponerse sus queridas, no tan suyas, camisetas holgadas.
Ochako una camiseta oscura, Izuku una camiseta blanca y Shoto una azul marino de manga corta.
Deku sabía desde el principio que en algún momento Tenya se daría cuenta de que eran unos ladronzuelos, pero no que tardaría tanto en verlo.
Ya había pasado tres veces delante suya buscando su ropa en la sala de entrenamiento y no se fijó en que llevaban puesto esos tres.
Midoriya en su mente decía que ellos no tenían la culpa de que el delegado de clase fuera el más corpulento y que sus camisetas fueran tan cómodas. No señor, ellos no eran culpables.
Uraraka había momentos en los que se tenía que morder la lengua para no explotar a carcajadas en las narices del portador de gafas. Mientras que Todoroki estaba la mar de bien con su gran adquisición.
No obstante, cuando a Iida ya se le acabó la paciencia fue a preguntarles a sus compañeros sobre el paradero de las pobres y secuestradas camisetas.
–Escalofriante –respondieron al unísono los tres tapándose la gran sonrisa los dos bajitos, mientras que el heterocromático solo escondía su casi imperceptible risa.
–Puede que Kurogiri las haya robado... –especuló la castaña con un tono bromista mientras hacia levitar a Todoroki.
–O que las polillas se las hayan comido... –comentó con su característica seriedad el bicolor flotando.
–O puede que la lavadora las desintegrarse –dijo murmurando para no reír el de orbes esmeralda. Este estaba levantando pesas.
–Es que no tiene sentido, han desaparecido de la nada. ¡Seguro que están en alguna parte! –dijo ya con desespero el de cabellos oscuros.
Como si una fuerza maligna le acabara de girar la cabeza como la niña del exorcista, el más alto se giró en dirección a sus compañeros y analizó lo que veía delante suya. Hubo un silencio después de eso.
Y empezaron las risas más la persecución por recuperar las camisetas de Iida. Duraron un poco hasta que se tranquilizaron y, cuando lo hicieron, cada uno se fue por su lado para ducharse. Claro que Iida luego se ocuparía de la colada, se tenía que asegurar de que sus camisetas volvían sanas y salvas a su armario.
Más tarde el querido Izuocha estaba boca abajo en el sofá viendo una película de fantasía. Iida estaba acabando de poner la mesa para la cena, mientras que Todoroki estaba acabando de ponerse el pijama luego de la ducha, o mejor dicho, ropa vieja que usa para dormir, que flojera le daba ir a comprarse un pijama.
–¿Qué hacéis así tirados? –preguntó Iida pasando por detrás del sofá, acababa de recibir un mensaje y su teléfono se encontraba en su habitación.
–Ver la tele, esta película es interesante. ¿Podemos cenar aquí? –dijo la única fémina de la casa.
–Mientras no os pongáis a comer en esa posición, podremos comer aquí –respondió el presidente de la clase entrando a su cuarto. Al salir volvió a pasar por detrás del sofá–. Acabareis heridos de alguna forma si no os sentáis correctamente, chicos. Tened cuidado con las cabezas.
–No te preocupes Iida-kun, no pasará nada –aseguró el de cabello rizado sin dejar de mirar la pantalla. Ni dos segundos pasaron para que una de las escenas de la película les emocionara a los dos, haciendo que se movieran y que acabaran dándose una cabezazo contra el suelo a la vez.
–¿Ahora realizáis el peligro de sentarse así? –preguntó Tenya mientras se apoyaba en el respaldo del sofá viéndolos quejarse de dolor.
–¿Qué hacen tirados y casi llorando? –preguntó un recién llegado y bañado Todoroki, que aún tenía la toalla alrededor del cuello, pues no se había secado el pelo.
–Estaban boca abajo, y ya ves como han acabado –suspiró, volviendo a la cocina para traer los platos con la cena.
–Vaya par. Debe de doler –comentó indiferente. Puede que con un golpe bien fuerte en la cabeza podrían darse cuenta de que se gustaban el uno al otro, pensó esperanzado.
Pero su esperanza nos sirvió de nada, de todos modos tendrían que ayudar a esos dos. Y no se rendirían.
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Entre koseis y risas [Izuocha]
FanfictionPara mantener la seguridad de sus estudiantes, detrás de la academia se han construido apartamentos donde se separarán por grupos a los estudiantes para que vivan en territorios de la academia y como extra, que aprendan a valerse por si mismos. La e...