Voy a enamorarte {Eremika} 2°Libro

Nuevo individuo

Eren trata de protegerme... Lo que no sabe es que yo sé lo que sucede con Nicolás y quizás sea lo mejor para creer... al menos por el momento.

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- Vaya... Le daré una gran sorpresa a Mikasa... Cuanto tiempo que no nos vemos, linda.- susurró un hombre con cabellera castaña.

Jean, acababa de llegar a la capital. Se encontraba en el aeropuerto. Nadie sabía que estaba en la capital, al parecer el quiso darle una sorpresa a cierta azabache, Jean creía que la mujer mantenía sus sentimientos por su persona, bueno, eso si es que de verdad los sintió.

- Espero localizarte rápido- dijo soñador.

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- Gracias por invitarme a comer, Eren.- agradeció Misaki tomando asiento en la mesa.

- No hay que darlas, linda.- respondió Eren sonriendo.- ¿No te parece un bonito lugar?

-Precioso.- dijo la azabache mirando el paisaje.

Se encontraban en un espacio con colores verdes, debido a la hierba, los rodeaban jardines de flores y unos rios hermosos. Era una sensacion agradable escuchar a los pájaros cantar y como se sentía el sonido del arollo.

- Me encanta este lugar, y hay estas pequeños espaciones donde pones una mesa y sillas, todo en plena naturaleza.- dijo el castaño sonriendo.

- Ajá!- exclamó Misaki.- Pero, ¿por qué me has llevado a un lugar tan lejos?

- No creas nada extraño, es que este lugar me pareció perfetco para ti.- respondió Eren.-

- ¿Y eso?- rió Misaki.

- Uff.-bufó el moreno.- Ni idea...- susurró sacando una sonrisa a la mujer, ese acto le pareció tierno a Eren, se levantó de la silla y se inclinó a la azabache acercando su rostro al de ella, a escasos centímetros.- Oh, perdón...- se disculpó alejandose un poco de ella.- Estamos en un lugar público y...-

Antes de que Eren acabase de hablar, la azabache estampó sus labios suavemente contra los de él.

Al separarse los dos soltaron un suspiro. Misaki, sonrió al igual que Eren.

- Vaya... Pensé que nunca tomarías la iniciativa.- bromeó el castaño y la azabache volvió a sonreir.- Hoy te he sacado muchas sonrisas...

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- Dani, ¿a dónde vas?- susurró Carla.

- ¿Eh?

El niño rubio estaba a punto de salir de por la puerta de la gran casa pero su hermana pasaba por ahí cerca y vió a Daniel.

- ¿Por qué tienes una mochila y las llaves de casa?- cuestionó Carla asustada.

- C-carla... No tenías que verme...- respondió el rubio.

- ¿Piensas escapar?- preguntó la niña.

- Y-yo... - tragó seco.- pensaba ir a ver a mi mamá... Papá no me lleva... Él me promete hacerlo pero, ¡no lo hace! Carla, yo tambien quiero ber a mi mamá, necesito verla, hace años que ella, ni yo, nos vemos.

- Es tan repentino... Pero, Dani, piensa, por favor,  preocuparás a papá si te vas!

- Carla, déjame irme.-pidió el niño.

- ¿Qué está sucediendo aquí?- se oyó una voz nueva.

- Abuelita...- susurró Daniel.

- Daniel... ¿Qué haces?- preguntó preocupada.