Sentimientos

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— Levi...

Sus ojos se encontraban medio enrojecidos, probablemente la delataban del llanto que hace poco se hizo presente. La punta de su nariz también estaba medio roja y algo irritada.

Petra había caído de rodillas al suelo, no se había movido de delante de la puerta principal, en la cuál, por el susto que se llevó cayó a piso con un semblante confundido y nostálgico. Rápidamente sus lágrimas resbalaron por sus mejillas y por primera vez en muchos meses pudo hablar de nuevo.

— ¡Petra!— el azabache fue corriendo hacia ella mientras la abrazaba por la espalda con sumo cuidado para así ayudarla a levantarse de dónde yacía.

La pelinaranja apretó la tela de ropa que tapaba el pecho de su contrario con fuerza. Su cuerpo temblaba y sentía que si sólo se alejaba un milímetro de Levi, caería de nuevo.

— Oh, cielos...— murmuró él al tanto que acariciaba su cabello y cerraba los ojos con fuerza.— Has hablado, has hablado...— salió de sus labios en forma de suspiros, eso sólo había ocurrido en sus sueños. ¿Pero, por qué? ¿Acaso de la nada había vuelto a hablar?

Unos segundos después, la pelinaranja se removió entre los brazos del hombre, con algo de incomodidad y se plantó frente a Levi. Sus ojos color naranja deslumbran aflicción pero había un destello de alegría en ellos, no obstante, el Ackerman no lograba entender que sucedía ahí.

— Petra, ¿Qué hacías en el suelo?— interrogó Levi mientras posicionaba sus manos en los hombros de la menor y fruncía el ceño con preocupación. Ella estaba embarazada y eso lo atemorizaba.

— E-eso.— intentó articular la nombrada con un semblante con muecas. Una de sus manos señaló hacia el lado izquierdo a lo que el azabache guió sus ojos para ese lado.

— ¿Qué pasa?— volvió a cuestionar pero está vez con un tono más irritado en su voz.

— A-ahí está...— murmuró ella bajando su vista al suelo. No podía ni siquiera hablar bien, menos podría explicarle la situación.

— ¿Quién, Petra?— tomó el rostro de la mujer entre sus manos acunándolo con cuidado.

La pelinaranja se desprendió de las manos de su contrario mientras se dirigía al lugar dónde ella misma había señalado. Sus pasos se hicieron desesperados al igual que su respiración pesada, todo entretanto que Levi seguía analizando qué podría estar sucediendo y perseguía la figura de la mujer.

Los ojos negros de él, con matices azules se podían encontrar abiertos de par en par. Su semblante se volvió a uno de sorpresa al visualizar bien el pequeño cuerpo envuelto en unas mantas en el suelo. Su cuerpo se paralizó al momento y cada era más difícil respirar, miraba a la nada al tanto de lágrimas amenazaban con salir en cualquier segundo. Petra estaba a su lado, tan sólo se dedicaba a observar a su contrario, ella estaba tranquila pero en su interior había un gran remolino de emociones negativas que la hacían sentir mal, pero feliz al mismo tiempo, al saber que su hija estaba ahí.

Levi reaccionó al instante después de haber vuelto a ser consciente de su alrededor. Con velocidad, sus rodillas se estrellaron contra el suelo y tomó con mucho cuidado a la niña que había ahí, envuelta entre mantas.

— Ariadna...— murmuró frunciendo el ceño y apretando sus ojos mientras formaba una sonrisa de alivio y felicidad en su rostro.— Oh, es ella...

El Ackerman se levantó del suelo, todavía abrazando el cuerpo de la niña con fuerza pero siendo cuidadoso de no causarle algún daño. Él se acercó a Petra, con una mano levantó el rostro cabizbajo de la menor y sonreía cálidamente, intentado transmitir confianza y seguridad a la pelinaranja.

 Voy a enamorarte {Eremika} 2°LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora