Llamada

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Misaki se encontraba en su habitación. Hacía una semana y media que no iba a la empresa. Ella estaba abrazada asi misma, su cuarto tenía las ventanas cerradas y las persianas bajadas, estaba en oscuridad, a penas unos rayos de luz la alcanzaban.

- Mikasa.- la llamó Jean.

- No quiero hablar con nadie...- susurró la azabache pero el castaño logró escucharlo.

- Necesitas salir, estas metida allí mas de una semana y a duras penas comes.- replicó preocupado.

- Jean, déjame tranquila...- pidió la azabache des de la otra habitación.

El castaño quiso decir pero decidió mantenerse callado.

Misaki pudo escuchar como la puerta era cerrada de manera brusca.

Estaba sola en casa. Y en ese momento, en el que se encontraba sola, decidió salir de la habitación. Sus ojos se cerraron rapidamente en cuando, la luz natural que llegaba a traves de las ventanas a casa los tocaron. Unos segundos después la mujer ya podía ver con claridad.

Misaki suspiró.

- Debo volver a la empresa...- dijo decaída.

Los sentimientos de la azabache se habían pintado de un color negro. Quién iba a decir que el mismo hombre del que se enamoró sería también su tormento. Era algo inexplicable.

Misaki no sabía lo que sentía y pensaba que se había mentido mucho en su papel, ella solo venía a por Carla pero ahora le interesaba Eren.

Se suponía que no debía enanorarme.

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- Joder... ¡Joder!- exclamó Eren nervioso.

El castaño llevaba una semana muy estresada. A decir verdad, su hermosa secretaria cargaba con mucha responsabilidad pero ella no se encontraba.

Él mismo se maldecía por a ver dicho blasfemas contra su Misaki.

- Mikasa...Misaki...- susurró revolviendose el cabello frustrado.- Las dos me volveís loco... Loco en todos los ámbitos.

En menos de lo que esperaba, sus pensamientos fueron interrumpidos por el paso de la hermosa mujer que entró a la oficina.

Una azabache, iba vestida con un vestido de vuelo y de tirantes, le llegaba a los muslos, era de color negro y hacía resaltar el color pálido de su piel. Su rostro parecía a simple vista decaído, las ojeras eran notables y sus labios un poco secos, "quizás" porqué no habían sido besados por los de dicho castaño.

- Buenos dias, señor.- saludó sin ganas Misaki y se acercó a la mesa del castaño.

Esa última palabra se clavó en el corazón del moreno.

Ya no me llama por mi nombre...

La mujer dejó caer un par de carpetas en la mesa de la oficina, su mirada era neutra.

- Le he librado de este peso, ya podrá trabajar más tranquilo.- afirmó Misaki clavando sus ojos en los de Eren.

El castaño pudo sentir algo de repulsión en cuando Misaki lo miró fijamente a los ojos, esa sensación lo hacía sentir extraño y culpable.

- G-gracias...- agradeció el moreno nervioso.

Misaki asintió y se dispuso a marcharse de la oficina. Eren trato de retenerla pero las palabras see quedaron en la garganta. Una vez, Misaki estuvo fuera, Eren maldijo en voz baja.

- Necesito pedirle perdón...- susurró despacio.

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- Ariadna, hola.- saludó Armin y miraba a la niña castaña que estaba en la cuna.

 Voy a enamorarte {Eremika} 2°LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora