GUITAR BOY | KUNSUNG | SIN TERMINAR.

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Con este tema de la luz he temido conectar mi pc porque puede dañarse :( aproveché que la luz está más o menos para publicar el otro capítulo, disculpen la demora u u!!

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Las mañanas tranquilas abundaban en China y eso era lo que a Jisung más le gustaba, ya que aquello le traía bonitos recuerdos de su niñez.

Respiró profundamente, llenando sus pulmones de aquél aire extranjero pero familiar.

— ¿Qué pensarías de tu hijo, madre? ¿Estarías orgullosa de mí? — Dejó un gran ramo de flores en aquella tumba adornada de una lápida de mármol con el nombre de su madre.

Park Sooyoung

— Primeramente disculpa por no haber venido, pero creo que vives un poco lejos — Rio a pesar de las lágrimas que corrían por sus mejillas. Él creía ya haberlo superado, pero el recuerdo del rostro de su madre sonriéndole le hacía ver que no.

Sorbía los mocos que bajaban por su nariz cuando sintió una mano posarse en su hombro, se quedó estático ya que creía que en aquél lugar no había otra persona que no fuese él.

— No había visto una persona que visitara a Soo además de mí — Esa voz se le hacía tan conocida — ¿Quién eres, muchacho?

Jisung giró un poco preocupado por la persona que le hablaba, pero al verle no pudo evitar sonreír. ¿Hoy era el día para recordar su niñez o solo era casualidad?

— Señor Qian, es un gusto verlo de nuevo — Dijo, con una sonrisa en sus labios y algunas lágrimas posándose en sus ojos.

Al nombrado se le iluminaron los ojos de solo ver al hombre parado enfrente de él.

— Jisung, tanto tiempo... — Abrazó el cuerpo del contrario con mucho cariño — Estás tan grande.

— No sé cómo sentirme al respecto — Rio un poco — No estoy tan viejo.

— La última vez que te vi tenías apenas once años, muchacho, creo que sí estás viejo a comparación con aquellos tiempos.

El menor llevó una mano a su pecho y apretó los labios, asintiendo repetidas veces — Lo sé, lo sé, acepto que soy un vejestorio — Ambos rieron a carcajadas.

Jisung esperó que el señor Qian terminara de colocar flores en la tumba de su madre para poder ir a tomarse unos cafés juntos. Debía admitir que dejarla nuevamente dolía, pero no podía negarse a una invitación de café de parte del hombre que alguna vez cuidó de él como si fuese su padre biológico.