thirteen

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—¿Por qué tú tienes ese libro? ¿Por qué me invocaste, y cómo mierda lo hiciste?—gritaba. Bill me miraba fijamente, no con miedo, sino que simplemente no podía saber cuál era su estado de humor. Era confuso.

—0, por favor. Relájate. Recuerda que la última vez que te pusiste así, todo salió mal.—me decía Cinco.

—¿Qué?—pregunté, volteando a ver a 5. —¿Mal de qué? ¿De qué me hablas?

—¿No lo recuerdas?

—Cero, puedo explicarlo. Sólo necesito que te calmes. No quiero hacerte daño, ni tampoco planeaba hacer algo en tu contra. Nadie de nosotros en este cuarto lo haría.—me decía Bill, y sinceramente, eso me calmó los humos.

—Mierda, estudiarte ese libro de verdad te ayudó a poder controlarla.—dijo Stan al fondo. 5 lo volteó a ver con cara de “cierra la boca, imbécil”.

—Escúchame bien, Bill Denbrough. Sé cuándo alguien me miente y cuándo me habla con la verdad. Será mejor que me lo digas todo, porque no te gustará hablar con mi consciencia.—le dije molesta, sentía demasiada rabia en todo el cuerpo, era cómo si estuviera dentro de una tina de agua caliente.

—Lo haré, lo prometo.—me dijo lo más relajado posible, intentando calmarme.

—¿Estás segura de querer escucharlo?—me preguntó 5 en el oído. Asentí sin decir ninguna sola palabra.

—Bien... Quizá deberías entrar en mi memoria y así verás las cosas por ti misma. Creo que es más creíble así.—dijo Bill.

—¡No, Bill! Recuérdalo bien, sí tú dejas entrar en tu mente a 0...—volteé a mirarlo, mi mirada le incomodó. —Y ella dentro de tus memorias, comienza a sentirse verdaderamente mal, más específicamente una emoción demasiado fuerte, podría matarte. Bill, no la dejes entrar en tu mente.

Miré de nuevo a Bill, con palabras bastaban. Ya me había dejado entrar dentro de ella, y de igual manera, no lo necesitaba. No es la primera vez que entro a ella.

Di un fuerte suspiro y abrí una burbuja color rojo entre nosotros. Caminé hacia Bill, pero Cinco se interpuso en mi camino. Me empujó y eso hizo enojarme aún más, ¿por qué se mete?

Primero me trata como una mierda, y después se preocupa por lo que pueda hacer.

—Cero, tú no eres así. No matas a las personas.—me dijo Cinco.

5.

Tenía a Cinco tomada por los hombros, parecía que no era ella. Hace unos días ella me hablaba sobre tenerle consideración a los chicos, sobre que hay otras maneras de solucionar las cosas. Hoy luce diferente, cómo si de verdad haría las cosas bajo el costo que sea.

La burbuja comenzaba a tornarse de un color demasiado rojo, aún más potente que cuando recién la puso.

Me miraba con demasiada rabia, pareciera que contenía sus ganas de querer matarme en ese preciso momento.

“A mí me crearon para protegerlos. Yo jamás sería capaz de hacerles algo”.

—Cero...—repetí. —Podemos arreglarlo.

—Bill, ¡santa mierda!—le decía Richie a Bill. —¿Viste cómo la pusiste? ¡¿Y SÍ YA NO SE PUEDE CONTROLAR?!

Cero continuaba mirándome, sí sus pupilas comenzaban a expandirse, era una muy mala señal. Sólo tenía que saber con quién estaba hablando.

—Cinco, quítate. Tengo otros asuntos qué atender.—me dijo.

“¿Sabes lo que yo sería capaz de hacer por ti?”

Tomé por los brazos a Cero y la empuje hacia la cama. Intento zafarse, pero continuaba teniéndola en mi control. Ventajas de ser un asesino profesional.

—¡No seas imbécil, Cinco! ¡Me estás lastimando!—dijo mirándome, con la voz quebrada.

Lo siento.

—No te voy a soltar.—dije seco. —Deshaz la burbuja, Cero.—le pedí seriamente.

—No.—contestó gimiendo, intentaba safarse y no podía. —Cinco, de verdad sueltame, me estás alterando.

—Cero, ¿no confías en mí?—le pregunté, mirándola a los ojos. Con su mirada caída, lamió sus labios y suspiró. —Cero. Deshaz la burbuja.—le pedí. Sabía que esto le dolería y más que a mí, pero...
—¡Saldrán corriendo, par de imbéciles! ¡No sé quedarán mirando!—le dije a los Losers. Ellos asintieron y fueron a tomar a Bill por los brazos.

—Pero, Cero...—dijo por lo bajo Bill.

Tomé el puño de Cero y lo azoté con todas mis fuerzas en la pared. Ella soltó un grito de dolor y deshizo la burbuja, al mismo tiempo que comenzó a llorar. Me tiré hacia atrás, quizá no deberíamos estar tan cercas en estas circunstancias.

—¡AAAAAAGHHH!—gritaba 0 entre lágrimas.

Sí algún día tienen que escoger entre su vida o la vida de su propia familia, ¡tomen un maldito lápiz y encajenselo en los pulmones!”

Busqué lo que sea que fuera de mi ayuda para lo que fuera a pasar. Cero aún seguía de espaldas, así que tenía tiempo. Abrí desesperado el cajón de Bill, un maldito lápiz, lapicera, color, mierda con este chico.
Encontré una navaja. La tomé y volví a dirigir mi mirada hacia 0.

Volteó a mirarme lentamente, seguía llorando con los puños cerrados. Finalmente se paró de la cama y me miró. Sus pupilas estaban expandidas.
Lágrimas negras.
Sangre color rojo en la pared y en sus muñecas.

Es ella. Muy en el fondo, está ahí. Está siendo 50% robot, 50% humana.
Pero entre más tensión, deja de ser humana y su subconsciente manda.

“Aprendan de los demás. Después, los demás tendrán que aprender de ustedes”.

—No te quiero hacer daño, Cero.—le dije, alejándome un poco. —Sólo quiero protegerte.—dije lo más sincero posible.

—¿Por qué te alejas de mí, entonces?—dijo finalmente.

Bueno, creo que no seré un buen actor.

Sus venas comenzaron a notarse más, las venas color negro. Dejó de llorar y alzó su mano.

—¡CERO! ¡CINCO!—gritó de la nada Richie, subiendo las escaleras.

“El tiempo no es como jugar a las cartas, no se le deja a la suerte”.

Tomé las tijeras y rasgué mi panza, no sé que tan profundo lo hice, simplemente lo hice. 

0.

Dejé de tener el dolor infernal en mi cabeza y logré escaparme de mi subconsciente, sentí cómo mis ojos se enfocaban en algo: Cinco.

—¡Mierda, no, no, no!—decía mientras lloraba.

Me tiré sobre él y puse mis manos sobre la herida, no dejaba de salir sangre de su abdomen.

Sabía que Richie estaba en la puerta mirando, pero lo ignoré. Mi atención estaba fija en salvar a 5.

Con todas mis fuerzas puse mis dos manos sobre su larga herida, cerré mis ojos y empujé. Toda la energía que tenía la empujaba hacia mi hermano, así quedará yo sin ella.

Mi respiración se agotó, solté a 5 y su estómago estaba limpio de cualquier herida. Sonreí y miré a Richie, sé que estuvo todo el tiempo ahí.

—Cero.—corrió hacía mí. —Tus lágrimas... Son transparentes.—me dijo.

Me importaba una mierda que significaba eso, necesitaba caer en alguien.
Me dejé caer sobre él, cerrando mis manos en sus hombros. Richie me tomó por la cintura, formando un abrazo.

Pero mi último recuerdo es Cinco tirado en el suelo, con la manos sobre el abdomen.

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En cuanto lleguemos a 1K habrá maratón. ❣️

000 ; «Número 5»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora