maratón (3)

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Sixteen


Quizá hoy es el día.—dije con una sonrisa.

Entrecerré mis puños y abrí un portal. Comencé a invocar con todas mis fuerzas a los chicos para traerlos aquí, y comenzaron a llegar poco a poco.

Estaban llegando todos, menos 5.

—Santa mierda, ¿por qué estamos de nuevo aquí?—preguntó Richie.

—Creí que querrían estarlo.—contesté sin dejar de prestar atención al portal. ¿Dónde estás, cinco?

“Cinco... Por favor.”

Y no había respuesta.

—Bien. Iré por cinco. Parece que está enojado conmigo. Volveré pronto.—les dije.

—¿Qué? ¿¡Nos vas a dejar con Pennywise?!—lloriqueó Eddie.

—Seguimos en el presente, Eddie Spaghetti. Está muerto.—contesté y Richie empezó a reír.

—¡Hey, ese es mi apodo!

—Así que... Peleas de parejas.—me dijo Bill, justo cuando iba a irme.

—¿Qué? No, no.—contesté nerviosa. —Es mi hermano. Tonto.

—Vamos, Cero. Sientes algo más por él. Acéptalo.

—¿QUÉ? Les afectó el viaje. Tengo que irme, el tiempo no se desperdicia.—dije evitando el tema.

—Creí que a ti te gustaba Richie. Se la han pasado juntos la mayoría del tiempo y lo proteges de todos.—añadió Stan.

—Agggh.

Rodé mis ojos e hice el salto, pero me dejó en el mismo lugar.

Volví a intentarlo, pero era exactamente lo mismo.

—¿Así que, enamorada de Richie Tozier, hermanita?—me dijo 5.

—IMBÉCIL.—corrí a abrazarlo.

Por primera vez, él asintió al abrazo y enredó sus brazos en mi cintura.

Alejé un poco mi rostro de su cuello y lo miré. Sonreí, pero él no decía nada.

—Bien.—me alejé de Cinco. —¿Listos?—pregunté y asintieron.
—¿Cinco, sabes que haremos?

—Estamos conectados, Cero. Claro que lo sé.—me contestó.

—Bien.—dije y tomé una mano de Richie y otra de Cinco. —Oh, mierda. Lo olvidaba.

Chasqueé mis dedos y nos cambié de ropa.


A los Losers les puse el mismo atuendo que traían ese día.

—Que nostalgia.—dijo Stanley.

A mí y a Cinco, el uniforme de Umbrella Academy.

—Lindo.—nos dijo Bill.

—Sinceramente, ya lo extrañaba.

Reí ante lo dicho y volví a juntar nuestras manos, formando un círculo. Cinco y yo hicimos nuestra magia y nos teletransportamos a ese día, hace un año.

Soltamos nuestras manos, estábamos justo afuera de aquella casa. Escuchábamos los pasos de que estaban personas ahí dentro.

Los chicos se asustaron y se pusieron a la guardia.

—Tontos, que viajemos no se altera el tiempo. Es nuevo.—les dije y seguían sin entender. —¡Son ustedes ese día, imbéciles!

000 ; «Número 5»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora