Supongo que ahora es buen momento para recapitular lo que me ha pasado estos últimos días. Todo ha sido tan extraño que no sé muy bien qué pensar. Puede que me esté volviendo loco o que todo sea un sueño estúpido. Hasta ahora siempre me había parecido que la vida era aburrida pero no me esperaba tal cambio... Aunque no sobreviva a mañana, supongo que prefiero esta antes que la existencia insípida que llevaba antes.
Tendría que haber elegido un mejor sitio para descansar, un conducto de ventilación no es demasiado cómodo que digamos... Menos mal que no tengo claustrofobia porque parezco una sardina en lata; eso si, las telarañas y el olor a rata mojada me dan un poco de náuseas.
Comenzaré por el momento que las cosas empezaron a ponerse raras. Lunes 9 de abril de 2019. Como cada lunes tenía sueño y cero ganas de ir a clase. Sigo pensando que los lunes debería estar prohibido estudiar antes de las 10 AM. Teóricamente debería estar preparado sobre las 7, pero como siempre me suele pasar, salí tarde de casa. Cuando llegué a la estación de autobuses, el bus acababa de salir y aunque corrí tras él, el conductor siguió adelante, el muy retorcido me conoce y no le caigo muy bien. Ese es el problema que tiene vivir en un pueblucho en la periferia de Barcelona. Volví a casa, estaba tentado de saltarme las clases, pero mi conciencia me recordó que ya había faltado bastante. Saque mi bici vieja del patio de atrás y empecé a pedalear. La bici estaba despintada, roñosa y a cada empujón crujía toda su estructura, pero al menos cumplía su cometido. No me apetecía nada hacer deporte, hacía demasiado frío, aunque estábamos en primavera. Mi aliento dejaba vaho en el aire.
Eran las 7:30 y estaba amaneciendo, no se veía ni una sola alma, no se oía ni un solo ruido. La poca iluminación que había la daban las viejas farolas con su luz amarillenta; la escena tenía un toque de película de miedo de bajo presupuesto.
Llevaba unos quince minutos de camino. Me estaba empezando a doler las manos y la garganta por el frío. De repente, vi, a un par de manzanas, a alguien corriendo desesperado. Algo grande lo perseguía. Solo pude verlo un par de segundos, pero aquel crío parecía asustado. Decidí seguirlo; total, iba a llegar tarde de todas formas... Aceleré y me acerqué rápidamente a donde lo había visto. Doblé la esquina y dejé la bici encadenada a una farola. Seguí caminando y escuche un aullido cerca. El sonido provenía de un estrecho callejón. Me asomé y vi algo que me subió las pulsaciones frenéticamente. El chico estaba a unos 5 metros. Entre él y yo se encontraba una entidad monstruosa. Al principio solo tuve visión de "eso" desde detrás pero luego pude verlo con más detalle. Era una criatura grande y musculosa, de unos 2 metros, con un pelaje negro y grueso, que se alargaba por su espina dorsal formando una cresta. Parecía una especie de lobo pero caminaba erguido. Su hocico era largo y grande, tenía los ojos amarillos inyectados en sangre. Enseñaba sus largos colmillos y gruñía. Ese sonido me paraliza los músculos. Pero lo que más me impactó eran sus garras; al final de sus brazos o mejor dicho sus patas delanteras, se veía como desaparecía su pelaje y asomaban 5 grandes garras puntiagudas, de unos 30 cm de longitud, cada una parecía un cuchillo recién afilado.
Después centré mi atención en el chico. Tenía unos 18 años, alto, de complexión fuerte; cualquiera habría dudado de tener un enfrentamiento físico con él, menos ese engendro. Pero parecía haber estado en una pelea y jadeaba de cansancio. Su pelo estaba desordenado y sucio, su cara estaba magullada y tenía un corte muy feo un ceja izquierda; llevaba una camiseta rasgada por diversos sitios y una quemadura en su costado derecho que dejaba entrever su piel chamuscada y sangrante. Su pantalón estaba roto y sus zapatos quemados.
Él estaba encarado hacia el licántropo mientras blandía un puñal en mano derecha, listo para defenderse. Aquella arma era muy extraña, tenía una forma curvada y estaba hecha de un material que parecía hueso, incluso de alguna manera, parecía que emitía cierta vibración alrededor. Yo me sentí algo indefenso. Solo tenía a mano la pequeña navaja multiusos de mi padre, pero con eso apenas conseguiría hacerle cosquillas a aquel bicho. Pero el miedo no me impidió seguir adelante. La adrenalina del momento y ver cómo aquel chico le hacía frente a aquella criatura me llenó de energía, tanta que sentía que podía arrancar un edificio de sus cimientos. Tenía que hacer algo y tenía que ser rápido porque aquel muchacho no duraría nada contra esa cosa. Mientras, la bestia se movía lentamente alrededor de su contrincante, esperando una obertura para atacar.
Se me ocurrió una idea, el lobo no parecía haberse dado cuenta de mi presencia, así que podía acercarme, sorprender al monstruo y rezar porque aquel chaval supiese que hacía con ese puñal. Mantuve un contacto visual con mi aliado y me acerqué lo más sigiloso que pude mientras él se mantenía en posición de combate, como un marine entrenado. Creo que entendió mis intenciones porque llamó la atención del enemigo con un movimiento rápido de su daga.
Pero mientras me movía, algo sucedió, durante una fracción de segundo las piernas del chico flaquearon y perdió el equilibrio y, antes de que yo pudiera hacer nada, el lobo se abalanzó sobre él, lo atravesó con sus garras y lo levantó en el aire. Él me miró, vomitó un poco de sangre en la cara del enemigo y, sin vacilar, agarró al monstruo de su pelaje y lo apuñaló en la garganta.
El licántropo soltó un gruñido ahogado. De su cuerpo no salió ni una gota de sangre. El monstruo se empezó a convertir en ceniza y se esfumó con el viento. Mientras, mi compañero se había intentado apoyar el la pared pero sus fuerzas le fallaron y cayó al suelo.
Me acerque lo más rápido que pude, me quité la camiseta e intenté taparle la herida. Era demasiado profunda, cada garra del lobo había traspasado su cuerpo. Yo intentaba pensar calmado pero todo mi cuerpo temblaba. Busqué algo o alguien alrededor que pudiera ayudarme pero no había nada. Intenté gritar pero no fui capaz de decir ni una sola palabra. La adrenalina se había esfumado y solo quedaba miedo.
Él respiraba irregularmente y cada músculo de su cuerpo estaba tenso a más no poder. Tenía su mirada perdida el cielo. Justo después, me miró y con un gesto me indicó que me acercara, quería decirme algo. Me susurró algo al oído que apenas pude entender.
— Ahora te toca a ti... Alexios.
Me alejé un poco atemorizado y lo miré. Durante un breve instante sentí como sus facciones se relajaron y dejaba de respirar. Parecía aliviado, como si se hubiese quitado un peso de encima.
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Comentarios del autor
¡¡¡¡¡Por favor, que épica la pelea!!!!
¿Que os ha parecido la pelea? ¿No os ha flipado? ¿Que habríais hecho vosotros en una situación así?
Yo creo que la hubiera cagado y hubiera hecho que nos matasen a los 2 XD.Aprecio mucho que esten empezado a leer esta historia.
Votad si os ha parecido guay como empieza la odisea.
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El Despertar del Olimpo[Pausadisima]
FantasyHistoria pausada hasta que me vuelva a gustar y la edite, un saludo mi gente bella. "Nunca has tenido la sensación de que la vida es demasiado sencilla, de que algo se te escapa... Nunca se te había ocurrido la idea de que el orden de las cosas no e...