Capítulo 7. Muerte y desolación

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Diego saltó antes de caer al suelo, aterrizó dando una voltereta y se alejó lo más rápido posible del lugar. Ambos sabíamos que en cuanto esa bestia se liberase mataría a todo lo que encontrará en su camino. Unos días antes estaba realmente asustado de un animal así y ahora rezaba para que nos sacará de esta.

El licántropo cayó al suelo de cara, cosa que lo hizo enfurecer aún más, y con todas sus fuerzas rompió sus ataduras con un grito ensordecedor. La primera presa que vió fue Amelia. Sin darle tiempo de reacción, se abalanzó sobre ella de un salto. Ambos cayeron al suelo, ella intentó defenderse con su extremidades metálicas pero el lobo fue mucho más rápido y las bloqueó con sus patas. Él la tenía totalmente inmovilizada con su peso y intentaba arrancarle el pescuezo a mordiscos. Ella usaba toda la fuerza que tenía para aguantar su hocico e intentar apartarlo.

En cuanto el perro saltó sobre Amelia, su hermana corrió a ayudarla. No podía permitirlo, había visto con qué facilidad ellas dos lo habían noqueado la primera vez. Si ambas se unían contra él, estaríamos acabados. Así que salí de mi escondite y usé mi arma secreta, el lanzallamas improvisado. La llamarada golpeó de lleno a la arácnide y le incendió el pelo. La chica gritó de dolor y cortó la parte de su melena incendiada. Se giró y vi la furia en sus ojos. De un simple movimiento me golpeó en las manos y se deshizo de mi lanzallamas, después cargó contra mí hasta la pared, y me alzó del cuello. Con el golpe sentí como todo mi cuerpo crujió violentamente y, sin darme oportunidad, me comenzó a estrangular. La presión de mi cabeza subío de golpe y era incapaz de respirar, unos segundos más y me rompería el cuello. Pataleé y intenté disminuir la fuerza del agarre pero su fuerza era descomunal. Un grito salvó mi vida, Amelia vociferó desesperada:

—¡¡Ino!!¡¡¡AYÚDAME!!!

Ino instantáneamente se giró para ver a a su hermana. Amelia tenía la cara del lobo realmente cerca, llenándola de babas. En el forcejeo, había perdido el dedo índice entre las fauces del lobo y tenía sus brazos llenos de su propia sangre azul. Ino debilitó su agarre sobre mí y pude volver a respirar. Sin dejarme en el suelo generó con su boca una red de telarañas y me pegó contra el muro. Era un agarre tan fuerte que no podía mover ni un solo músculo. La arácnide se volvió rápidamente a socorrer a su hermana pero, ya era demasiado tarde. El cuerpo de Amelia colgaba de las fauces del lobo. Él había roto y destrozado su cuello con la fuerza de su mandíbula y ahora la sostenía como si fuera un juguete en su boca.

Durante todo el tiempo, la mujer misteriosa se había quedado inmóvil, contemplando la batalla como una simple espectadora. No hacía ningún gesto, no mostraba ninguna emoción, casi parecía una estatua colocada en el medio de la acción.

En cuanto el perro vio a Ino, hizo un último esfuerzo con sus dientes y decapitó el cuerpo de Amelia, que se convirtió lentamente en ceniza. Su hermana sin decir ni una sola palabra corrió hacia él. Cuando estuvo lo suficientemente cerca del perro, lanzó un ataque directo con una de sus extremidades metálicas. El lobo consiguió desviarlo más o menos aunque recibió un corte en su pecho. Él aprovechando que su contrincante estaba descolocada, agarró el miembro férreo y lo arrancó de cuajo. Pese a que aquello parecía muy doloroso, ella no se quejó, simplemente se apartó hacia atrás para esquivar otro golpe. Mientras esto ocurría, Diego se acercó a mí sigilosamente y comenzó a cortar la telaraña.

La batalla estaba en su momento crítico, ambos parecían próximos a quedarse sin fuerzas. Ino decidió tomar la iniciativa y con toda la rabia que contenía saltó hacia el perro con sus 3 lanzas restantes en ristre. Cuando chocaron, el lobo pudo parar con sus brazos 2 de las 3 estocadas. La última impactó y le atravesó el muslo derecho. Ambos quedaron frente a frente, Ino estaba agarrada de sus brazos metálicos y el licántropo tenía un arpón atravesando su pierna. Él intentó morderla tal y como hizo con su hermana pero esta vez no funcionaría. Ella revolvió algo en su boca mientras sostenía la cara del lobo con sus manos. Él arrancó una de las patas de Ino y se disponía a atacar cuando ella le escupió. Aquello fue realmente macabro; el veneno cayó directamente en la cara del perro, derritiéndosela completamente mientras él soltaba aullidos de dolor e intentaba parar la quemazón con sus garras.

Finalmente cayó al suelo y se convirtió en polvo. Ino también cayó al suelo exhausta, y se arrastró lamentablemente hacia la mujer, que allí permanecía. Cuando llegó a sus pies, medio calva, sangrante, desmembrada y llorando, gritó:

—¡Perdónanos madre, te hemos fallado!

Por primera vez, la mujer mostró una reacción en su cara. Sonrió. Justo después, con sus propias manos, de un único movimiento, hundió sus dedos en el pecho de sus hija y le arrancó el corazón. Luego apretó con fuerza y lo hizo estallar, llenando su vestido de sangre azulada.

Yo justo acababa de liberarme y pero aquello me dio náuseas. ¿Cómo había podido hacer aquello? ¡Era su hija!

Diego contempló la escena totalmente serio y dijo:

—Chaval, estamos jodidos. Nuevo plan, salir pitando.

Después el sátiro volvió su mirada hacia la salida y hizo una mueca de desaprobación. La reina araña bloqueaba la única entrada. Entonces trazó un nuevo plan:

—Es demasiado fuerte, atacaremos los 2 a la vez y con un poco de suerte alguno de nosotros logra salir de aquí.

Era tan mala estrategia que ni siquiera podía llamarse plan. No obstante, lo hicimos, ambos corrimos directamente hacia ella, Diego con el cuchillo y yo con las manos desnudas. La reina araña tenía su mirada fijada en mí. Era realmente perturbador; la forma como me miraba me hacía sentir que ella no era ninguna amenaza, sentía como si se compadeciera de mí.

Diego saltó primero por ella, pero fue rechazado fácilmente. Antes de que él pudiera reaccionar, extendió una de sus patas metálicas, igual que sus hijas y barrió a Diego como si de una mosca se tratase. Él salió volando y se golpeó contra el suelo. Grité su nombre pero parecía que se había desmayado. Paré en seco mi ataque y retrocedí. Si intentaba algo así sin un arma, acabaríamos muertos. Dí unos pasos hacía atrás y saqué mi navaja multiusos. Desplegué el pequeño filo y pensé en que me esperaba en el más allá. Pero pasó algo inesperado. En el momento de abrir la hoja, esta se convirtió en una daga de unos 30 cm con un filo curvo. Era la hoja que sostenía el chico que había muerto contra el hombre lobo.

 Era la hoja que sostenía el chico que había muerto contra el hombre lobo

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(Boceto de la daga)

Varias preguntas pasaron por mi cabeza pero no tenía tiempo de responderlas. El destino me había dado una segunda oportunidad.

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¿Que os ha parecido la brutalidad de este capítulo? Que miedo tener una pelea contra cualquiera de estos enemigos.

¿Que os ha parecido la muerte de las hermanas?¿Se merecían un final tan trágico?

Gracias por leer.

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El Despertar del Olimpo[Pausadisima]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora