Capítulo 3. ¿Corredor de fondo?

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Aún no estaba seguro de que pensar. Sentía mi cabeza como si hubiera sido la pelota de un partido de fútbol. La mayoría de cosas seguían sin encajar y tardaría tiempo en asimilarlas. Así que hice lo que el psicólogo de mi colegio decía: "Cuando no te sientas bien, haz algo que despeje tu mente". Además no podía pasarme el día entero encerrado. Eso solo iba a empeorar mi estado anímico. Era hora de hacer deporte.

Normalmente saldría a montar en bici, pero la había dejado encadenada en una farola el día anterior y la verdad, no quería volver a ese callejón... Así que solo quedaba correr.

Sabía a dónde quería ir: uno de mis sitios preferidos. Cerca de casa hay un pequeño riachuelo; normalmente está muy sucio y turbio pero, si subes siguiendo el cauce, el agua se vuelve clara y cristalina. Además, en aquella zona, la orilla del río coincide con el claro de un pequeño bosque. Un sitio alejado, tranquilo y en medio de la naturaleza, básicamente un paraíso perdido.

Cuando salí de casa me recibió un agradable sol, era tan cálido que parecía una suave caricia. Los cánticos de los pájaros eran casi mágicos, una dulce melodía recorría el minúsculo pueblo y lo llenaba de vida. Parecía que la primavera había decidido salir a saludar. Me apeteció aún más salir de casa.

Caminé hasta el paseo que bordeaba la orilla del río y comencé a correr. Durante los primeros kilómetros, el paseo estaba lleno de gente, muchos niños disfrutando del hermoso día con sus familias. Se veían tan felices jugando con sus padres...

Poco a poco dejé la gente atrás, al mismo tiempo que mi cansancio aumentaba. Afortunadamente, no quedaba mucho para llegar a mi escondite. Allí, por raro que parezca, me sentía muy cómodo, como en un hogar. Se podría decir que era el único sitio donde sentía que encajaba.

A unos doscientos metros de mi lugar preferido había un vendedor ambulante que nunca había visto. Este tenía un puestecito de Hot-dogs vegetarianos muy bien decorado, todo hecho de madera y hojas. Me acerqué a saludar y de paso me entraron ganas de probar salchichas vegetarianas. Me atendió un hombre medio calvo, pelirrojo, barbudo y desgreñado. Parecía que llevara toda la mañana rebuscando en el bosque porque tenía la barba llena de hojas y ramitas. Tan solo llegar me dedicó una agradable sonrisa; algo en él, no se si su aspecto o que, era muy tranquilizador. A pesar de tener un aspecto de acabar de despertar de una siesta, olía muy bien, a una mezcla de eucalipto y frutas del bosque. Ahora que me acuerdo de él, me viene a la cabeza la melodía incesante de una cascada de agua. Finalmente me despedí educadamente después de haberme comido el hot dog y haber comprado una botella de agua.

Iba a acabar el tramo que me quedaba caminando pausadamente. Mirando en la lejanía vi que se acercaban 2 runners. Eran dos chicas de unos veintitantos años, iban con un top y unas mallas de deporte. Eran bastante atractivas, pelo largo y reluciente de color negro, tez blanca y facciones suaves. Parecían gemelas. Su presencia era tal que incluso intimidaba.

Empecé a reducir la velocidad a medida que se acercaban. Había algo en ellas que me decía que me acercara, como una polilla hacia la luz. Embelesado caminé hasta que estaba a unos pocos metros.

Inesperadamente, algo me cayó encima, justo en la nariz. Esto me hizo reaccionar ¡¡Que asco!! ¡¡Una paloma me había cagado en la cara!! Me limpie la nariz con la sudadera y volví la mirada hacia delante. Dos imágenes horrendas aparecieron ante mí. De la cara de las chicas salían 8 ojos de diferentes tamaños, todos mirando en mi dirección. Su boca había cambiado totalmente de forma y tenían 2 grandes colmillos que destilaban una baba de color verde moho. De sus espaldas habían brotado 4 largas patas articuladas, llenas de pelo y acabadas en una punta brillante de metal, que podría atravesar la puerta de un coche. ¡Había estado caminando hacia mi muerte por propia voluntad!

Sin pensarlo les lancé la botella de agua a la cara y aceleré como nunca. Ellas comenzaron a seguirme como leones tras una presa. Escuchaba sus jadeos y el sonido del metal chocando contra el suelo tras de mí. Eché un vistazo atrás, ¡Me estaban alcanzando! Eran capaces de correr con sus extremidades arácnidas, parecían el doctor Octopus de la película de Spiderman.

No tenía ninguna oportunidad contra ellas y si seguía corriendo solo lograría ser atravesado por una extremidad metálica. Sin darme cuenta, las había llevado a mi sitio seguro, como un perro acorralado había ido hacía terreno conocido. Una de ellas logró acercarse bastante e intentó clavarme su espina en la pierna, pero falló y su aguijón se quedó atascado contra un tronco. Solo tenía que deshacerme de una más. Pero no iba a ser tan fácil. La otra fue mucho más inteligente y con su pata hizo un barrido lateral que me golpeó y me lanzó al suelo. Sentí el golpe en el estómago, la parte metálica me había dado de lleno y me había dejado sin aliento. Intenté seguir a rastras pero me dolía demasiado. Era el fin. La muchacha que me había derribado se acercó a mí mientras reía.

- ¿Qué pasa cariño, no te gusto? - preguntó con un aire sarcástico.

Mientras, la otra bestia se había liberado y también se acercaba. Estaba realmente furiosa y hacía tajos y escupía veneno a los árboles por donde pasaba. Solo un milagro podía salvarme. Y eso fue lo que ocurrió.

De la nada apareció una muchedumbre que rodeó a las señoritas. Ellas intentaron defenderse pero el gentío les inmovilizó las extremidades y comenzó a apalearlas. Distinguí al vendedor ambulante que me había atendido. La multitud atacaba con fiereza pero no estaba muy seguro de pudiesen con las mujeres araña. Tampoco iba a quedarme a comprobarlo. Me levanté como pude, con mis piernas temblando y escapé del lugar.

Estaba muy desorientado y me dolía horrores el golpe que había recibido en la espalda pero aún así, conseguí encontrar el camino. Tenía el abdomen bastante inflamado y ya se estaba empezando a formar el moretón. ¿Por qué me estaba pasando esto a mí? ¡¿Primero el hombre lobo y ahora esto?!. ¡¿Acaso el mundo se estaba volviendo loco?! Lo que más me molestaba era que soy un inútil y un cobarde ¿Acaso no era capaz de hacer nada solo? De esta había logrado escapar pero la suerte no estaría conmigo siempre. ¿Qué haría entonces?

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Comentarios del autor

¿Que les pareció el capítulo? ¿Que creen ustedes que está pasando?

¿Conseguirá Alex llegar a algo o acabará siendo la merienda de los monstruos?

Muchas muchas gracias por leer mi historia. Votad si os ha gustado la trama.

El Despertar del Olimpo[Pausadisima]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora