Capítulo 17. Conclusiones

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Me desperté tirado en el suelo, como si mi cuerpo hubiera soportado el esfuerzo de cada sueño. La alfombra estaba llena de mis babas y el Oráculo había vuelto a llenar la sala de humo. Justo cuando abrí los ojos estaba encendiendo un porro con las velas, que habían vuelto a su color normal.

—Has flipado ¿eh? Por eso fumo, para no quedarme como un perro baboso después de cada inmersión. Pero la tuya ha sido ¡Alucinante! —paró un par de segundos para dar otra calada y continuó—Jajajajajaja ¡Las vas a pasar canutas!¡Pringao! Jajajajaja ¿Y sabes que es lo mejor? Que voy a llamar a seguridad para que os echen a patadas de aquí, así te acostumbraras a no molestar a tus mayores.

Acto seguido volvió a meter su mano entre sus pechos y sacó un teléfono móvil. La verdad seguía tan ensimismado que no me preocupaba demasiado la situación y lo único que llegué a pensar era que ella no tenía un sujetador, tenía el bolsillo mágico de Doraemon.

Salí de esa sala del mismo modo como entré, cabreado y confuso. Lo único que había cambiado era que dos gorilas me llevaban cogido como si fuera un saco de patatas. Y lo peor era que había tenido todos aquellos sueños pero seguía sin tener ni idea de lo que tenía que hacer. Mis dos acompañantes iban a intentar defenderme de los guardaespaldas, pero les di a entender que no pasaba nada, era mejor no meterse en más problemas.

Me lanzaron al césped de fuera de la propiedad y nos fuimos de allí. En ese punto me daba completamente igual que fueramos a la casa de Diego, era el menor de los problemas. El trayecto fue muy callado, la única pregunta que hubo fue de Cassie preguntando si estaba bien.

Nos acomodamos todos en la sala de cine de Diego, como si fuera nuestra casa particular. Diego encendió el proyector con la televisión para quitarle un poco de hierro al asunto. Les conté los sueños con pelos y detalles, ambos se quedaron con una cara de desconcierto bastante graciosa, sobretodo Cassie que me llegó a preguntar si había fumado alguna planta de las que había allí.

—¿Me estas diciendo que hemos perdido todo este tiempo? —preguntó la cabra.

—A ver, si pasamos por el sitio sabremos que es el lugar correcto.

—Maravilloso, esto es maravilloso. Estamos como estábamos.

—¿Bueno y yo que quieres que lo haga?

—Chicos, chicos, chill y vamos a pensar, si conseguimos pensar algo luego podremos confirmar si es el camino correcto.

Su comentario bajó el tono de la conversación de inmediato. Me di cuenta del poder que tenía Cassie, con su dulce rostro y su tranquila voz era capaz de calmar a cualquier fiera. No estaba seguro si podría defenderla. Es tan sumamente frágil, no quiero tener que enterrar su cadáver.

—Está bien ¿Cómo conseguimos que los dioses vuelvan a confiar?—pregunté yo sin muchas ideas en la mente ¿Qué puede querer un ser así?

—Tengo una idea ¿Y si lo hacemos a la antigua?—cuestionó Diego con cara de haber reinventado la rueda.

—¿A qué te refieres con "a la antigua"?—dijimos Cassie y yo al unísono.

—¿Cómo hacían los héroes griegos en las leyendas para conseguir favores de los dioses?—preguntó entusiasmado pero al no tener respuesta siguió hablando—Pues dándole ofrendas, entre más bonitas y dificiles de conseguir mejor.

—Te compro la idea pero ¿Cuántas ofrendas tenemos que dar? Son doce dioses olímpicos.—preguntó la dríade.

—Si son cuatro sueños, serán cuatro ofrendas ¿no?.—dije yo.

—Eso no tiene sentido, lo entendería si fueran tres ofrendas para los tres grandes ¿Pero cuatro por qué?—preguntó Diego.

—Según lo que nos has contado, tres de los sueños se parecen bastante, el último es extraño, podemos suponer que significa otra cosa distinta y que son solamente tres ofrendas.

—¿Pero entonces qué significa el último sueño?—pregunté temeroso, una idea se había formado en mi cabeza y estaba seguro de que el resto pensaba lo mismo.

—Una muerte, de hecho diría que tú muerte.—dijo Diego señalandome sin ningún remordimiento.

Todo cuadraba, el chico que me dio la daga me dijo que era mi turno mientras moría, tenía que llevar a cabo la misión y moriría por ella. En el sueño tenía mucho dolor pero el exterior se sentía tranquilo y bien, así debe de sentirse el más allá. Lo único que no me cuadraba era el sentimiento de culpa ¿Habría hecho algo mal antes de morir? Sin venir a cuento el grito de Cassie me sacó de mis pensamientos.

—¡Yo había jurado protegerte con mi vida! —vociferó mientras las lágrimas comenzaban a manchar su rostro y zarandeaba mi cuerpo con tanta fuerza que me clavaba sus uñas—¿Por qué vas a morirte?¿No puedo protegerte?

Me acerqué a Cassie, la abracé e intenté calmarla. Ella seguía llorando en mi hombro pero al menos había logrado calmar sus sollozos. Diego estaba algo incomodo y se puso a ver el telediario. Estaban hablando de un huracán gigantesco que se estaba acercando a las costas de Gran Bretaña.

Cuando conseguí más o menos calmarla seguimos con la conversación. Ella aún tenía los ojos enrojecidos y su nariz parecía un tomatito pequeño. Esperaba dejar un poco de lado el tema de mi muerte, no solo por ella, yo tampoco sabía cómo reaccionar.

—¿Y qué podemos regalarle a un dios?—pregunté yo.

—Tiene que ser algo muy importante y difícil de conseguir, personalizado para cada uno.

—Perfecto, ahora tenemos que pensar qué le podría interesar a un dios. Esto es muy surrealista.

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Comentarios del autor

WOW la cosa se pone interesante. ¿Qué creéis que pueden querer los Dioses?¿Qué le regalaríais vosotros?

¿Y que pensáis sobre la idea de que el destino de Alex sea la muerte?

La pregunta personal es:

Hace poco he dejado la mayoría de redes sociales ¿Qué pensáis sobre ellas, que os gusta de ellas y qué no?

El Despertar del Olimpo[Pausadisima]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora