Capítulo 5. De vuelta al presente

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Cuando me desperté apenas pude levantarme, cada músculo de mi cuerpo gritaba de dolor. Incluso me dolían partes de mi cuerpo que ni siquiera sabía que existían. Teóricamente estaba en buena forma pero batear arañas y ser golpeado por brazos metálicos no era habitual. Y el dolor muscular venía acompañado de un hematoma en mi costado izquierdo. Parecía que me hubieran dado una paliza con bates de béisbol y de algún modo así me sentía.

Hoy se acababan los días libres de colegio, tenía que volver a clase. Pero ¿Qué importaba todo aquello? El mundo no tiene nada que ver con lo que me habían enseñado. Todo lo que había aprendido no tiene ningún valor. Matemáticas, literatura, física, química... ¡Todo una estupidez! No iba a volver a aquel sitio, no tenía ningún sentido. ¿De qué serviría saber las capitales del mundo si al día siguiente iba a ser el desayuno de alguna bestia? Así que esperé a que la secretaría del instituto llamara a preguntar por mí y le dije que estaba enfermo y que no estaba seguro de cuándo podría volver. Ella simplemente escuchó y me dijo que ya avisaría cuando estuviera mejor.

Con ese tema más o menos arreglado, intenté organizar más o menos mi casa. El viento de nocturno había aprovechado para repartir aún más los papeles en todas las habitaciones. Afortunadamente, toda el agua se había evaporado, ¡¡No tenía que fregar!!¡¡Sí!! Saqué como pude la estantería y la mesita rota fuera de casa y las dejé en la basura. De todo se saca algo bueno, el salón se veía más espacioso.

Era hora de ponerse en marcha. En una mochila comencé a echar "provisiones". Busqué el cuchillo más largo y afilado que tenía y lo envolví en una toalla. Sería mi arma principal ya que la sartén no cabía en la bolsa. Además metí un spray desodorante y un mechero por si las cosas se ponían feas. Por último llevaba mi navaja de la suerte, que aunque era multiusos, no me resultaba de mucha utilidad, bastante irónico. Pero bueno, el pequeño recuerdo de mi padre me daba algo de esperanza.

Me había mentalizado para casi cualquier cosa, o eso creía yo. Con mi mochila en la espalda, parecía una tortuga ninja, pero eso no me echó para atrás. Me encaminé a pie hacía la parada de autobuses a buscar respuestas o a morir en el intento.

Salí de casa por la puerta trasera, que de ahora en adelante sería la única puerta. Seguía sin tener las llaves del portón delantero y no era momento de llamar a un cerrajero. Había memorizado la dirección de procedencia del paquete y allí me dirigía. El bus me había dejado en un polígono industrial gigantesco. Fuera hacía un sol abrasador y no se veía a nadie cerca, parecía un sitio desprovisto de vida alguna. Caminé por la calle hasta encontrar la dirección escrita en la caja. Justo delante de mí había una fábrica de sofás aparentemente abandonada, algunas de sus ventanas estaban rotas y polvorientas. En la puerta principal había colgado un letrero de "Se vende" y las paredes de la construcción estaban pintarrajeadas con grafitis mal hechos. Aún estando abandonada, estaba vallada y no se veía una forma fácil de entrar.

Deambulé un rato alrededor del edificio hasta que divisé una obertura. Desde la industria de al lado se veía un hueco por donde pasar. Afortunadamente entrar en la parcela contigua era muy sencillo, saltar una cerca de metro y medio y listo. Después me deslicé por el suelo y entré por el agujero que había visto antes. Perfecto, ahora estaba en el terreno de la fábrica. El único problema era entrar. Las puertas metálicas estaban selladas a cal y canto con cadenas. Intenté buscar otra entrada pero las ventanas eran demasiado altas para mí. Vi una escalera que conducía a lo alto del edificio. Una vez arriba divisé las posibles entradas. Todo estaba lleno de extractores de humo y conductos de ventilación. Si quería infiltrarme tenía que lanzarme por uno de ellos pero, ¿Por cual?. Como en las películas, lancé una piedrecita en cada conducto intentando descubrir su profundidad, pero todos parecían iguales. En aquel momento me sentía como un espía profesional del gobierno, así que me deje llevar por la emoción e hice lo que mejor se me daba, algo muy precipitado y peligroso. Al azar escogí uno y me lancé de cabeza.

Afortunadamente caí más o menos bien y no me partí nada. Ahora que estaba dentro, solo tenía que saber lo que estaba buscando y a donde iba. Me deslizaba con dificultad por el conducto, tenía entre las piernas mi mochila llena de utensilios y esta no me dejaba moverme libremente. Llegué hasta una rejilla donde se podía ver lo que había debajo. Con solo mirar se me pusieron los pelos de punta y me recorrió un escalofrío. Justo debajo de mí estaban las 2 chicas monstruo que me habían perseguido el día anterior. Estaban llenas de moretones y sus caras estaban muy hinchadas, incluso una de ellas tenía una bolsa de hielo en un ojo. Quería de alguna manera saltar y convertirlas en picadillo pero, no era una buena idea. Así que paré y escuché la conversación que estaban teniendo.

— ¡Malditos espíritus del bosque! ¿Como se atreven a atacarnos? — preguntó la que tenía la bolsa de hielo en la cabeza.

— Con todo lo que ha pasado, ya no nos temen y han aprendido a defenderse ellos solos — reprochó la otra — . Era mejor cuando eran unos inútiles protegidos por los dioses. No valían nada.

— Tienes razón hermana, pero bueno, me divertí atravesando y destripando sus débiles cuerpos uno a uno — respondió mientras agujereaba un trozo de metal con su extremidad metálica — . Sobretodo cuando capturamos a su jefe. Ese puto gordo barbudo, ¡Como gritaba! Me habría gustado torturarlo un poco más. Crucificarlo e insultar a los dioses fue muy poco. Deberíamos haberlo quemado y ofrecerlo como ofrenda a Zeus.

— ¡Jajajaja! — se reía la que parecía la hermana mayor — . Estás enferma Amelia. Me gusta tu forma de pensar. Cuando cojamos a ese chico y recuperemos la reliquia haremos lo que dices.

— Tenemos que apresurarnos en lo de la reliquia, madre llegará pronto y sabes lo que nos hará si no hemos hecho lo quería — dijo Amelia pensativa — El Quelícero de Aracne...

Antes de que pudieran continuar su conversación, un ruido metálico estridente resonó por todo el lugar. Ambas salieron corriendo hacía la puerta del recinto. Otro sonido metálico y un aullido me dejaron paralizado. No tenía visión de lo que estaba pasando, tan solo se escuchaban ruidos y temblores. Al poco tiempo las dos chicas pasaron con un hombre lobo dormido y enredado entre telarañas. Tenía algunas heridas superficiales y marcas de dientes por el cuerpo ¿Algún tipo de veneno somnífero?.

— Lo dejaremos en el almacén y nos encargaremos de él luego — dijo Amelia — . Ahora tenemos que darnos prisa, madre llegará en 3 horas.

Su hermana asintió y se llevaron al licántropo hacía el final de la fábrica donde las volví a perder de vista. Luego, salieron corriendo y sellaron tras de sí las puertas de la fábrica. Por eso estoy en un puto conducto de ventilación, esperando que pase un poco de tiempo para poder recopilar información.

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Comentarios del autor

¿Que está haciendo Alex? ¿Os parece bien que haya dejado así las clases?

¿Que significará toda esa conversación entre las hermanas arácnidas?

Gracias por leer.

Votad si os ha gustado.

En los próximos capítulos se aclararán cosas sobre la trama.

El Despertar del Olimpo[Pausadisima]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora