Capítulo 6: Un recuerdo, un año más

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Levanto el teléfono con ilusión, pues de verdad deseo escucharla, a lo que una dulce voz de forma emocionada responde a mi saludo: "Hola papá". Mi voz torna a quebrarse un poco por la emoción pues hace tiempo no la escuchaba, pues entiendo esté ocupada dado a su carrera, pues yo ya he pasado por lo mismo.

Sostengo el teléfono expresándole emocionado: "Feliz cumpleaños, hija", ella agradecida y un tanto extasiada me agradece y comienza a platicarme sobre su vida, su esposo y aquellos dos nietos que tanto amo y no he visto en largo tiempo, pues debo de admitir que fue mi decisión mudarme a esta cabaña, como si de esa forma me refugiara aquí de otros demonios que llamo recuerdos. Haciéndole preguntas sobre su vida y sus planes, nos detuvimos a dialogar unos gratos minutos, hasta que la plática se tornó un tanto amarga, dado que mi voz comenzó a quebrarse, a lo que ella en seguida entiende la razón, y con voz suave me dice: "Tranquilo papá, entiendo los recuerdos que mi cumpleaños deben de traerte, te amo mucho y pronto iré a verte", con dichas palabras, se alegra mi corazón y de forma en la que yo pudiera desahogarlo solamente respondí: "Tu madre estaría orgullosa", a lo que mi hija agradeció y me pidió no pensar más, y con una cariñosa despedida nos dijimos adiós.

Cómo me trae recuerdos este día, más aún estando solo en esta cabaña, donde el único diálogo que tengo es entre mis recuerdos y mi corazón, pues es inevitable pensar en mi amada esposa este día, y al mismo tiempo la alegría de un año más de vida de mi bella hija.

Intentando relajar mi pensamiento me senté en el sillón de mi sala para poder tranquilizarme, a lo que el propio silencio de la habitación obligó a mi mirada a repasar cada detalle de dicho lugar, por lo que mis cansados ojos estudiaron la habitación, pasando por una chimenea apagada, la cual tenía fotografías sobre esta misma, cuadros en la pared para darle un tanto de color a mi hogar, y al lado de mí una mesa pequeña, sobre la cual hay fotografías en marcos, unas cuantas de mi bella hija alrededor de su crecimiento, desde que fue una bebé, una niña activa y emocionada por la vida, hasta aquella donde se encuentra graduada donde en sus ojos se perciben una viva ilusión por su futura vida, otras tantas de mi esposa, y unas cuantas donde nos encontrábamos ella y yo más jóvenes abrazados, aquella imagen fue la que tomé entre mis manos, pues la echo mucho de menos, a veces creo y me gusta pensar que está conmigo, aquí a mi lado sentada, pues siento que me observa, o al dormir me agrada creer que siento una que otra caricia de ella en mi rostro, inclusive algunas veces juraría que la escucho, no sé si en mis sueños, no sé si en la realidad, pero la importancia es que la siento viva.

Sentado ahí viajé al pasado, comencé a recordar el día siguiente de aquel gran encuentro con la joven que cautivó mis sentidos por su belleza única, era un día soleado, distinto al de ayer donde dicha mujer sufrió su penoso choque con aquel descarado estudiante, pues justo así también es la vida, muchas veces llena de momentos grises y justo después llenas de luz y claridad, nada es estable, pues nos encontramos cambiando a cada segundo, para que de esta forma, la última transformación sea el convertir nuestra alma, elevarse y tornarse en el mismo recuerdo vivo.

Me encontraba sentado en la explanada de la facultad, en una banca orillada, leía el libro de la materia de mi próxima clase mientras almorzaba, por lo que mi mirada se encontraba fija a aquellas instructivas letras, a lo que por encima de mí escucho una voz gentil diciéndome: "Hola".

Ella se encontraba en frente de mí, con mi paraguas en la mano, y con una sonrisa sobre su rostro, ahora ella se percibe más alegre que ayer, sigue viéndose muy bella, incluso ahora seca puedo percibir que su cabello es realmente hermoso, suave y tan fino, moviéndose aunque sea ligeramente con cualquier pequeña brisa que se atreviera a bailar con aquellos cabellos. Noto que se dibuja una sonrisa sobre mi rostro, y contesto al mismo tiempo: "Hola".

Ella se inclina y me agradece por el gesto de haberle prestado mi paraguas, y de haberla ayudado a levantarse, por lo que intenta devolvérmelo y ante aquel gesto, yo le pido que se lo quedé, mostrándole un paraguas distinto que yo tenía conmigo, diciéndole que al parecer era mejor que lo conservara consigo, por lo que una risa logra escaparse de ella y se sienta a mi lado, comenzando una charla amena y agradable, yo sumergido en su mirada y sonriendo a cada instante, intentando obtener detalles sobre ella, pues descubrí que ella cursaba el 2do año de la carrera, mientras yo me encontraba ya en el 4to año, pero necesitaba saber desesperadamente aquel dato que tanto anhelaba descubrir, su nombre. 

A Través del RecuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora