Cuando me reincorporé, de alguna forma pude en ese mismo instante ir a la sala de neonatología, pues estaba listo para la cita a ciegas que esperé toda mi vida, y ahí estaba ella, recostada en una incubadora, sana y salva, con puntas nasales para que pudiera respirar, mi hija. Fue en ese instante cuando comprendí por primera vez que el amor a primera vista sí existe, y lo sentí al verla por fin, siendo inevitable entre cruzarse otros pensamientos, como que me hubiera encantado que mi amada mujer la pudiera ver también, poderla abrazarla los dos juntos, cargarla ambos, y que reciba los besos de los dos.
Este día siempre me eleva a un cielo sin fin de memorias, similar al día en el que nació mi hija, sin saber cómo llevaría a cabo el gran plan de mi vida, pues todo cambió en cuestión de segundos, como si la vida hubiera jugado a los dados y hubiera intercambiado dos ángeles en mi vida, regalándome uno y quitándome otro, sin saber cómo sentirme al respecto, hasta cierto punto sentirme culpable.
Me cuesta llamar a mi hija este día, pues año tras año intentaba que pasara un buen día en esta fecha, sin embargo me era insalvable el que una lágrima corriera por mi mejilla, siempre al final de este día, a lo que mi hija tan inteligente terminaba descubriendo, pues ella en sí no sintió una perdida en su vida, pero si tenía un espacio vacío en ella, así como yo lo he presentido desde aquel día en cada cama en la que duermo.
Crié a mi hija Ana Sofía, lo mejor que pude, cómo mis padres me enseñaron, realmente no me volví a casar, pues pude haber conocido a otras personas pero sentía que me engañaba a mí mismo, que ese espacio en mi alma y mi corazón, nadie más lo podría tocar, obtener, ni mucho menos llenar, pues realmente era mayor el deseo de olvidar un tanto las cosas, hasta que llegué al punto de comprender que no quiero olvidar, pero sí superar.
Nunca podría olvidarla, pues aquí en mi cama, ya en esta cabaña en la que decidí refugiarme y de forma incompetente huir de mis demonios, no me daba cuenta que los llevo a donde yo vaya, por lo que poco a poco en este lugar he sabido enfrentarlos y a la vez curarme, pues aquí en este sitio solamente convivimos mi mente, en ella mis recuerdos, mi corazón y yo.
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A Través del Recuerdo
HorrorUna llamada, emite su presagio en aquel doloroso día. Soy Cirujano Cardiólogo, retirado en una solitaria cabaña, al pie de un vetusto lago, más viejo que el mismo tiempo. Me aproximo a contestar el teléfono, mientras recuerdo los fantasmas que me at...