Eran las 18:34 hrs. y yo me encontraba trabajando en mi consultorio, un tanto lejos de mi hogar, siempre consternado por Ana, pues según las cuentas, el gran día podría llegar en cualquier momento, vaya fechas para que nazca una criatura, entre festividades, donde nadie quiere trabajar, todos desean vacaciones, he ahí también mi aflicción. Entre consultas me asomaba por la ventana, mirando el cielo dejando caer aquellas bellas esferas uniformes de agua sobre nosotros, y sobre la ciudad, cubriéndola bajo un frío manto, pues a pesar de todo, debo de agradecer que por días lluviosos como este, pude conocer a mi amada, tener la vida que tuve, y más que nada a la hija que posteriormente me sería dada aquel día, como si las fuerzas caóticas del universo, Dios, o simplemente el destino hubieran escrito desde un inicio todo esto para mí, dependiendo de lo que quieras creer.
Sólo pensaba en el estado de mi esposa, teniendo sobre todo una corazonada ese día. Suena el teléfono de mi consultorio y así como hoy, aquí en mi cabaña acompañado de mi vejez, irónicamente hoy sabía que la llamada se trataba de mi hija, mientras que ese día sabía totalmente que era mi esposa Ana. Levanto el teléfono ansioso y a toda velocidad, posteriormente contestó aquella dulce voz un tanto ajetreada, pues nuestro bebé ya venía en camino.
Salí lo más rápido que pude de mi consultorio, pedí que cancelaran todas mis próximas citas, pues mi bebé iba a nacer, y a partir de ese día ya no volvería a ser el mismo, pues me convertiría en padre, vaya título aquel, para el cual uno no estudia, ni existen libros para saber cómo serlo, es el único trabajo que se aprende totalmente viviéndolo día con día, y nunca se deja de terminar de aprender.
Contraté a una enfermera a cargo de mi esposa, pues en aquel instante nuestros familiares vivían en una ciudad diferente, pues dado a nuestras especialidades, tuvimos que mudarnos fuera de nuestra ciudad natal para poderla estudiar, y finalmente ahí nos establecimos, pues fue en la misma institución que nos formó donde nos ofrecieron trabajo y una oportunidad de crecer.
Mi amada había tomado un taxi, junto con la enfermera, pues mi esposa claramente estaba incapacitada y la enfermera no sabía manejar nuestro carro, sin embargo no fue algo que me preocupara mucho. Tomé mi auto y me dirigí velozmente hacia el hospital donde iba a ser atendida, pues yo me encontraba solamente donde residía mi consultorio privado, el cual ahora es de mi hija.
Yo había llegado ya al hospital, curiosamente llegué primero que ellas dos, hasta que comenzaron a correr los minutos y mi esposa no aparecía a través de esas puertas donde sabía que la atenderían de inmediato, y nuestra hija llegaría, por lo que llamé a su celular, sin respuesta alguna.
Tomé asiento muy preocupado, con la esperanza de poder serenar mi mente, impotente sin saber si debía de moverme en búsqueda de ella, sin conocer a qué sitio dirigirme, o si debía esperar por si aparecía por la puerta donde la esperaba, aquellos momentos fueron de los más largos y pesados que tengo el recuerdo de haber vivido.
Habían pasado quince minutos más y yo desesperaba, pues sabía la vitalidad que tiene el correr del tiempo durante un parto, cada segundo que pasaba me llevaba cada vez más al desconsuelo. Suena mi teléfono, por lo que contesto de forma inmediata, desesperado como pocas veces en mi vida había estado, pues mi mujer no contestaba ninguna de mis diversas llamadas, a lo que era la enfermera, afligida, con la voz entrecortada. Al parecer no sabía cómo decirme lo sucedido, como si temiera por mi tranquilidad, o mis emociones en aquel momento que yo percibía a esas alturas tan crítico, a lo que simplemente le ordené que me dijera directamente lo sucedido, sin revuelo ni decoraciones en los hechos, y mientras ella me relataba, pude sentir como mi mano se tensaba sujetando con más fuerza el teléfono, pues lo que escuché a continuación, cambió mi vida para siempre.
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A Través del Recuerdo
HorrorUna llamada, emite su presagio en aquel doloroso día. Soy Cirujano Cardiólogo, retirado en una solitaria cabaña, al pie de un vetusto lago, más viejo que el mismo tiempo. Me aproximo a contestar el teléfono, mientras recuerdo los fantasmas que me at...