Capítulo 11: La lluvia otorga, la lluvia quita

10 4 0
                                    


La enfermera, me relataba con su voz forzada, que todo sucedió a unas cuantas 20 cuadras del hospital, en un cruce de semáforo, donde un ebrio se pasó el alto, y chocó contra el automóvil que se encontraba por delante del taxi donde iba mi esposa, por lo que al darse aquel choque bajo la lluvia, el taxi al intentarse frenar derrapa hasta impactar contra aquellos dos autos. La enfermera al reincorporarse se percató que mi esposa se encontraba sangrando, así como aquellas palabras sangraban mi alma en aquellos agudos instantes, sentía un frío por la frente, y solamente con el deseo de que ella me dijera dónde se encontraba mi amada Ana.

Grité al teléfono pidiéndole respuestas, mientras en aquel hospital donde esperaba a mi mujer, me miraban extrañados los pacientes en la sala de espera, con lágrimas en mi rostro, consternado, quebrado por dentro, y desesperado. La enfermera me respondió que la ambulancia llegó por ella, para llevarla al hospital donde yo me encontraba, solamente que mi esposa tuvo un pase de entrada a través de urgencias, mientras que yo me encontraba en la sala de espera de Ginecología y Obstetricia esperándola, mientras que la enfermera fue atendida en el mismo sitio del accidente por paramédicos.

Corrí a toda velocidad, traspasando aquellas áreas donde se decía estaba prohibido el paso, sin importarme nada, con tal de llegar a mi esposa, pues más por el hecho de ser médico y poder pasar, era más la desesperación de ver a mi amada. Hasta que llegué a urgencias, y pregunté abrumado por el nombre de ella, a lo que me señalaron consternados donde se encontraba y me dirigí hacia aquel decisivo sitio, donde sabía que sería en ese punto donde posiblemente no volvería a ser el mismo. El ginecólogo obstetra que la trataba me explico que debido al traumatismo en el choque, ella sufrió un desprendimiento de placenta abrupta, pero que él creía que se encontraban a tiempo para salvar al bebé después de posiblemente practicarle reanimación y ventilación asistida si era necesaria, pero que existía la posibilidad al fin y al cabo. Sin embargo mi esposa se encontraba perdiendo sangre, por lo que me pidieron saliera de la sala, dado a que ya no era simplemente un parto, sino un accidente y debía dejarlos trabajar.

En ese instante, agobiado, intentando entrar al quirófano, me fue inevitable el recordar otro accidente importante bajo la lluvia, hace casi 13 años en la facultad de Medicina que nos formó a ambos, donde en aquella explanada ella igualmente chocó y se accidentó, pues en ese momento mi vida cambiaría, pues conocí a la mujer de mi vida, en dichos momentos donde uno suele ser tan inocente como cuando se es joven, cuando uno cree que nada puede hacerte daño, que se vive para siempre, y hoy aquí sentado esperando respuestas sobre mi esposa y mi bebé, parece un mundo totalmente diferente, sin embargo se trata también de otro choque u otro accidente bajo la lluvia, sólo que este no estaba seguro de cómo podría repercutir en mi vida, ya que son hechos similares, pero consecuencias diferentes, pues uno de ellos trajo más vida a mi existencia, y el otro resiento que le quita existencia a mi vida. 

A Través del RecuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora