Capítulo 9: Mi cama, la metamorfosis y ella

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Pasaban los meses y el vientre de Ana aumentaba cada vez más, casi al parecer de forma paralela con el amor que nos teníamos el uno al otro, y el amor para con la pequeña criatura que esporádicamente daba señales de vida, como si cada movimiento del bebé en ese vientre nos brindara a su vez más alegría a cada uno de nosotros en nuestras almas. Le tocaba música a Ana mientras estaba embarazada, pequeñas baladas de guitarra, pues tenía el sueño y el gran deseo de poder tener a mi bebé en su cuna mientras yo le cantaba para que pudiera dormir, como si quisiera que solamente con mi voz yo la pudiera tranquilizar, calmar sus miedos, o curar sus dolores, como cualquier padre o madre querría.

Estando aquí en mi sala, sentado en este viejo sillón, veo una pequeña foto en especial, sobre la chimenea, pues habían varias ahí colocadas, por lo que me levanto y me adentro hacia la habitación hasta llegar hacia aquella foto, que más que una imagen realmente es un recuerdo, viendo a Ana embarazada a mi lado, sosteniendo ella su vientre lleno de vida, por lo que un mundo de sentimientos y emociones acogen mi corazón y mi ser al ver aquella fotografía justamente en este día.

Ha oscurecido sin darme cuenta, pues realmente pasé la mayoría del día recordando mi vida, sonriendo en mi soledad, y derramando una que otra lágrima en compañía de solamente fotografías que al parecer tienen tanta energía como yo ahora, por lo que realmente la soledad es sólo una ilusión, me encontraba tan inmerso en el viaje a mi vida que realmente ni salí al pueblo, ni proseguí mi lectura, sino que me quedé en mi hogar a revivir mi vida en un solo día.

Recordar es vivir.

Me dirijo a prepararme para dormir, en aquella cálida habitación de todos los días, me coloco mi pijama favorita, de color azul marino con rayas blancas verticales, suave y cómoda, pues mi cuerpo ya no soporta cualquier tela, o posiblemente es mi mente más acostumbrada y necia debido a los años que han pasado por mí. Debo ir al baño a cepillarme los dientes, ya que sigo manteniendo ciertos hábitos arraigados, lavo mi rostro y me miro un momento en el espejo, viendo mis arrugas y marcas de expresión, imposibles de ocultar y de borrar, pues todas aquellas imperfecciones denotan una historia, y las expresiones que realicé toda mi vida para que estas pudieran formarse después de años, ya sea sonreír y marcar las comisuras de los labios, o enojarse y marcar aquellas arrugas en mi frente, cada línea en mi rostro es una vivencia, un amor, un amigo, un buen chiste, una tarde triste, y ahora me veo al espejo como si fuera mi cara el mapa de mi vida, sin embargo lo que aún me aflige es que no sé hacia donde se dirige, ni dónde, ni cómo termina, pues ya he recorrido bastante, sin embargo me siento feliz con todos los destinos que he tenido.

He salido del baño, y veo mi cama, bien tendida, serena y casi con vida, como si sufriera una metamorfosis cada que duermo en ella y me lleve a los sueños donde en estos últimos años, son aquellos donde más vivo, donde más siento, y donde más extraño todo aquello que alguna vez he experimentado. Camino hacia ella con la esperanza de que esta noche me lleve a un buen lugar, a aquellos días de gloria, por lo que me recuesto en el lado derecho, siempre el lado derecho, pues del izquierdo se encontraba mi amada, y me gusta pensar que así sigue siendo, respetando su lugar, así como si dejara una marca en la cama, como dejó su lugar también en mi alma y mi corazón.

Volteo hacia la izquierda, suspirando, pues hoy la extraño más que nunca, más aun en este día específicamente. Algunas veces antes de dormir hablo en voz alta volteando a ver dicho lado diciendo "Buenas noches, mi amor", y casi siento que me responde, con un beso en la mejilla.

Comienzo a pensar en este día, hace 34 años, pues son los años que cumple mi hija, la misma edad que tenía mi bella esposa Ana, cuando llegó a nosotros el amor de nuestras vidas, el nacimiento de nuestra bebé.

Era un día... de hecho bastante similar al día en que conocí a Ana, en aquel accidente bajo la lluvia, donde coloqué mi paraguas sobre ella para proteger a mi amada de aquel cielo lloroso, en la facultad de Medicina. Nublado y lluvioso.

A Través del RecuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora