1. New life

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El trotar de los caballos, los diferentes olores del mercado, la brisa y el sol en mi rostro hacían el viaje mucho más magnífico de lo que imaginé.

Zach soltó una exclamación de admiración y sus ojos brillaron mirando todos los colores de los mercaderes y la música.
Sonreí al verle tan feliz y devolví mi mirada al camino.

Todo era hermoso. Lectus* no se comparaba en nada a los demás pueblos que habíamos visitado. Esperaba quedarme en este lugar durante mucho tiempo, pero eso solo pasaría si la guerra se prolongaba más.

Estas semanas eran las últimas antes de que la guerra entre Lectus y Aslondor empezara.
Aslondor había dejado a Lectus celebrar las fiestas con la condición de dejarles venir al día del dragón.
El día más grande en las tierras Curnos*² y a la vez, el día que más odiaba.

Ese día todos lo caballeros más nobles del reino se peleaban por la cabeza del dragón. Un pobre dragón salvaje que no había tenido elección.

La guerra había comenzado por... No sé por qué había comenzado. Eran problemas secretos de monarquía entre Aslondor y Lectus. Cosa que afectaba a todo Curnos.

Me parecía demasiado triste el hecho de haber venido a este bello país solo por la guerra. El señor Herron era soldado y le habían solicitado en el ejército Lectuniano para luchar contra Aslondor. Por eso el motivo de nuestro translado.

El señor y la señora Herron eran muy buenas personas, pero la falta de dinero les obligó a venir aquí. Nos íbamos a alojar en una pequeña cabaña, lejana al mercado y del castillo, donde habían vivido una anciana pareja antes de fallecer. Allí empezaríamos nuestra nueva vida en Lectus, como campesinos normales hasta que Zachary y el señor Herron se alistaran como caballeros.

Yo no me podía quejar, me habían acogido en su hogar como a un hijo más y sentía que era mi culpa su traslado por gastar parte de su dinero en mis necesidades primarias.

Zach siempre decía me quitaba todo pecado frente a mis pensamientos. Él decía que yo era su hermana y todas las familias pasaban por tiempos de pobreza.
Pero no podía evitar sentirme de esa forma.

—¡Zachary! —el grito de la señora Herron me devolvió a la realidad y miré a Zach correr riendo entre las tiendas.

Parecía emocionado y eso me alegraba.

Reese y Ryan le siguieron y yo también bajé del carro con una radiante sonrisa en el rostro.
Miré a la señora Herron pidiendo permiso y ella negó con la cabeza sonriendo.

—Vete muchacha, ya no hay mucho que pueda hacer.

Sonreí aún más y miré hacía el frente para comenzar a andar entre las tiendas.
Todo era tan colorido y la gente era tan extravagante... Me encantaba.

El castillo se posicionaba en frente de toda la ciudad y visión de los lectunianos, como una roca de mármol inmóvil.
Su color blanco hueso, el detalle plateado en los ventanales y las banderas rojas me hacían suspirar. Se parecía mucho a la descripción que daba la señora Herron de los castillos con princesas y príncipes que narraba en sus cuentos.

Era casi imposible imaginar que una guerra iba a azotar este lugar con fuerza. Todo era tan bonito que la sonrisa desapareció de mí rostro al saber que cuando la guerra comenzará, todo se destruiría.

Estaba preocupada por Reese, Ryan, Zach y los señores Herron.
No quería que les pasara nada, pero en tiempos de guerra eso era inevitable.
Al igual que la inscripción de Zach en el ejército.

Si fuera por mí, yo le remplazaría a él y a su padre. Pero era mujer, y mi deber estaba en la casa y los niños.
Por mala fortuna.

Yo era extraña. Extraña para las chicas de mi edad. Ellas andaban de aquí para allá comprando vestidos para banquetes familiares y yo con suerte tenía tres de ellos. También estaban siempre en el hogar, mientras yo preferiría salir fuera a jugar con los chicos y montar a caballo.

La señora Herron siempre me reñía por eso, pero acabó aceptándolo y me dejó ir con la condición de ayudarla en la casa siempre que ella quisiera.

Os preguntaréis por qué no vivo con mis padres y me alojo con los Herron.
Pues veréis, la señora Herron me encontró una noche de luna llena a los pies de un árbol.

Nadie se encontraba allí, solo una nota con mi nombre en letra cursiva.

—¡Adela!

Me giré hacia Reese con una sonrisa y ella agarró mi mano para empezar a correr entre los puestos de comida y tela.

—¿Has visto aquella? —señaló una bonita tela azul brillante—. Es hermosa. Ojalá madre me hiciera un vestido con ella.

Sonreí con pena. Aquella tela era demasiado cara como para que la Señora Herron pudiera comprarla.

—Algún día.

Ella puso una mueca pero asintió.

Seguimos mirando las tiendas hasta que el sonido de los tambores y los gritos nos hicieron parar.
Un gentío hacia paso a caballeros en caballo, con lanza y armadura. Eran morenos de piel y en sus rasgos se podía deducir que no eran de aquí.

Miré la bandera que colgaba del lomo del caballo y solté un grito ahogado.

—¿Quiénes son esos Adela? —se cuestionó Reese confundida a mí lado.

—Es el reino de Aslondor —susurré y la puse detrás de mí con precaución—. Quédate quieta y no te separes.

Ella asintió y agarró mi mano. Los caballeros siguieron avanzando con sonrisas arrogantes, mientras los lectunianos se mantenían callados.

Uno de ellos me miró a los ojos y desvíe la mirada con rapidez. Mi corazón iba a mil cuando noté que se había bajado del caballo y tragué saliva.

—Queremos a esta —le oí decir y fruncí el ceño ofendida aún sin mirarle.

Le logré mirar a los ojos cuando agarró mi brazo bruscamente.

Era horrible. Piel morena, pero sucia; sonrisa malévola y ojos negros como el carbón. Tendría alrededor de 30 años y olía a establo.

Forcejeé un poco para que soltara mi brazo, pero solo logré que apretara más, consiguiéndome hacer más daño.

—¡Ay! —me quejé y empujé a Reese hacia atrás para que no llegara a verla agarrada a mí vestido.

Un chico de más o menos 20 años llegó a nuestro lado y me miró duramente para después hacer lo mismo con aquel hombre.

Ojos azules verdaceos, piel morena, pelo castaño y alto, muy alto.
Él llevaba la armadura de Lectus y supliqué con la mirada que me ayudara.

—Vinisteis para la celebración del dragón, está muchacha no está en venta —declaró el joven con la voz dura.

Oculté una sonrisa, el hombre bufó soltándome y se fue de vuelta a su caballo.

—Muchas Gracias —le dije al muchacho y él sólo sonrió, dándose la vuelta para volver a guiar a los caballeros de piel morena hacia el palacio.

Todos siguieron la marcha y pronto el reino de Aslondor desaparecía de mi vista.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo al darme cuenta de que esos soldados pasarían las fiestas en Lectus.
Sabía que nada bueno podría pasar con esos hombres aquí.

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*= Lectus: Significa Limelight en Latín.

*²= Curnos: Más bien dicho Cur nos. Significa Why Don't We en Latín.

THE PRINCE; C.B Donde viven las historias. Descúbrelo ahora