5. King's "Friend"

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Nos quedamos en silencio un largo tiempo, solo observándonos mutuamente.

—¿Va a llevarme ante el rey para que me decapite? —pregunté con la cabeza alzada y el pecho inflado, demostrando que no tenía miedo.

Corbyn sonrió de lado y negó.

—No. Todavía no —rió divertido y fruncí el ceño—. Cuéntame, ¿Cómo pensáis salvar a este “bello animal”?

—Le voy devolver a su hogar, de dónde pertenezca.

—Está a días de aquí, y por lo que se ve, usted no sabe el camino —comentó Corbyn burlesco con la ceja alzada—. Y es un viaje demasiado peligroso para una dama, ¿No cree?

—No, no lo creo —Nox Caelo bufó y echó humo al muchacho—. No lo creemos.

El rubio tosió un poco para echar el humo que se había colado hasta sus pulmones y oculté una sonrisa con la manga de mí vestido.

—¿Por qué está tan empeñada en salvar a esta criatura diabólica?

—Porque no es una criatura diabólica —acaricié el hocico del dragón y él cerró los ojos agradado—. ¿No lo ve? Si no le trata como una bestia no se comportará como tal.

Corbyn puso una mueca y se quedó callado.

—¿Quiere probar? —pregunté señalando al dragón con la cabeza—. No muerde. Bueno, en teoría sí, pero... Solo venga.

El rubio vaciló un poco antes de dar varios hacia de Caelo.

—Más cerca —pedí en un tono divertido por su miedo.

Dió un paso más y ya se encontraba en frente del dragón, al lado mío.

Solo así me pude dar cuenta de lo alto que era.

Corbyn miraba a Caelo sin pestañear, desafiándole con la mirada, fingiendo que no tenía miedo.
Pero no sé atrevía a tocarle.

—Relaje la mirada —recomendé al oír a la criatura gruñir—. Está a la defensiva y puede atacar.

El rubio suspiró y relajó los hombros cerrando los ojos.

Agarré su brazo y lo acerqué al dragón.

Caelo olió al chico y observó su expresión, solo así se dejó tocar cerrando los ojos como el rubio.

Corbyn abrió los ojos en ese momento sorprendido y yo sonreí.

—¿Ve? No es malo.

Él acarició la cabeza del dragón asombrado y los dos pudimos oír como Caelo producía una especie de ronroneo.

Me reí un poco y Corbyn apartó la mano ocultando que eso le había parecido adorable. Se le notaba en la mirada.

—¿Me va a ayudar? —pregunté de pronto.

—¿A qué?

—A sacarle de aquí.

Corbyn arrugó la nariz y bajó la mirada rascando su nuca.

—No sé si pudiera señorita, se podría decir que soy amigo del rey.

Levanté una ceja sin confiar en sus palabras. Llevaba ropas desgastadas de un color marrón sucio, tenía la cara algo manchada y su pelo estaba completamente despeinado.
No parecía para nada amigo de alguien tan importante como el rey.

—¿Enserio? —aguanté la risa—. Si no me quiere ayudar solo dígalo, no hace falta que mienta.

—No miento —se defendió y ahora alcé ambas cejas—. Conozco al rey.

—Pues podría decirle que es un maldito asesino que solo quiere ver el sufrimiento de una criatura inofensiva por diversión.

—Trato hecho señorita, pero eso la podría llevar al calabozo —dijo Corbyn lo bastante serio como para asustarme.

Un pequeño estornudo de Caelo me hizo volver en mí misma y fruncí el ceño.

—¿No puede hablar con él? ¿Decirle que hay otras formas de diversión sin violencia?

Corbyn negó angustiado.

—Nunca me hace caso —bufó—. Es demasiado terco.

—Parece que tiene mucha confianza con el monarca —comenté con las cejas alzadas y él rubio enrojeció—. He de haber alguna otra manera para salvar a Caelo —suspiré sin hacer mucho caso a su sonrojo.

El muchacho suspiró pasándose los dedos por su cabello.

—Vale, la ayudaré. Pero solo para librarle esta noche de su condena. Si no me meteré en muchos líos.

Sonreí emocionada y di algunos saltitos en mi sitio.
Corbyn rió divertido y se dispuso a abrir la jaula con una llave que tenía en el bolsillo.

—¿Le han dejado la llave?

—Se lo dije, Adela —suspiró él abriendo la puerta y luego me sonrió—. Soy amigo del rey.

Caelo dio los primeros pasos torpemente fuera de la jaula y rugió alegremente.

—¡Shhh! —le mandé callar—. Nos van a descubrir.

Caelo hizo un tipo de asentimiento con su gran cabeza y sonreí.

—Llevarlo al bosque —ordenó Corbyn—. Yo distraeré a los guardias mientras tanto. No pasarán por allí.

Asentí con rapidez agarrándome a la cabeza del dragón.

—Gracias —dije con sinceridad en un murmullo y el muchacho estiró las comisuras de sus labios para regalarme una sonrisa—, Corbyn.

Río levemente y se colocó la capucha de su poncho antes de hacer una extraña reverencia.

—No es nada —murmuró divertido y puso sus dedos entre sus labios para hacer un pequeño silvido—, Adela —entonces un caballo negro llegó a su lado y él se subió con agilidad—. Pero me debéis una.

Fruncí mi ceño estirando mi postura lo más posible aún montada en el dragón.

—Creía que era usted un caballero, Corbyn. ¿Cómo pretende que mi persona le devuelva este gran favor?

El rubio sonrió de una forma burlesca y soltó una pequeña risa.

—Lo soy, señorita. Pero soy un caballero inteligente y sé lo que me conviene —tiró hacia arriba de las cintas que sujetaban al caballo—. Ya lo hablaremos la próxima vez que nos veamos.

—¿Habrá próxima vez? —le sonreí algo entretenida con la charla y agradada por su actitud divertida.

El asintió sonriendo y guiñándome un ojo.

—La habrá, y más pronto de lo que cree.

Se oyeron caballos a lo lejos y los dos cambiamos nuestras sonrisas por muecas apuradas.

—Corre, vete, rápido.

Asentí nerviosa y sin despedirme dirigí a Caelo con rapidez hacia lo más profundo del bosque.

Después de todo, Corbyn y yo nos volveríamos a ver. Y las despedidas eran para siempre.

THE PRINCE; C.B Donde viven las historias. Descúbrelo ahora