19. Just you and I

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A la mañana siguiente, los gritos incesantes de algunos dragones despertaron a media aldea, que suponía que estaba acostumbrada a usar aquello como despertador.
En cambio, a mí me pareció un sonido terrible que me hizo pensar que íbamos a morir.
Me equivocaba, y peor fue darme cuenta que en vez de morir debía levantarme.

Me encontré con Corbyn en la entrada de una cabaña, entre el desconcierto y desorden que causaban las mujeres intentando entender el porqué del alboroto.

—Buenos días, Corbyn —saludé con una estúpida sonrisa que intenté disimular después de darme cuenta, desviando la mirada para centrarme en las mujeres caminando de allí para allá.

Él rió adorablemente y, ladeando la cabeza, me devolvió una sonrisa tierna. Me hizo olvidarme de que debía preguntarme la razón del escándalo que había a nuestro al rededor.

—Buenos días, princesa.

Fruncí el ceño y entorné con cuidado mi cuello para mirarle molesta al oír aquel apodo.

—No me llames así —reclamé con una mueca de disgusto—. Es extraño y... No me gusta que cambies la forma de verme solo por mis verdaderas raíces.

Era gracioso como todo había dado la vuelta y ahora era yo la que le regañaba por ser tan cortés en mi presencia.
Comencé a entender su desesperación al recién conocernos.

—¿He osado llamarte así por aquella mala hazaña de la que me acusas? —rió un poco y fruncí el ceño nuevamente—. Adela, debes comprender que te llamo de esta manera porque eres mi princesa, la de mi corazón— mis mejillas se tiñeron de un rojo potente y aparté un mechón de pelo de mí cara con vergüenza—. Y ¿Quién sabe? Quizás algún día me permitas llamarte mi reina.

Aquel rubio pretendía volverme loca. Aún más de lo que creía estarlo.

Sus movimientos románticos eran muy rápidos como para que pudiese procesarlo bien ¿Ya pretendía casarse conmigo?
Quería gritar.

—¡Adela! —Sophia salió agitada de la enfermería, y allí fue cuando recordé el alboroto que estaba iniciándose en la aldea tras el comienzo de los rugidos "despeetadores"—. ¡Es Nox!

Mis alarmas mentales se activaron en ese entonces y corrí a la enfermería apurada, levantando un poco la falda de mí vestido para no caer e ir más rápido.

En cuanto abrí la cortina de aquel lugar, la imagen de Nox rugiendo apareció en mi campo de visión.
Debía haberlo supuesto. Los rugidos no eran algo normal en aquel lugar. Pero el cansancio ganó a mi razonamiento.

—¡Nox! —exclamé en un grito ahogado y me arrodillé a su lado—. ¿Qué la pasa?

Todos los rostros de la habitación se suaviza ron con gracia y junté mis cejas sin comprender la situación. Los acontecimientos de las últimas lunas desde que llegué a éste lugar no eran de mi comprensión todavía. No entendía nada.

—Está contenta —sonrió Sophia acariciando el hocico—. Todos los dragones lo están.

Iba a preguntar la razón, pero cuando Anna apareció con un gran huevo entre algunos mantos, supe el porqué de todo.

—Oh dios —me levanté para verlo de cerca y lo acaricié suavemente.

Corbyn se asomó por la puerta, sin atreverse a pasar pero asombrado con la escena. Miré a Nox orgullosa y rodeé su largo cuello entre mis brazos.

—¡Vas a ser mamá! —exclamé contenta y las dos mujeres rieron.

—Sí, pero para aquello faltan dos meses —alertó Anna y colocó el huevo al lado de Nox para que le diera calor.

THE PRINCE; C.B Donde viven las historias. Descúbrelo ahora