Capítulo: 09

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—¡Eso es mentira! —escuché gritar a mi padre colérico mientras mi madre sollozaba a su lado.

Era domingo y por primera vez las puertas de la iglesia estaban cerradas para nosotros (y por nosotros me refería a mamá, a papá y a mí), lo más cerca que podíamos estar era a solo dos metros, las personas del pueblo nos impedían la entrada. Entre los que se encontraban había varios conocidos, compañeros de clase y amigos, entre los amigos estaban los señores Rizzo y mi novia, quién cubría su boca con sus manos y negaba con vehemencia mientras me miraba. Su madre la sujetaba del brazo, temerosa de que escapase en cualquier momento, la conocía muy bien.

De la nada me sentí abrumado, había una horrible sensación oprimiendo mi pecho y el corazón parecía que saldría en cualquier momento por mi garganta. Seguía sin poder asimilar la blasfemia que Peter Crawford acababa de decir sobre mi familia.

—Tengo pruebas —el hombre que lideraba la protesta, agitó un sobre amarillo en nuestra dirección.

Su mentón levantado me dejó ver lo orgulloso que estaba. Al fin estaba obteniendo los resultados de todo lo que tanto había deseado desde que llegó a Crowley Hope. Lo que me hizo pensar: ¿Acaso esto era lo que tenía planeado desde el principio? ¿Hacer quedar a mi padre como el peor de los hombres delante de todo el pueblo? Porque parecía tener todo muy bien calculado, pero eso era algo que nunca sabría con certeza, y siendo honesto, era algo que ya no importaba, fuera cual fuese su plan principal; los resultados habían dado positivos para ese miserable ser.

—Sea lo que sea que tengas ahí, Peter Crawford... —dijo mi padre, señalando con ímpetu el sobre que yacía en las manos del reverendo—. No será suficiente para que mis verdaderos amigos dejen de creer en mí -papá hizo énfasis cuando dijo «verdaderos amigos», y su mirada se desvió en dirección a los Rizzo. Y fue justo en ese momento en que Cara logró escaparse del agarre de su madre.

Marina Rizzo gritaba furiosa el nombre de su hija mientras la veía correr a toda velocidad hacia nosotros, más en específico, hacia mí.

El cuerpo de Cara se impactó con violencia contra el mío al mismo tiempo que sus brazos se enroscaban en mi cuello. No demoré en responder positivamente la acción. Una vez en mis brazos su llanto aumentó.

—Yo-yo creo... —dijo entre sollozos—. Yo creo en usted señor Jensen —logró decir. Sus ojos grises empañados por las lágrimas, se posaron en los de papá, quien no dudó en regalarle un asentimiento de cabeza acompañado de una leve sonrisa.

—Pero yo y el pueblo de Crowley Hope, no lo hace —la voz de Crawford retumbó en mis oídos.

Cuando mi mirada se posó sobre él, me encontré con que sus azulados ojos ya me miraban. Cólera pura desprendía de aquella lacerante y oscura mirada. Supe de ante mano lo que había provocado su repentina furia. Y esta vez, me permití ser yo quien lo mirara con orgullo y con sorna.

—No, no todos —dije jocoso, con Cara situada a mi lado.

Sus ojos parecían lanzar cuchillas en mi dirección, en esta ocasión no se molestó por ocultar la rabia que le causaron mis palabras y pudo permitirse ese lujo porque la gente que lo rodeaba tenía toda la atención puesta en mi familia.

—En efecto, no todos —al instante reconocí aquella voz. En menos de un segundo giré sobre mis talones, Cara y mis padres no tardaron en imitar mis movimientos.

Y pese a parecer que no había motivo alguno, sonreí. Porque para mí si lo había. Frank se aproximaba hacia nosotros mientras que mi mejor amigo y el señor Marsh caminaban detrás de él. Los tres hombres tenían expresiones distintas. Pude ver la sonrisa cargada de desprecio en el jefe Frank, la mirada ceñuda y desconcertada en el alguacil del pueblo, y la furia pura en los ojos miel de Will. Cada uno mostraba su sentir de manera diferente mientras miraban al sustituto del señor Smith y a la gente que lo acompañaba.

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