Salvando a Albafica

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- Alex, estaba preocupada- dijo Anaís al ver a su gemela entrar esa mañana al comedor, con algo diferente en su rostro- No viniste a dormir anoche. ¿Dónde estuviste? - Bueno...yo...pasé la noche...con Deuteros- balbuceó Alexandria muy sonrojada, bajando la cabeza. Para su sorpresa, Anaís corrió hacia ella y la abrazó con una alegre sonrisa. - ¡Alexandria Verónica Vega, por fin decidiste perder la virginidad!- exclamó casi gritando- ¡Pensaba que ibas a casarte con los libros de matemáticas! - ¡Ya cállate, escandalosa!- regañó Alexandria en voz baja, avergonzada. - Con decirte que anoche tuve una noche loca con El Cid- dijo Anaís con picardía. - Ay, hermana, te acuestas con todos, pero no amas a ninguno, eso está mal- le sermoneó Alexandria. - No es cierto, yo estoy coladita por Dohko y por Albafica- dijo Anaís con un suspiro enamorado- A Dohko lo he probado bastante, pero Albafica no me hace ningún caso. - No es de extrañar- dijo Alexandria- Nunca pensé que diría esto, pero tienes razón: debemos salvarlos a todos y cambiar la historia. Al oír esto, Anaís aplaudió alegremente y abrazó a su hermana hasta casi sacarle el aire.
Al día siguiente
- ¿De verdad tienes que irte, Deuteros?- preguntó Alexandria angustiada. - He pasado demasiado tiempo aquí, debo volver a entrenar- dijo Deuteros con una sonrisa melancólica, estrechando a la joven entre sus brazos. - No quiero que te vayas- murmuró Alexandria con lágrimas en los ojos. - Volveremos a vernos, te lo juro- se comprometió Deteros, limpiando las lágrimas con sus pulgares- Te amo. - Yo también te amo- dijo ella sin dejar de llorar. Cuando lograron deshacer el abrazo, muy a su pesar, se besaron de manera muy dulce y Deuteros se marchó, mientras Alexandria emprendía la subida por las restantes casas desde Géminis hasta Acuario. En Cáncer, vio a su hermana manoseándose y apretujándose con Manigoldo, pero no le dio importancia esta vez. Al llegar a Virgo, escuchó la suave voz de Asmita, quien le preguntó: - ¿Por qué estás tan triste, Alexandria? - Deuteros se fue- respondió ella llorosa. Le pareció que Asmita cambiaba su expresión serena por una de tristeza. - ¿Qué ocurre, Asmita?- inquirió sorprendida. - Sé que no hablamos mucho, pequeña, pero yo siento tu dolor como si fuera el mío- respondió Asmita con voz alterada. - Ya veo, lo siento- se disculpó Alexandria, intentando dejar de llorar. Un rato de charla después, se marchó hacia Acuario sintiéndose mejor.
Un año después
- ¡Vamos ya, Alex!- apremió Anaís- ¡Albafica ya está luchando contra Minos! - ¡Ya lo tengo todo listo, hermana!- gritó Alexandria desde su habitación. Ambas jóvenes salieron del templo de Acuario muy decididas. Alexandria traía un cuchillo especial y un aparato estrambótico en las manos. Llegaron muy pronto al lugar donde Albafica ya había sido atrapado por la Marioneta Cósmica de Minos. - ¡¿Pero, qué hacen aquí, niñas!?- gritó alarmado el precioso Santo- ¡Váyanse, es peligroso! En vez de obedecerle, Alexandria lanzó certeramente el cuchillo, cortando los hilos que sujetaban a Albafica, para después activar el aparato. "Espero que funcione", pensó Alexandria, que no había podido comprobarlo. Antes de que el estupefacto espectro pudiera reaccionar, un portal dimensional se abrió a sus espaldas y lo succionó rápidamente, cerrándose inmediatamente después. - Listo, Grifo ya no será una molestia- dijo Alexandria, apagando el aparato. - ¿¡Qué...cómo hicieron eso!?- chilló anonadado Albafica. - Secreto de Estado- dijo Alexandria con mucho misterio. - Alba, por salvarte la vida, tienes que ser mi novio- ordenó Anaís de manera infantil. - Ay, Albafica, ¿seguro que no preferirías haber muerto épicamente?- bromeó Alexandria, provocando la risa del aludido para sorpresa de ambas chicas. - Por cierto, ¿adónde enviaste al pelo de tusa?- inquirió Anaís entre risas. - A la Era del Hielo- respondió Alexandria serenamente. - ¿Tan atrás?- preguntó Anaís asombrada. - Me refiero a la película, idiota- aclaró Alexandria algo molesta. - Aaah- vocalizó Anaís comprendiendo, a diferencia de Albafica, quien mostraba una expresión confusa en su hermoso rostro.
En otra dimensión
- ¿Qué es esto?- inqurió estupefacto Minos, viéndose rodeado de manadas de animales arcaicos; uno de ellos lo aplastó con su enorme extremidad. - Mira, Sid, parece que he pisado a una extraña criatura de dos patas- observó un mamut lanudo de gigantescas proporciones. - Oy, si es más feo que mi abuelita sin maquillaje, Many- dijo un perezoso dientudo mirándolo- Mejor limpiáte la pata, podría ser un virus desconocido. - Sí, tienes razón- concordó el mamut, continuando su camino.
De vuelta a The Lost Canvas
- Vamos, Anaís, Albafica es apenas el primero a salvar- dijo Alexandria. - Sí, vamos, hermanita- asintió Anaís, volviendo juntas al templo de Acuario.

Atrapadas (Saint Seiya: The Lost Canvas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora