Encerrando a Hypnos

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- ¿Cómo se encuentra el Patriarca?- inquirió Alexandria aquella mañana. Ese día debían partir rumbo al castillo de Hades. - Aún está convaleciente, por lo que la señorita Athena ha decidido enviar al maestro Hakurei al frente de las tropas que partirán hacia el castillo de Hades- explicó Dégel con todo detalle, ignorando que la misma Alexandria le había aconsejado a Sasha disponer las cosas de aquel modo para que no se afectara el curso de la historia. - Gracias, Dégel- dijo Alexandria sonriente, para después verlo marcharse hacia la Cámara del Patriarca. Todo esta yendo muy bien. Claro, excepto por el inoportuno embarazo de Anaís, del cual nadie sabía aún. Alexandria suspiró fastidiada al recordarlo. - Ay, hermana, cambia esa cara- dijo Anaís mirándola. - Es la única que tengo- dijo esta con amargura. - Te vas a poner vieja antes de tiempo por coger tanta lucha- señaló la rubia- ¡Mira, te está saliendo una pata de gallina! - Deja de hablar sandeces, Anaís- replicó Alexandria molesta- ¿No me dijiste que no querías dejar de ser útil por el tema de tu embarazo? Pues, hoy es la oportunidad de que lo demuestres- abandonó el asiento que ocupaba- Hoy nos corresponde salvar a Hakurei y encerrar a Hypnos. - Seh...ya veremos- dijo Anaís con despreocupación, dirigiéndose a la salida del templo- Ahora voy a visitar a Kardia y a darle mimitos- añadió con malicia, sabiendo que eso molestaba a su gemela. Esta se percató de ello. - Que te vaya bien: que te parta un rayo y te arrolle un tren- dijo con acidez. - ¡Miren nada más, lo que me desea mi propia hermana!- dramatizó Anaís con lágrimas de cocodrilo. - Es el Renacimiento, boba, aún no existen los trenes como tal- aclaró la de cabellos negros. - Tsk... De todos modos, más tarde vuelvo para que salvemos a Hypnos y encerremos a Hakurei- chistó su gemela. - ¡Es al revés, idiota!- exclamó Alexandria, temiendo que su hermana fuera a proceder en ese orden.
Minutos después, en el templo de Escorpio (Advertencia: Escena Lemon)
Anaís llegó con Kardia y no hubo siquiera un saludo por parte de ninguno de los dos, sino que fueron directo al asunto. Kardia le desabotonó el vestido a la joven, quien no usaba ropa interior y quedó simplemente en cueros ante él en aquella calurosa habitación. Entonces, Anaís tiró de la camisa de él hacia arriba y se la quitó, al tiempo que, en su desespero por quitarle el pantalón, le arrancó de cuajo los dos botones que tenía, algo que Kardia ni notó. Ambos ya se habían descalzado; sin pensárselo mucho, se brindaron el primer beso del día. Los labios se movían de forma experta sobre los ajenos, devorándolos sin prisa, pero sin pausa. - Pensé que las putas no besaban en la boca- dijo Kardia al terminar el beso. - Soy una puta especial- dijo Anaís, a quien le gustaba que le hablasen sucio en esa clase de situaciones. - Ahora, bésame otra parte- dijo Kardia con malicia, mientras mordía y chupaba el cuello de su amante. Esta entendió lo que él quería y se arrodilló para meterse su miembro en la boca y saborearlo; él la tomó por la cabeza y la empujó hacia su cuerpo, embistiéndola frenéticamente y gritando...cosas que podrían no ser adecuadas. Cuando Anaís le extrajo todo el semen, Kardia la tumbó en la cama y la penetró con el mismo frenesí de antes, mientras devoraba sus pechos. Los gritos de ambos se escuchaban hasta la casa de Libra.  - Ponte en cuatro- le ordenó él al sentir los fluidos femeninos unirse a los suyos. Ella obedeció, apoyando los brazos en la cama; Kardia le separó las nalgas y empezó a lamer esa cavidad, uno de sus gustos, sobre todo porque estremecía de placer a su compañera, la hacía gritar su nombre como nunca y derramarse en líquidos. Continuaron su sesión de sexo hasta el mediodía.
Mediodía, castillo de Hades
Para cuando Anaís llegó a este lugar, ya Hakurei se encontraba peleando contra el dios del sueño y su gemela se limitaba a observar la batalla en compañía de Shion, Yuzuriha, Tenma y Dohko. - ¡Anaís, creí que no vendrías!- exclamó Alexandria ceñuda al verla- ¿Qué no ves que esto es algo muy serio? - Ay, ya, herma, si no hay teatro deja el drama- dijo Anaís tranquilamente. - ¡Chicas, no deberían estar aquí, ni siquiera son santas!- advirtió Hakurei preocupado. - ¡Viejo, deja de gastar tu energía en chácharas y encierra a ese bastardo de una puñetera vez!- gritó Anaís irritada por la cantidad de palabrería que había en aquel combate. - ¿Bastardo?- preguntó ofendido Hypnos. - Es una broma, hombre, eres mi favorito, lástima que seas de los malos- dijo Anaís con una ligereza que dejó aturdido al dios. Hakurei aprovechó la confusión para lanzarle una esfera de energía a este, lo cual lo distrajo lo suficiente como para arrojarle su técnica final, logrando finalmente encerrarlo. Hakurei se disponía a bajar la barrera del castillo usando la espada bañada en la sangre de Athena; pero, para su sorpresa, Alexandria se la arrebató de las manos. Con un rápido movimiento, la joven paró la estocada de una espada negra que se dirigía hacia él. - Te estaba esperando, Hades- dijo la chica sonriendo con sorna- ¿Por qué demoraste tanto? Acto seguido, Alexandria incrementó la presión de su espada, haciendo retroceder al rey del inframundo un par de pasos. - Impresionante- aseguró este con una sonrisa burlona, bajando su espada- Puedo ver que no eres una simple humana. ¿Por qué le niegas la salvación a estos mortales? - Están bajo mi protección, y nadie muere estando a mi cuidado- aseveró Alexandria, plantándose firmemente ante el dios. Excepto Anaís, quien estaba asistiendo a Hakurei y curando sus serias heridas, todos estaban boquiabiertos ante la excepcional fuerza y determinación mostradas por aquella jovencita. Pero, de repente, el pesado Cosmos de Hades empezó a manifestarse con furia, doblegando en gran medida a los aliados de Athena. Dohko y Tenma unieron sus poderes para pelear contra él, pero fueron derrotados. - ¡Salgan de aquí, yo lo detendré!- se ofreció Dohko con inusitado valor. - ¡Pero...!- trataron de objetar Shion, Tenma y Yuzuriha, mas Anaís y Alexandria los sujetaron de los brazos. - ¡Así debe ser!- exclamó Alexandria decidida- ¡Les prometo que Dohko estará bien! ¡Ahora, teletranspórtanos, Shion! Él obedeció sin chistar, algo en aquella valerosa jovencita le inspiraba mucha confianza. Pronto, las gemelas, Shion, Tenma Yuzuriha y Hakurei estuvieron en sitio seguro, solo para contemplar cómo el castillo de Hades se derrumbaba y este ascendía a su nueva fortaleza en el cielo, no sin antes retar a Athena y a sus Santos a que fueran a pelear allí. El Cosmos de Dohko había desaparecido, por lo que dos lágrimas recorrieron las mejillas de Shion al pensar que había perdido a su mejor amigo, en tanto Tenma sollozó y maldijo por esto. Alexandria y Anaís solo los miraron apenadas, pero consciente de que esto no había sido así.

Atrapadas (Saint Seiya: The Lost Canvas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora