capítulo 15

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En la mañana.

La alarma sonó, él oji-rubíes se despertó un poco sobresaltado, ya que el sonido era un poco fuerte.

Giro su cabeza hacia el costado y miró al chico que se encontraba a su lado.

Se quedó viéndolo, pero estaba perdido.

Yugi aún no se despertaba, Yami apagó la alarma y se acercó más a Yugi. Este lo zamarreó mientras lo llamaba por su nombre.

—Yugi... Despierta...—

Soltó un bostezo y Yugi abrió sus ojos.

Este vio los rayos del sol entrar por su ventana y rápidamente habló:

—¿¡Qué hora es!? — Gritó sobresaltado.

Yami miró el reloj y fijo sus ojos nuevamente en los de yugi.

—Son las 8:47, difícil despertarte...— Rió suavemente.

—Me asusté por un momento. Voy a prepararte el desayuno.

—No, está bien Yugi. Iré a mí casa a desayunar, además, tu en un rato tienes que salir

Río de lado él oji-rubíes.

—Excusas excusas, no acepto un no por respuesta.

Yami lo miró y sonrió entrecerrando los ojos.

Mientras que el menor se cambiaba frente a él, observaba su torso desnudo y sus caderas.

Mordió suavemente sus labios mientras soltaba un suspiro,

Yugi Termino de cambiarse y bajo a la cocina.

El mayor se quedó arriba alistandose.

Bajó rápidamente y puso a calentar el agua, mientras esperaba a que se calentara, sacó una taza y una cuchara.

Mientras tomaba el azúcar, su pulsera calló al piso. Se agachó a recogerla y vio que se habia roto el agarre de esta. Fruncio levemente el seño y se levanto rápidamente

Aflojó su mirada y puso una de tristeza.

Estaba dispuesto a continuar pero, sintió unos brazos calidos rodearlo por la cintura.

—Oh yami... eres tan calido...— Suspiró.

—¿Lo soy? —Enarcó la ceja.

—Lo eres. Yo soy frío ¿verdad? —volvió a preguntar, forzando una sonrisa que estaba a punto de romperse.

—No.  No eres frío, eres bastante calido, tal vez tú pienses eso, pero yo no — Sonrió dulcemente para luego dar una pequeña mordida en su mejilla derecha.

Yugi sonrió ante tal acto.

—Gracias...—

—Oye, ¿qué pasa? — Fijó su mirada en la pulsera que estaba sobre la mesada — Ay no... yugi, tiene arreglo. Yo te la arreglare, no te preocupes —Dijo para luego abrazarlo con todas su fuerzas.

Yugi recordó y sintió unas leves puntadas en su corazón.

—Mamá la cuidaba con su vida, me la regaló el día que ella estaba partiendo en ese hospital. Dijo que la cuidara y que me amaba... no supe cuidarla, soy... basura.

—¡Ya basta! ¡Deja de atormentarte que no es tu culpa maldición! Es la última vez que dices esa palabra. Porque no lo eres, eres él más grande y precioso tesoro que le podría pasar a cualquier persona, lo eres todo, ella te amaba y creo que no estaría feliz si sabe que estás así, levanta esa carita y sonríe, estaré siempre para apoyarte en todo, no olvides nunca que nos tienes a nosotros. joey, tea, Tristán y yo — Lo abrazó —estaremos siempre, sin importar lo que pase.

El menor sollozo en silencio entre los brazos del oji-rubíes.

—Te quiero tanto... siempre estuviste cuando estuve mal, ustedes son el tesoro más grande que tengo, no tienen una idea de lo especiales que son para mi. Daría mi vida por ustedes, gracias por siempre aconsejarme y ser tan lindo conmigo. Gracias por brindarme esa calidez que tanto necesitaba, también esas sonrisas que tanto anhelaba —Sonrió mientras colocaba sus labios sobre los del mayor.

Él respondió y comenzaron un beso dulce y con suaves caricias en la cintura.

Yugi corto el beso ya que el agua estaba hirviendo, apagó el fuego y preparó el desayuno para yami, le hizo un pan tostado con mermelada y se sentó a su lado.

—Gracias —

—De nada — sonrió.

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