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Cuando vuelven a la casa, Manuel esta de mal humor y Miguel esta muerto de cansancio. Se sacan los zapatos en la puerta, pateándolos a un lado en su camino hacia la sala. Se desploman en el sillón, prendiendo el televisor solo por costumbre. Miguel puede sentir el humor de Manuel hervir como una tetera.

Las voces distantes de un par de conductores de noticias llenan la sala. Ninguno de los dos dice nada, y es esto lo que atrae la atención de Miguel. Con la cabeza echada hacia atrás, abre un ojo para observar el ceño ligeramente fruncido de su esposo, las líneas marcadas entre sus cejas. Es como si tuviera un mapa en su frente.

Miguel espera un rato antes de arrimarse un poco más cerca de Manuel. El chileno tiene los ojos cerrados, posiblemente tratando de reducir el punzante dolor de cabeza que la pequeña reunión le ha dejado. Miguel solo tiene que rodear uno de sus brazos para sentir lo tenso que esta. Apoya su cabeza en su hombro, presionando sus labios en una línea.

-No fue tan malo.

Dice en un suspiro. Manuel permanece en silencio, hasta que abre los ojos de golpe y lo mira de reojo con incredulidad.

-¿No fue tan malo?- Pregunta con sarcasmo.

Miguel hace una mueca, le da un par de palmadas en el brazo.

-Oye, sabes bien que pudo haber sido peor. Pudieron haberse puesto mucho más pesados.

-No lo imagino. 

-¿Cómo que no? Ya los conoces...

Manuel hace un ademán con la mano, restándole importancia al asunto. Se remueve inquieto, mirando la mano de Miguel sobre su brazo.

-Dime que no tenemos que ir de nuevo.

Miguel frunce el ceño, levanta la cabeza para verlo con seriedad.

-No vienen todo el tiempo.

Manuel cierra los ojos de nuevo, y echa la cabeza hacia atrás. Tiene que contener las ganas de maldecir.

-Eso ya lo sé.- Se relame los labios, sintiendo su cabeza pesada y la mano de Miguel más tensa. -Pero no tengo ganas de ponerme a discutir con ellos sobre eso de nuevo. Menos en frente de tu hermano y su alfa, ¿entiendes?

No necesita mirar a Miguel para saber que sus palabras le molestan. Siente como tira levemente de su brazo, casi demandando su atención.

-¿Qué tiene de malo?

-Ya, Miguel. Suficiente.

Manuel aparta la mano de Miguel, tratando de pararse del sillón para ir a tomar una siesta al cuarto. Sin embargo, Miguel lo sujeta de la manga de la camisa, tirando de esta hasta que no tiene otra opción mas que quedarse en su sitio. Lo mira exasperado, deseando acabar ya con esa conversación. Miguel, en cambio, solo lo mira con el ceño fruncido y una mueca extraña en los labios.

-Solo estamos hablando.

-No tengo ganas. Me duele la cabeza.

-Siempre tienes una excusa,- dice Miguel, decidido a no dejar que Manuel corte la conversación de nuevo. Se relame los labios, titubeando un segundo antes de hablar. -¿Es que acaso no quieres tener hijos conmigo?

-¿Tu también vas a empezar con eso?- Manuel ha tenido suficiente por esa tarde, por ese día y toda la semana. Lo último que quiere es lidiar con un omega molesto. Mira a la TV, tratando de contener su mal humor al responder. -Yo no soy el que esta tomando supresores, Miguel.

Su voz sale en un susurro, como si temiera que alguien más lo escuchara. A su lado, Miguel lo mira estupefacto, como si hubiese pensado que era imposible que supiera de eso. El omega se remueve, incómodo e inseguro de repente. Traga el nudo en su garganta y se inclina un poco más cerca.

-Pero tampoco te importa, ¿verdad?

Manuel toma aire profundamente. Aparta la mano de Miguel, parándose del sillón rápidamente.

-Ya basta, Miguel.- Puede sentir la sangre subir por su cuello, su humor empezar a rebalsarse. Manuel hunde sus manos en los bolsillos de su pantalón, rogando por un poco de paciencia. -No ahora, ¿si? La cabeza me va a explotar. Ya tuve suficiente por hoy.

No es necesario que levante la voz o diga más. El tono tosco en su voz es suficiente para hacer que Miguel se calle y se hunda en el sillón con los brazos cruzados sobre su pecho. Aparta la mirada inmediatamente.

-Bien. Haz lo que te de la gana.

Y con eso, se levanta, yendo hasta el cuarto antes de que Manuel pueda decir algo más, y cerrando la puerta tras él. El clic del seguro le dice al alfa que de seguro acabara durmiendo en el sillón esa noche.

Vacíos TemporalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora