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Miguel no es una mala persona. Simplemente no es lo que sus padres esperaban que fuera. O por lo menos no lo fue por un tiempo, lo cual fue suficiente para convencer a sus padres de que había caído en una espiral que solo iba hacia abajo.

Comenzó con las amistades del colegio, cuando tenía algo de catorce, con el deseo de retar todas las reglas sociales, con ese liberalismo que es tan popular en los jóvenes. La familia de Miguel, que siempre había sido tradicional y gustaba de tener amistades que admiraran esa cualidad en específico, sintió que estaba sacando el tren de los rieles. Pero no podían hacer nada al respecto. No cuando los amigos medio hippies de su hijo eran de la misma clase social y sus padres, por ende, conocidos o amigos suyos.

Lo dejaron hacer lo que sea, diciéndose que algo de lo que le habían inculcado tendría que atarlo al suelo. Lo siguiente que supieron es que se había escapado con un alfa desconocido a quien sabe donde. Para entonces, Miguel tenía dieciséis y se suponía que debería estar terminando el colegio y preocupándose de empezar una familia con un alfa decente.

Y aunque no terminó descuartizado en un pozo—como muchos supusieron que lo haría—ni embarazado y solo con tres mil hijos, no había excusa que valiera ante los ojos de la gente que rodeaba a su familia o esta misma. Era un mal omega, problemático, demasiado independiente, y en consecuencia: indeseable.

No es como si le importara lo que dijeran de él las amistades de sus padres.

Excepto que sí, muy en el fondo.

No puede evitarlo. Y quizás es por eso que no puede evitar pensar que Manuel posiblemente piensa igual que el resto. Quizás no aguanta la idea de no ser el primer alfa en su vida. Quizás es por eso que no tiene interés en tener hijos con Miguel.

No es justo, se dice Miguel esa noche mientras se prepara para dormir. No es justo, porque él no es un zapato usado. Es una persona. Un omega, sí. Pero si Manuel ha tenido parejas antes, ¿por qué tiene que ser Miguel el que ha hecho algo malo?¿Por qué no es lo mismo?

Aún esta pensando en eso cuando Manuel entra en la habitación, en silencio y tropezando en la oscuridad. Miguel esta envuelto en el cobertor de la cama, en su lado, dándole la espalda. Lo siente cuando se mete a la cama sin decir nada, y se pregunta en que esta pensando.

Un escalofrío lo recorre cuando recuerda lo que su madre le susurró después del almuerzo, mientras nadie más prestaba atención.

"Es que no tiene sentido...un matrimonio sin hijos. Eso nunca dura mucho."

Vacíos TemporalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora