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La piel afiebrada de Miguel es enviciante, y Manuel se pierde en ella. Miguel ruega ser tocado, urgido, caliente, y Manuel atiende esa necesidad sin pensarlo dos veces. Se quedan en la cama, donde pueden rodar, tocarse, besarse y tener sexo intenso cómodamente.

Cuando el agotamiento los sobrepone, se dejan caer en el colchón a esperar que el vínculo que los une ceda. A reunir fuerzas y a esperar el próximo golpe de calor. Miguel llama a Manuel alfa y Manuel llama a Miguel omega. A ninguno de los dos puede importarle menos los problemas que tienen con sus dinámicas  en ese momento. El celo los encierra en un mundo propio, íntimo, y feral. Ellos simplemente se dejan arrastrar.

Vacíos TemporalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora