A Manuel no le toma mucho sentir el olor de Miguel volverse más fuerte con el pasar de los días. Ese olor que los omegas tienen y atrae a los alfas. Nota que Miguel empieza a volverse más irritable, a dormir más y menos cuando no esta cerca. También nota como otros alfas lo miran cuando salen al supermercado, a comer, o simplemente a dar un paseo.
Se pregunta que tan cerca esta el celo de Miguel. Con que fuerza llegará en esta ocasión si puede sentirlo llegar de esa manera. Normalmente no lo nota. Eso es gracias a los supresores que Miguel ha tomado desde antes de que se conocieran. Usualmente no es más que un suave rastro, apenas perceptible cuando esta en la misma habitación que su esposo. Pero ahora, de la nada, puede sentir ese olor golpear su nariz, atontarlo, volverlo loco.
Quizás es porque esta vez será más intenso. Quizás esos tontos supresores no funcionan como antes.
No le dice nada a Miguel. Se pregunta si debería estar cerca a él, o lejos, o incluso si debería dormir en la misma cama que él. No imagina lo complicado que todo puede volverse. Evita hiperventilar ante la realización de que nunca antes ha visto a Miguel durante un celo de verdad.
Hace su mejor esfuerzo por pretender que no pasa nada.
Miguel esta desparramado sobre él otra vez, con un brazo cruzando su pecho y una pierna descansando sobre las de Manuel. El pelinegro no deja de acomodarse, una y otra vez, como si hubiera algo que lo molestara en todo a su alrededor. El televisor del cuarto esta prendido, y están pasando ese molesto reality que Miguel siempre ve y Manuel tiene que soportar. Pero Miguel se para de un salto, maldiciendo bajito mientras sale del cuarto sin decir más, dejando a Manuel verdaderamente perplejo.
El chileno lo sigue hasta la sala, observando como abre todas las ventanas de la sala.
-Este lugar es un horno.
Manuel lo mira fijamente.
-Es Junio.
Miguel tuerce la boca mientras abre la última ventana y se voltea a verlo sin entender a que se refiere.
-¿Y?
Manuel parpadea despacio, preguntándose si Miguel volverá a cerrar las ventanas cinco minutos después cuando empiece a morirse de frío. Para su sorpresa, Miguel simplemente se sienta con las piernas cruzadas en el mueble, estirando los brazos lentamente con una sonrisa en sus labios.
-Ven.
Le pide, dando un par de palmadas a su lado. Manuel se acerca perezosamente, aun intrigado. Basta que se deje caer a su lado para que Miguel se tire sobre él otra vez, enroscando sus brazos alrededor de su cuello, besándolo profundamente y mordiendo su labio despacio. Le corresponde el beso, deslizando sus manos bajo su remera, explorando la piel a su alcance y levantando las caderas cuando Miguel se empieza a restregar contra él.
Últimamente tiene muchas ganas de tocar así a Miguel.
Tira de su pantalón, pero las manos de Miguel lo detienen y, de nuevo, se le escapa un gruñido exasperado. Miguel ríe contra sus labios.
-Tranquilo. Si te voy a hacer caso.
Lo muerde juguetonamente, antes de pasar a besar su cuello. Manuel suspira aliviado cuando siente las manos de Miguel perderse en su entrepierna, empezar a desabrochar su pantalón y a tirar de este para liberar su miembro. Con la respiración entrecortada, observa a Miguel descender sobre él y perderse entre sus piernas.
Apenas siente los labios de Miguel alrededor de su miembro, cierra los ojos complacido, y se dice que en realidad así no hay razón para sentir frío.

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Vacíos Temporales
Ficción GeneralUniverso Alterno - Omegaverse - Alfa!Manuel y Omega!Miguel. Los problemas de comunicación de Manuel y Miguel pueden causar varios dolores de cabeza. En especial cuando ninguno de los dos puede ceder a su dinámica. Fanfic terminado. Lo voy a subir en...