17

172 14 17
                                    

A veces me sentía un poco méh.

Nada de otro mundo, solo vacía. Y cuando me encontraba de este modo escribir no me apetecía mucho la verdad.

Por suerte, Hishimura estaba ahí para hacerme compañia. Era algo extraño venido de mi pensar en tamaña cursileria, pero oye, a veces me salía  y no tengo porque negarlo.

— Hey Kawasaki.— Cerré el portátil después de haber pasado casi dos días enteros pegada a él. Y lo más extraño de todo era lo a gusto que me sentía al llamar a Hishimura. Saber que había alguien allí que oiría mi voz era reconfortante.

Pero Dios, ¿Qué mierdas estoy pensando?ÉL ES EL AFORTUNADO DE TENER MI HONORABLE COMPAÑÍA. Incluso, creo que le regalaré un poco de mi tan concurrido tiempo. Ya le vale aprovecharlo, el muy puto.

— ¿Sí, señorita Juliana?— Hishimura alzó la mirada del libro que llevaba en manos, no era el mismo de antes, y por extraño que pueda parecer, hoy se veía incluso más sereno que ayer. Su tranquilidad abismal me pareció un pelín terrorífica, pero decidí pasar por alto este detalle.

— Ponte guapo que hoy iremos de paseo.— Dije yendo en dirección a mi cuarto a cambiarme. No, mejor antes me pegaba una ducha.

— ¿Y a dónde iremos exactamente señorita Juliana?— Él preguntó curioso, o más bien aprensivo.

—¿Importa donde?— Indagué distraída abriendo mi armario en busca de una ropa decente. Hishimura se mantuvo sentado plácidamente en el sofá de mi comedor, lo sé porque no oí que él se hubiese movido, o pasos a parte de los mios propios. Ya sabes, mi piso de por si ya era pequeño, cualquier ruidito se escucharía de lejos. Sin embargo Hishimura no era un hombre de por si ruidoso que digamos. Más bien se parecía a un ninja. Por eso, me abstuve de probar ropa en la habitación, escogí unos tejanos y camiseta larga antes de dirigirme al lavabo. No quería que él sin querer me viese desnuda o en ropa interior, por eso nada de cambiarme en mi cuarto, ni aunque la llave estuviera puesta.

Cuando volví a salir de la habitación  él se encontraba cómodamente en el mismo sitio, como me lo había imaginado. Su pelo lacio amenazaba con cegarle la vista, y sin embargo eso no pareció molestarlo demasiado. Lo llamaría emo bajo ciertas circunstancias, bueno, si él fuese veinte años más joven.  Y no lo era.

— ¿Me recomiendas algún sitió en concreto?— Pregunté pasando cerca de él por curiosidad.  Quería saber que libro estaba leyendo hoy. Y para mi sorpresa, era uno en japonés. — Dios, ¿Es esto Kanji?

— Casi, es Hiragana más bien.— Comentó educadamente antes de cerrar el libro y apoyarlo en su regazo. Sino fuera porque está casado yo habría pensado que él era gay. Con sus piernas cruzadas de forma un tanto feminina, la forma como a veces se echaba el pelo hacia atrás de la oreja, su extrema delicadeza al tomarse mi soso nesquik ayer.

Me picó un poco la curiosidad a decir la verdad. Podría preguntarle a ver....

— Oye Kawasaki....

— No, señorita Juliana. — Eso me sorprendió un poco, hasta el punto de hacerme pegar un salto hacía trás.¡¿EL IOPUTA PUEDE LEERME LA MENTE?! — No tengo un sitio en concreto a dónde llevarte. No uno que sea de tu agrado al menos. — Él respondió a lo que yo le había preguntado con anterioridad, y mi alivio fue tanto que poco más y me tiro al suelo.

Hishimura todavía no es capaz de leerme la mente, gracias al cielo. Los japoneses de  los mangas son capaces de hacerlo con las protagonistas de los shojos cuando ellas los observan de forma rara. Este no es el caso de Kawasaki.

— No, no. Da igual.— Negué con la cabeza quitando hierro al tema, pero entonces, me puse a pensar un momento en lo que él me acababa de decir. Y algo, me llamó incluso más la atención que su orientación sexual. Algo muy importante. — Espera un momento Kawasaki... ¿Tú no eres mi couch? ¿No se supone qué debes hacerme no sé... hacer cosas?

Y se hizo el silencio.

VAYA, EL GATO LE COMIÓ LA LENGUA.







Estrellas en la oscuridad [Sin corregir]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora