22

204 19 26
                                    

Mis manos seguían agarradas al collarín de su camisa,no podía sacarlas de allí. Kawasaki seguía estando ensilencio. No lo negó, pero tampoco se declaróculpable. Solo me miraba, y yo le miraba a él. No sécuándo dejé de chillarle, quizá cuando noté sucorbata deshecha y la camisa arrugada. Dios, podríahaberlo lastimado y él encima me denunciaría porviolencia. 

— ¿No lo niegas?— Pregunté con mi carapegada a la suya y aflojando mi agarre.— Ahoraque me pongo a pensarlo, ¿Qué coño habrás hecho enJapón para que no vuelvas a poner el pie por allí? Queni a tu esposa le hablas.— Dije con el mismo tonomordaz que él me llamó niñata antes. Pero tuvo unefecto indeseado, su mirada parecía cortarme enpedacitos de cristales hasta hacerlos merma. De formainconsciente dejé que mis manos se cayeran e intentédar dos pasos hacia atrás, pero sorpresa ha sido la mía el darme cuenta de que no podía.— ¿Pero quécoño?— Sentí como piernas me rodeaban, un fallo nohaberme dado cuenta que Kawasaki no las teníacruzadas como siempre cuando se sentaba. Además,sus dos manos agarraban mi cintura manteniéndomecerca, por eso no se defendía de mis ataques, porqueya estaba atareado con aguantarme. Lo más extraño esque antes no lo había hecho, parecía comosi estuviese esperando a que yo me alejase paraagarrarme.— ¡Suéltame! 

— No. 

— ¡Te denunciaré!

 — No lo harás, no con las cosas que sé sobreti. — Comentó indiferente.— Y puedo hacerque se filtren.— Explicó todavía con su fuerte agarresobre mi cintura.— Y aun con esta fachada que tienesde que te da igual todo, tu historial me dicecompletamente lo contrario. 

— ¿Me estás amenazando pedazo hijo de... —Antes que terminase de decirlo siquiera sentí algo fríotocar mis labios, impidiendo así que siguierahablando. Fue rápido y brusco, no como yo habíafantaseado o escrito de cómo sería un beso en misnovelas. Su lengua alcanzó el cielo de mi boca, yointenté zafarme en un principio, pero en vano. 

Empecé a sentir un extraño cosquilleo en el estómago,mi piel se puso de gallina. Su lengua aunquebrusca se enroscó con la mía y el cosquilleo en miestómago se intensificó. Era tan extraño, tan nuevo,tan bueno, que todo lo que podía pensar aparte delnerviosismo de antes era que "Dios, como él puedebesar tan bien." Sus manos que antes estaban en micintura encontraron hueco en mis mejillas, era raro,pero sentí un escalofrío al notar manos tan fríascontra mi piel. Pero fue por muy poco rato, ya quecon la misma facilidad que él me besó, con la mismaexacta rapidez se alejó, dejándome allí, boquiabierta.

 — Lo siento, pero necesitaba darte unalección.— de forma inconsciente se pasó el dedo porsus labios.— Como no puedes controlar tu lengua,tendré que hacerlo yo.— explicó mirándomeprofundamente a los ojos.— Siento también que tuprimer beso haya sido tan brusco, pero necesitabacallarte.— comentó con tranquilidad,enfureciéndome. 

—¿C-cómo... tú... l-lo...?— no pude terminarde formular mi pregunta sin ponerme roja comoun tomate, suerte que mi piel era oscura si no sabedios que habría hecho. 

— Tus búsquedas me han ayudado aconfirmarlo.— respondió con indiferencia. Ademásde confirmarme que efectivamente, me tenía vigilada.Kawasaki entonces, notando mi incomodidad medesenredó de sus piernas y permitió alejarme. Y yo,hice lo imposible por no pegarle en la cara y atacarlo.Él me estaba controlando desde sabe Dios cuando,además de tener el descaro de b-besar-m-me. ¡¿PEROQUIÉN COÑO SE CREÍA ÉL QUE ERA?!— ¿Por qué me estás espiando? —Fui directa. 

— Por una tontería, nada personal. —Respondió. 

—¿Por qué? — volví a preguntar. 

— Bueno, si tanto insistes— dijo. — Porcuriosidad.

— ¿Me lo dices en serio? — No me lo podíacreer. 

— Sí.

 — ¿Sabes que esto es denunciable no?Adultero de pacotilla. — solté recordándome del besoy poniéndome rojísima. Pero repito, gracias al cieloque mi piel era morena y no se notaba.

Estrellas en la oscuridad [Sin corregir]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora