19

169 11 3
                                    

Kawasaki y yo terminamos por pedir unas tapas de patata brava, como también una clara para mi y una estrella galicia para él.

— Debo disculparme contigo señorita Juliana.— Empezó él luego de que el mesero se fuera, me sorprendió un poco, bueno, no había día que no me sorprendiera Kawasaki.

— ¿Por?

— Haberte llamado tosca, ha sido indelicado de mi parte. No creí que te afectaría tanto, lo siento muchísimo.— Agachó la cabeza hasta casi darse con la mesa, y pude notar de forma incómoda miradas curiosas a mi alrededor. Algo en mi se congeló de repente, y todo lo que he sido capaz de hacer fue mirar.

Terminé por  obsérvalo demasiado rato,  y aunque no se le veía la cara en absoluto ya que estaba casi pegada a la mesa, Kawasaki no parecía resentido. Todo en él gritaba indiferencia. Incluso los mechones de su pelo moviéndose acorde la brisa de la noche.

Vaya, uno puede ser incluso más frio  que antes luego de pedir perdón

Entonces me puse a pensar conmigo misma. Si aceptase la disculpa de Kawasaki, él  no volvería a ser objetivo conmigo como viene siendo hasta ahora.

Demasiada honestidad en una relación por profesional que sea, puede  llegar a ser letal, y sin embargo, se me antojaba mucho más a un Kawasaki directo. Además, lo necesitaba para escribir. Solo él podría darme buenas ideas para el futuro. Yo lo necesitaba crudo, tal como vengo siendo yo con él.

Joder. ¿Se enfadaría conmigo si yo le dijera qué en verdad solo soy así de perra con él? Bah, no creo.  Kawasaki es condenadamente un caballero. Y dios, yo quiero seguir siendo una maldita perra malhablada por más tiempo. Quiero seguir siendo así de mala con él.

He sido la chica buena por tanto...tanto tiempo....Ahhh...Kawasaki es mi musa perfecta. Y yo seré la perra perfecta. ¡La leche!

— Mete tus excusas por donde mejor te quepa señor Hishimura Kawasaki.— Respondí después de haber estado pensando por un largo tiempo. Noté casi de forma cómica como Hishimura alzaba la cabeza de golpe  y sus mejillas se ponía de un color rojo carmesí. Lo que no supe descifrar en él es que si estaba de aquél modo por vergüenza o enfado. ¿Qué me dices? ¿Un poco de ambos quizá?

—¿Perdón?— Fue lo único que me dijo, intentando parecer confuso.

— ¿Qué no me has oído? Mete tu perdón por....

Y de repente, una larga mano tan blanca como la nieve me tapó la boca de golpe. Sino fuese por mi piel ser tan oscura como el carbón seguro tendría la marca  de la palma de la mano de Kawasaki allí,  indeleble en mi cara.

Todavía sin poder reaccionar del todo, alcé los ojos, y equivocadamente miré a los ojos de la bestia.Porque lo que me miró a mi de rebote no era Hishimura.  Era un ser que yo, Juliana, no conocía. Bueno, no había pasado suficiente tiempo para yo llegar a conocerlo realmente pero.... Ver como Kawasaki seguía  igual de rojizo que antes, joder incluso más si cabe. Y sus ojos, normalmente indiferentes, brillaren con desprecio allí, delante de mí, en mi cara, sin tapujos, al descubierto...como que me desarmó un poco. Pero no era solo desprecio....era....era...

Desencanto también quizá.

Lo sé porque ese tipo de mirada ya me la conocía yo desde siempre.

La misma mirada que me dieron mis padres cuando les dije que trabajaría escribiendo.

Decepción.

¿Pero por qué Kawasaki estaría decepcionado conmigo? Para empezar, uno debe esperar algo de alguien antes de decepcionarse. Y Kawasaki tampoco me conoce, ¿Por qué esperaría algo de mi? ¿Qué podría ofrecerle yo  hasta el punto de decepcionarlo?

NADA.

NADA.

NADA.


De forma inmediata di un manotazo en su brazo derecho apartándolo de mi. Lo quería lejos.

Sentí miradas clavadas en mi espalda. Odiaba ser el centro de la atención, principalmente en lugares públicos.

Kawasaki parecía indiferente a tales miradas. Otra cosa atípica en él, un hombre que parecía querer pasar desapercibido siempre.

De forma casi antinatural  la mano derecha de Kawasaki descansó cómodamente sobre la mesa. Su mirada seguía estando fría, pero por educación  intentó esbozar una sonrisa  cortés en la cara. Sin embargo....Su risa nunca le alcanzó la mirada.

— Ha sido indelicado de mi parte,te pido perdón otra vez señorita Juliana.— En ese entonces yo no había notado, pero su mano derecha se había transformado en puño, lo cual Kawasaki estrujaba más y más hasta hacerlo casi sangrar.

Debería haberme dado cuenta en ese entonces de que no solo lo estaba decepcionando, era  más que eso. Pero no podéis culparme, yo....

Yo no sabía en ese entonces.

Debería haber sido más amable con él desde el principio. O no. Yo que sé.

— Vete a la mierda.— Le había respondido y él me sonrió. Fue entonces cuando agaché la cabeza y observé la mesa, pero su mano ya no estaba apoyada sobre ella.

— Lo tomaré como que aceptas mi disculpa.

— ¿Te han dicho alguna vez qué te falta algún tornillo en la cabeza?

— No.— sonrió más.— No cabe duda de que eres la primera.— Concluyó mirando a la nada.

— ¿Sabes qué? Vámonos, ya no tengo hambre. — Me levanté de la mesa olvidándome por completo del porque había entrado en aquél bar en primer lugar.

¡MALDITOS TACONES! ¡¿Cómo podría haberme olvidado de ellos?! Joder. ¡Tendré callos fijo mañana!



Estrellas en la oscuridad [Sin corregir]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora