26 - Final 1/4

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井の中の蛙大海を知らず

La rana en el pozo desconoce cómo de grande es el

océano.

— Proverbio Japonés.

Sobre la mesa había un mazo de hojas que yo había acabado de imprimir. Era una lástima haber malgastado tanta tinta inútilmente, pero solo sería por hoy.

Revisé una última vez las páginas para que todo cuadrase. Podría grapar las hojas por capítulos, pero quedaría muy cutre. Así que al final opté por llevarlo a una papelería para que me lo encuadernasen. Solo ojalá abrieran los sábados, pensé con un atisbo de esperanza, pero muy probablemente no.

Entonces, terminé por meter las hojas en una carpeta que tenía por casa. Sin querer doblé un par de ellas, ya que la carpeta no era lo suficiente ancha, aunque no

me preocupó demasiado. Luego, dejando el objeto abultado sobre la mesa me dirigí a la habitación, abrí el armario y opté por las ropas más confortables que tenía disponibles. Agarré sin pensármelo dos veces un tejano azul claro que me iba holgado y camisa larga, no era una preciosidad, pero por lo menos estaría cómoda.

¿De verdad es esto necesario? ¿No puedo simplemente olvidarme de todo esto y seguir tal como estoy? ¿Para qué buscar respuestas si sé que no me serán de ningún provecho?

Enfurruñé conmigo misma por un momento. Pero entonces me acordé del pastizal que me había gastado con el investigador, y el taxi. Ese dinero ya lo había perdido y no había forma de recuperarlo así como así. Por eso no me echaría atrás. Quizá en otro final sí lo haría, pero en este, en este no.

♣♣♣

Me pegué una ducha rápida, y para más comodidad me hice un moño en el pelo. Sería un largo viaje, y no estaba dispuesta a pagar un taxi otra vez. Era demasiado caro.

Si mamá me viera ahora me habría dado unos buenos castañazos tras ver el estado de mi pelo. A ella nunca le gustó verme con moños raros, decía que debería de llevar el pelo suelto siempre. Pero mi pelo era tan crespo que me daba algo de vergüenza. Tampoco pasaba nada con tenerlo en su sitio.

Una vez preparada abandoné el lavabo tan fresca como una lechuga. Busqué mi móvil y comprobé gustosamente que todavía tenía bastante batería. No

obstante me llevaría el cargador conmigo, ya que en el interior de los trenes había zonas de carga.

Aproveché también para buscar mis auriculares en uno de los cajones del comedor, así estaría distraída en el transcurso del viaje. Y antes que se me olvidara apagué el portátil, eché una última ojeada al piso, pero no sé, sentí una cosa extraña. Un presentimiento raro de que si no hacía las cosas bien, me arrepentiría de una forma u otra. Como en una novela visual que si no tuviera cuidado con mis palabras, conseguiría un final para nada satisfactorio.

¿Pero qué mierdas estás pensando ahora Juliana? Esta es la vida real.

Me reprendí antes de recoger la abultada carpeta sobre la mesa y cerrar la puerta con llave. Me encaminé hacia el ascensor, pero no sin antes ponerme los auriculares y escoger una canción favorita de mi playlist.

Con música de fondo, el viaje casi se me ha hecho corto, casi.

♣♣♣

Ya era muy pasada la tarde cuando llegué, sin embargo el cielo seguía estando claro, un alivio.

Me encontré con el conserje de la otra vez, lo saludé amigablemente y pregunté si el inquilino que buscaba hoy se encontraba en casa. El conserje me confesó que sí, que hoy no lo había visto salir.

Estrellas en la oscuridad [Sin corregir]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora