Prólogo

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—Mami léenos un cuento.

—No mejor una canción.

Mi querida esposa entro con una sonrisa a la habitación de nuestros pequeños niños. Fue recogiendo a su paso algunos juguetes que éstos dejaron tirados mientras jugaban, dejándolos luego en una cesta de mimbre que se encontraba en un rincón.

—Decídanse niñas —Su voz era tan dulce y armoniosa, a veces parecía que cantaba en vez de hablar—. ¿Un cuento o una canción?

Se acercó suavemente a la cama de la niña quien tan solo tenía casi cuatro años, igual que su hermana que dormía del otro lado del cuarto en una cama separada.

Ambas se miraron y luego al unísono dijeron:

—¡Canción!

Ella sonrió como siempre que las escuchaba hablar a la par y con mucho cariño comenzó a tararear una suave melodía que no tenía letra, aunque al poco tiempo se escucharon algunos versos.

Mira el cielo que se asoma por allí.
Como siempre las estrellas estarán.
Con la luna quien no se ocultará…

Me recosté en el marco de la puerta como muchas noches anteriores, solo para escuchar esa voz tan melodiosa, que en un principio me enamoro de ella. Esa voz que es tan perfecta, pero que siempre niega que tiene.

Vi como con cuidado arropaba bien a la pequeña antes de dirigirse a la cama para acomodar la manta morada de cuadros y cubrir bien a la pequeña que ya estaba dormida; a diferencia de la otra niña.

—A cerrar los ojitos que es hora de dormir. —Dijo en un pequeño susurro, la pequeña asintió y se acomodó en su cama.

Mi esposa le acomodo nuevamente la manta de color rosado antes de dejar un tierno beso en su frente y repetir la acción con la otra pequeña.

Se acercó a mí en silencio y apago la luz dejando la puerta abierta por si alguna de nuestras hijas se despertaba en la noche.

Pasamos por el cuarto de nuestro otro pequeño, y luego de confirmar que estaba dormido nos dirigimos a nuestra habitación donde cerramos la puerta.

—¿En qué piensas? —Pregunto caminando a la cómoda donde guardamos la ropa, y tomando un cepillo que estaba sobre esta.

—En que tu voz es perfecta.

Me miro tras el espejo antes de negar suavemente y girarse hacia a mí.

—Sabes lo que opino de la perfección.

—Lo sé.

Y realmente lo hacía siempre la ame con sus imperfecciones al igual que a mis hijos creo que eso era que hacia nuestra pequeña familia fuera más unida aún.

A pesar de las peleas, de las discusiones, de las decisiones de la vida. Siempre estaré ahí para mi familia, pues eso fue lo que mi esposa me enseño en el pasado y espero inculcar a mis hijos que la vida nunca es perfecta, dará mil vueltas antes de que te puedas acostumbrar a alguna de ellas.

La puerta fue golpeada.

La abrí consiguiendo a mi pequeño de casi siete años, frotando uno de sus ojos con su mano mientras que en otra llevaba una de sus almohadas con funda azul.

—¿Qué paso hijo? —Me acerque y lo cargue, aunque ya está grande para esto.

—Sueño feo —Su voz delataba que aún estaba más dormido que despierto—. ¿Puedo dormir aquí?

Mire a mi esposa quien se acercó con una sonrisa.

—Claro, cariño.

Me dirigí a la cama y lo dejé allí mientras me acomodaba a un lado suyo y ella al otro.

—Mami, me puedes cantar una de esas canciones perfectas.

La sonrisa que le dirigía a nuestro hijo era las más dulces que se podía ver.

—Recuerda mi amor, que no existen las canciones perfectas.

Ambos nos dormimos escuchando su dulce voz arrullándonos hasta el confín de nuestros sueños.

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Hola espero que les guste nos leemos nuevamente en una semana

Melodía ImperfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora