Sábado, 12 de octubre
Annabella
06:40 am
Mi celular sonó en alguna parte de la habitación.
Sabía que era la alarma, pero hoy era sábado y no quería levantarme de la comodidad de mi linda cama. Además, estaba acurrucada y escuchaba la ligera lluvia que caía afuera, lo que significaba que el día iba a estar frío.
La puerta de mi cuarto fue suavemente golpeada. Aunque escuchaba todo en la lejanía ya me estaba quedando nuevamente dormida.
—Anna —Escuche un murmullo cerca mío a la vez que me zarandeaban suavemente.
Me di la vuelta para dejar de sentir esa molestia, pero la tranquilidad para volver a dormir no duro mucho.
Unas pequeñas gotas de agua fría fueron rociadas en mi rostro, logrando que abriera los ojos. Vi la cara borrosa de mi hermano, vaya de razón que no tiene novia su rostro es espantoso. Coloque la almohada sobre mi cabeza para no ver tal atrocidad.
—Hora de levantarse.
La voz de mi hermano mayor se filtró a través de la almohada con la que me cubría la cara, pero su tono era divertido dando a entender que le divertía mi sufrimiento.
—Fuera —Mi voz sonó amortiguada y distorsionada.
Sabía que no se iría de mi habitación hasta que estuviera despierta y camino al baño para quitarme las ganas de seguir durmiendo con una ducha fría. Aunque si estaba haciendo un día muy frío me quitaba las ganas.
—Arriba dormilona la mañana de castigo te aguarda.
Escuche como cerró la puerta y quite la almohada de mi cara.
Me levante sin ganas de la cama y tome mis lentes que descansaban en la mesita que estaba junto a mi cama, y me dirigí al baño para comenzar bien el día. Me mire en el espejo de la cómoda cuando pase, mi cabello como nido de pájaros, mi cara con marcas de la cobija, mis ojos semi cerrados por el sueño, y mi pijama de corazones con camisa manga larga incluyendo el pantalón que me llegaba a los tobillos. Baje la vista a mis pies topándome con las medias rosadas que me encantaban para dormir. Seguí mi camino hasta el baño antes de que mi hermano entrara nuevamente en mi cuarto con un balde de agua fría.
Treinta minutos más tarde, estaba terminando de peinar mi cabello. Busque una liga para amarrarme la mitad del cabello. Repase nuevamente mi vestimenta mientras me colocaba la cola, pantalón azul claro, camisa de cuadros entre tonos azul oscuro y verde, abrigo azul oscuro, y botas blancas. Tome la botellita del perfume, y me aplique en las manos, las cuales me pase por el cuello y los brazos. Ya lista, comencé mi camino a la cocina para tomar el desayuno.
Suspiré dramáticamente mientras bajaba las escaleras al recordar la razón por la que estaba despierta un sábado a las 7 de la mañana. Aunque el reloj ya marcaba las 7:10.
Después de la crisis nerviosa que tuve el jueves en la clase del profesor Johnson, nos castigaron a todos por no ser capaces de llenar las expectativas del profesor. Cosa que me parece absurda porque nadie es igual que el profesor, además cada quien mira a ver que tanto desea sobresalir en sus estudios y para completar el hombre no ha sido capaz de realizar ni un examen o algo por el estilo.
El día de ayer Camila se me acerco cuando me encontraba en la cafetería para explicarme lo que ocurrió con el profesor Johnson ese día después de que yo me fui y como por ese acto además de la irritación de tenernos como alumnos nos castigó sin dudar ni un solo segundo. Lo único que tal vez fue un alivio para mi es el hecho de que la culpa no fue solamente mía por salir del salón antes de finalizar la hora, sino de los cinco en general.
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Melodía Imperfecta
Teen FictionNinguna melodía puede ser perfecta Anteriormente conocida como "Eres mi melodía perfecta"