Sábado, 19 de octubre
Matheo
09:00 am
Me mire en el espejo luego de terminar de lavarme la cara para despejar el sueño que tenía, el agua fría sirvió para despejar un poco la pereza que me llamaba a grandes gritos para que me acostara en mi cama.
Mis ojos azules demostraban ese pequeño letargo que las personas tenemos cuando estamos recién levantados de la cama. No importa que mentiras digan en las películas donde las personas se levantan felices de madrugar y todo eso.
¡Déjenme decirles que eso señores es una farsa!
Me sequé la cara con una toalla que se encontraba allí. Olía a flores. En cuanto estuve lo suficientemente presentable —pantalón chándal color gris, camisa blanca degastada, es lo que utilizaba para dormir—, decidí bajar para tomar mi merecido desayuno.
Estando en la cocina, me siento en las banquitas que se encuentran en la barra de la cocina —donde comemos en días no especiales, que es casi todo el tiempo—, ya mi padre se encuentra allí con una taza de café leyendo el periódico, por otro lado, mi mamá está terminando de tomar su taza de café mientras está revisando el celular.
¿Por qué el café es tan vital para los adultos?
—Buenos días —Murmure mientras ahogaba un bostezo en la palma de mi mano.
—Buen día, cariño —Me contesto mamá mientras me veía momentáneamente con una sonrisa antes de regresar su vista al aparato en su mano.
—Buen día, hijo. —Mi padre no levanto la vista del periódico, pero al menos me saludo.
Me levante de la silla, otra vez bostezando, para acercarme a la cafetera y servirme una taza, mientras me preparaba un emparedado.
Ya sé porque el café es tan apreciado por los adultos.
10:00 am
Una hora más tarde me encontraba en camino al parque que se encuentra a unas cuadras de donde vive Anthony. Cuando subí de desayunar me encontré con algunos mensajes suyos especificando que se requería mi presencia en un tema a discutir con Camila y Angela.
Cuando estuve en la entrada del parque comencé a buscar a mi amigo por todas partes, pero no lo veía y justo cuando estaba por sacar mi teléfono y llamar, me golpearon con un balón en la espalda.
Al darme la vuelta me conseguí con las caras burlonas de Camila y Angela —quienes se hallaban lejos de mi posición—, pero fueron testigos de cómo unos niños —más pequeños que mi hermana—, me golpeaban con un balón. Los niños se fueron corriendo con su balón mientras seguían jugando y yo comenzaba a acercarme donde se encontraban las chicas.
—No le digan a nadie —Fue lo primero que dije al acercarme a ellas.
Angela se encogió de hombros desinteresada en el tema y Camila fue un poco más difícil de convencer. Aclarado ese punto comenzamos a caminar al centro del parque donde —supuestamente—, se encontraba Anthony.
Cuando llegamos lo vimos sentado en una banca abrigado de pies a cabeza —en serio tenía un gorro de lana negro—, y parecía que hizo juego con Angela quien traía un abrigo negro y gorro negro junto con unos pantalones negros y botas del mismo color —debo admitir que Anthony parecía vestir la versión de Angela a excepción de sus zapatos que eran de color blancos—.
Además de tener un vaso en la mano —de esos que recibes cuando compras una bebida caliente en un Starbucks—, y una cara de zombi que ni el agua fría le podía quitar.
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Melodía Imperfecta
Novela JuvenilNinguna melodía puede ser perfecta Anteriormente conocida como "Eres mi melodía perfecta"