Capítulo 5

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Jueves, 10 de octubre

Matheo

06:58 am

—¡¡Matheo levántate que vas a volver a llegar tarde a clases!!

Rodé los ojos mientras agarraba la mochila gris que estaba encima de mi cama con mis cuadernos ya adentro. Además de verme nuevamente en el espejo para ver que no había nada fuera de lugar. Pantalones oscuros, botas negras, camisa blanca, con una chaqueta de blue jeans, además de mi mochila en el hombro izquierdo y mi cabello peinado con mis dedos.

Desde que me quede dormido durante la primera semana de clases, mamá cree que debe despertarme a gritos todos los días. Aunque estoy a punto de cumplir un mes asistiendo al nuevo colegio, ya estoy algo acostumbrado a levantarme temprano. Sin embargo, quien le dice lo contrario a mi madre.

Bajo las escaleras, dirigiéndome a la cocina para tomar mi desayuno. Sin embargo, me detengo en la puerta al oler algo quemado y ver a mi madre con la frente recargada en la mesa.

—¿Mamá estas bien?

Me acerco con cuidado a ella, puesto que sus mejillas se ven sonrojadas y la frente la tiene perlada de sudor.

—Si —Su voz se escucha un poco ronca—. Solo me duele la cabeza cariño.

—¿Alice estas bien?

Mi padre me dirigió una mirada para que me acercara a mi hermana y él tomo a mi madre en sus brazos. Y yo me encargue de mi hermanita quien al cargarla podía sentir que estaba temblando un poco y no era para menos ya que se encontraba descalza y en pijama.

—¿Tienes hambre? —Le susurre, me dio un pequeño asentimiento, mientras se abrazaba a mi cuello y escondía allí la cara.

—Hijo encárgate de desayunar con tu hermana, en la alacena hay galletas y cereal —Me dice papá mientras dirige a mamá a las escaleras—. Ya regreso.

Deje la mochila en la mesa del comedor y me acerque al lugar donde olía a quemado legalmente no sabría decir que era puesto que estaba todo seco y negro, por suerte la hornilla estaba apagada. Me aproximé a la alacena para alcanzar las galletas junto con el cereal, le di unas a Emma mientras la sentaba en una silla. Me acerque a la nevera y vi que había leche, la agarre para servir en un plato para comerme los cereales.

—Mamá tiene migraña y se quedará en casa —Informo papá entrando a la cocina, sonriéndole a Emma—. Tú también te quedaras aquí pequeña.

—¿Te quedaras con ella? —Le pregunte mientras metía otra cucharada a mi boca.

—Si.

Terminé de comer, y me despedí de papá y Emma, mamá estaba dormida así que no la molesté. Agarre unas cuantas galletas mas ya que hoy no tendría que comer en el colegio, agarre la mochila, me la coloque en el hombro izquierdo y tome las llaves que estaban en una pequeña vasija a un lado de la puerta de la casa.

Salí de casa, poniéndome mis audífonos, tendría que caminar hasta el instituto. Que lastima que no tenga carro. Aun pienso pedirle a papá que me de uno. Aunque por ahora eso está un poco lento. Traté el otro día y lo mejor que obtuve era conseguir un empleo de medio tiempo para poder conseguir una parte del dinero y mis padres me ayudarían con la otra.

Camino decidido —pero a la vez sin ganas—, de llegar al instituto, es una caminata de quince minutos y no me tardo mucho en quedar parado en un semáforo, observando que hay una castaña parada a mi lado con los brazos cruzados, una falda rosada, unas sandalias, una camisa floreada, con una chaqueta negra y una expresión molesta. Me parece que es la hermana de Anna. Y supongo que es ella ya que no lleva lentes.

Melodía ImperfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora