Capítulo 8.

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Domingo, 13 de octubre

Matheo

06:45 am

El dulce sonido de los pajarillos en la ventana, me despertaron de mi hermoso sueño, donde la escuela no existía y no madrugamos jamás en la vida.

¿Se escuchó lo suficientemente real para creer que así me levante?

Bien ya escucharon la expectativa de lo que deseaba que ocurriera ahora les diré lo que de verdad paso.

—Matheo hora de levantarse —La voz cantarina de mi madre se escuchó por algún lugar en la habitación.

Coloque la almohada sobre mi oreja izquierda, dejando de escuchar la voz de mamá. Aun así, no se detuvo.

—Hijo levántate —Su voz sonaba opacada, pero con una intensidad de querer quitarme las orejas para seguir durmiendo.

Pronto comenzó a zarandearme por los hombros.

—Déjame dormir —Gruñí mientras sentía como quitaba la almohada de mi cara.

Pensé que seguiría molestando, pero por fin tuve un momento de paz y trate de volver a dormir. Al menos eso fue hasta que sentí que el agua fría impactaba contra mi cara.

Me senté rápidamente en la cama y cubrí con mis manos mis ojos por la intensidad de luz que había en mi habitación.

Escuche risas y me obligue a descubrir mis ojos, aunque antes de poder ver algo tuve que parpadear varias veces para acostumbrarme a la luz.

—Que bien que despiertas hijo —La ironía en la voz de mi padre era de esperarse.

Gire mi cabeza a la izquierda donde se encontraban mis padres con mi hermanita, todos con pijama y sonrisas en la cara.

—¡¡Teo!!

Mi hermana salto a la cama y se arrastró hasta estar cerca mío.

—Papá dijo que te podíamos despertar con agua y funciono —Su cara de inocencia era muy linda, pero eso solo quería decir que no me molestaría con ella.

—El desayuno se enfría hijo —Dijo mamá agarrando a Emma para salir—. Apresúrate debes ir a terminar tu castigo.

Los tres salieron dejándome lo suficientemente despierto para no volver a dormir. Me arrastre hasta el baño para poder comenzar mi día o tendría cara de zombi. Lastimosamente vi mi reflejo en el espejo que se encontraba en el baño, y definitivamente si no quería que me internaran en algún laboratorio por parecer un zombi, lo mejor sería darme un baño.

Veinte minutos después bajaba las escaleras en dirección a la cocina.

—Come rápido hijo, tendrás que caminar a la escuela —Me senté en uno de los banquillos que se encontraban delante de la mesada que utilizamos para comidas no especiales en la casa.

—Creí que papá me llevaría —Dije mientras comenzaba a comer el rico desayuno que había preparado mi madre.

—Tu padre tuvo un pequeño inconveniente en la oficina y salió directo allí —Mi madre se sentó frente a mí con una taza de café en las manos, mientras que mi hermana estaba a mi lado muy concentrada en el desayuno—. Supongo que te hubiera llevado, si no te hubieras quedado dormido.

Me abstuve de voltear los ojos porque era mi madre y normalmente ella es así.

Pero debía tener consideración conmigo, ¿Quien en su sano juicio se levanta a las siete de la mañana un domingo? Nadie, excepto yo porque debo ir a la escuela donde veo música para poder culminar un castigo.

Melodía ImperfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora