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Sentí que mi cara se calentó a niveles inimaginables, ese había sido uno de los pocos cumplidos que había recibido en 4 largos años. Me toque las mejillas y las sentí arder contra mis frías manos, era algo inusual en mi. El director al ver mi reacción, trató de cambiar de tema, pero fue mala idea.

-cuéntame de Minho?-Increpo-cómo es tu hermano?

-antes era muy alegre. Se la pasaba escuchando música y cantando. A todos nos gustaba sus chistes subidos de color. Era estudioso y muy juguetón, Nunca reprobó una materia. Así era él, pero antes...

-antes?-cuestionó el director

-antes de que lo expulsaran por primera vez de la preparatoria, iba a un buen colegio "Amsterdam". Eso fue hace cinco años más o menos. El muy idiota se enamoró de una de sus profesoras. Siempre lo critiqué por eso. Imagínese... su maestra era casada y estaba embarazada....

Me detuve asustado de lo que acababa de decir. Era casual, pero encajaba con...dios mío!! Yo no me hallaba muy enterado de lo que le pasó a mi hermano hace cinco años. Solo sabía que quiso besar a su maestra y que el esposo lo demando. Mi padre no me permitió asistir al juicio pero parece que el demandante se arrepintió y levantó los cargos, pues el problema se soluciono pronto. Lo más extraño fue que quedó prohibido hablar del tema en casa. Todos lo olvidamos, menos Jeon Minho.

-mi esposa a sido maestra toda su vida-comento flemático el director-su último trabajo fue precisamente en el colegio Amsterdam hace como cinco años

apreté los puños y sentí como el sudor que corría por mis mejillas incrementaba cada vez más.
Era evidente que la desgracia de la esposa del director podría relacionarse con la de mi hermano. El director Kim, me miraba fijamente con el entrecejo fruncido. Su mirada era demasiado profunda y sofocante, me miraba con la expresión más seria que pude haber presenciado en mi vida, sentí por un momento que me iba a sentenciar algo muy grande.

-yo..-murmuré impotente. Deseaba estar solo. No me importaba ser descortés, pero apenas comencé a caminar hacia la puerta el director me alcanzó para tomarme fuertemente del brazo; me volví hacia él, asustado, y me hallé con sus penetrantes ojos. Entonces, acercando su rostro exageradamente mío, con la voz más firme y con el gesto más seguro que recuerdo haber visto, murmuró:

-devuélveme mi portafolio.

UN GRITO DESESPERADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora