Harry Styles #imagines.

#Imagina: Pequeños vuelcos.

Llevabas dos horas intentando dormir, en coger postura, algo para poder conciliar el sueño de una maldita vez, pero no podías. Te dolía el estomago, y la cabeza de tanto vomitar, y ahora ni siquiera podías dormir tranquila, ya que las nauseas estaban presente en todo momento. Cualquier pequeño olor, por pequeño que fuese, hacía que tu estómago diese vuelcos, pero no eran nada agradables, comparados con los vuelcos de felicidad.

Por ejemplo, el primer día que viste a Harry. Nunca pensaste que aquel día, mientras trabajabas en el bar, él entraría con su espectacular aspecto y su risueña sonrisa. Hizo que tu corazón se parase y que tu estomago empezase a trabajar mas de lo necesario. Recuerdas muy buen ese día. Tiraste un café encima de un señor al dejar pasar a Harry y te despidieron. ¡Que bochorno!

Al recordarlo, sonríes y miras a tu izquierda, donde ese espectacular hombre dormía. Lo miraste y acariciaste la rizitos que estaban esparcidos por la almohada. Deseabas que el bebé que en tu bajo vientre yacía heredase esos espectaculares ojos que Harry poseía y los rizitos, oh, y como no, esos dulces hoyuelos que hacían que, incluso cuando estabas realmente furiosa, te calmasen, y te derritiesen por dentro.

Cuando miraste de nuevo al techo, una arcada asomó y rápidamente te levantaste poniendo una mano en la boca y saliste corriendo al baño. Vomitaste incluso sin comer. Cada día te asombraba más lo delgada que te estabas poniendo, a causa de tu mala alimentación y tus constantes vómitos. Lo lógico en un embarazo es comer como una loca, y no lo que a ti te estaba pasando. Al terminar, te sentaste en el suelo, y apoyaste tu cabeza en tus manos, que a la vez apoyabas en tus piernas. Entonces la puerta se abrió.

"Nena, ¿Otra vez?" Preguntó Harry, mientras se urgaba los ojos de lo cansado que estaba.

Tu solo asentiste.

"Odio esto. Los malditos vómitos. ¿Por qué estas dejando que esto pase?" Preguntaste llorando. Pobrecito, él no tenía culpa de nada.

"Lo siento mucho, mi amor. Si pudiese hacer que esto no te pasase, creeme que movería cielo y tierra." Dijo sentándose a tu lado y acercándote a él.

Tu te acurucaste y lloraste hasta que el estómago se te asintió.

"Lo siento." Dijiste.

"¿Por qué mi vida?" Preguntó mirándote.

"Por tratarte tan mal. El embarazo me está destrozando y mis hormonas..." Contestaste con lágrimas en los ojos de nuevo.

"Hey, hey. Mírame." Te dijo para que lo mirases. "Estás perdonada, ¿Vale? Sé que no querías decirlo."

Lo fuiste a besar, pero te diste cuenta de que acababas de vomitar y pusiste tu mano en su boca.

"Voy a labarme los dientes." Dijiste. El rió y te ayudó a levantarte.

"¿Sabes? Creo que ya asoma barriguita. Creo que el nene o la nena ahí dentro no tardará en crecer." Dijo acariciando tu barriga.

"Gracias por aclarar que estoy gorda, cariño." Le dijiste labandote los dientes. El rió de nuevo.

"No digas tonterías..." Dijo colocándose detrás tuyo. "Estás estupenda. Te quiero. Desearía que estuvieses muchas veces como lo estás ahora. Embarazadita." Dijo acariciando tu nuca y cuello con su nariz, aspirando tu aroma, y tu te atragantaste.

"¿Te has vuelto loco?" Le aseguraste.

"¿Qué pasa? ¿No quieres miniyos o minitus correteando por la casa? O ¿Pidiendo ayuda porque no llegan al lavabo? O ¿Que necesitan que les ayudes con deberes de matemáticas?" Dijo volteandote una vez te habías lavado los dientes.

"Nunca hemos hablado de cuantos queremos tener..." le aseguraste mirándolo a los ojos.

"Yo querré tener tantos como tu quieras." Afirmó haciéndote sentir ese vuelco en el estómago, igualito que el que sentiste el primer día, el segundo, el tercero y sucesivamente hasta el momento. Esto era no que te enamoraba cada día más y más de tu marido.

"¿Vamos a dormir? Estoy agotada." Le dijiste, y el, cogiendote al estilo nupcial, te llevó hasta la cama, te colocó en ella y luego se metió el, abrazandote.

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Siento haber tardado tanto en subir. Dios, he estado tan liada, que no he tenido tiempo. Espero que te haya gustado, y espero que me perdones por la tardanza, Maria. ❤