"Aprendemos a amar no cuando encontramos a la persona perfecta, sino cuando llegamos a ver de manera perfecta a una persona imperfecta."
-Sam Keen
Capítulo 7
Tomo aire un par de veces para poder entrar en el vestido, el corsé me está apretando demasiado, y mis senos amenazan con explotar del atuendo. Muy virginal y delicado, lo sé.
Es muy incómodo, pero hoy en día, esta es la consigna de belleza que la sociedad tiene para nosotras. Si fuera un simple hombre me pondría lo que me puse hace una semana, que básicamente es pantalones, camisa y leva, un pañuelo aquí o allá, y lavarme la cara, asegurarme que no haya lagañas y un poco de colonia. ¿Y saben qué? ¡Estaría listo! Pero no soy hombre. En lo absoluto, no solo por la forma de vestir, sino que, si lo fuera, heredaría un poco de terreno aquí en Harrods, construiría una pequeña cabaña y sería feliz, muy feliz. Me enamoraría, y me casaría, pero por amor. Y trabajaría en el ejército, tal vez. Pero lo haría porque quiero, no porque tengo algo que probar.
—Señorita, recójase el cabello, por favor —lo hago, y dejo que pase el hilo por los costados del vestido, es hermoso y femenino.
Pero esta ocasión no es digna de usarlo, es falso y triste.
Una semana.
Una semana y la fiesta de compromiso está hecha, una semana dónde mi prometido ha desaparecido, y ahora tendré que verlo.
¿Cuán desesperado tenía que estar un hombre para comprometerse con una campesina que no es parte de la sociedad londinense?
Y es marqués. ¡Un marqués!
Debe tener muchas deudas y muy poca beldad como para que ninguna debutante lo aceptase, entonces, ¿Por qué papá aceptó?
¿Qué ganaba él?
Una vez lista, mi cabello es el próximo reto de las cinco señoritas que me invaden, una me tironea y alisa, otra le da volumen, y pierdo la cuenta de los rulos que la otra me hace.
A veces siento que soy tan fea que necesito de varias horas, para lucir presentable, pese a ello, estoy segura que no lo soy.
Finalmente, cuando mis zapatos están debajo de mis pies, y el vestido está correctamente ajustado, y yo, lo suficientemente preparada, me miro en el espejo.
¡Pero no puedo ver nada!
Es la misma imagen de una chica corriente. No hay nada mío allí.
—¡Cierre los ojos y tome aire, señorita! —grita Marisela, mientras le da orden a las demás de bañarme en perfume y loción.
Cierro con fuerza los párpados, y me tapo la nariz con las manos, mientras una lluvia de tremendos olores me baña entera. No podré decir lo irritante que es, porque no encuentro palabras.
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Por Un Arrebato © |COMPLETA|
Historical FictionSolo quiero la verdadera historia. En un mundo donde callarse es la manera más fácil de sobrevivir, una jovencita aprende que tal vez no está hecha para vivir de forma fácil. Leah es como el viento, inconstante, vital; y sus sueños se convierten en...