Capítulo Uno

1.7K 57 0
                                    

Capítulo 1

Charlotte Sparks

Ahí estaba yo de nuevo, tirada en el piso del baño de mi habitación llorando. Un chico me había dejado. Pero este no era cualquier chico, era alguien especial, alguien que yo realmente amaba. Habíamos pasado un año de relación juntos y no me agradaba la idea de que termináramos, menos de la manera en que lo habíamos hecho. De un día para el otro él ya no me quería.

Toda la escuela se acostumbraba a vernos juntos, caminando por los pasillos, en las prácticas de fútbol, con nuestros amigos, etcétera. Cuando se enteraran no iban a parar de abrir sus malditas bocas para tratar de descifrar qué había pasado con nuestra relación.

Tocaron la puerta, pero yo no podía abrir en estas condiciones; todo el maquillaje negro desparramado por la cara, mi cabello castaño enmarañado y mis ojos verdes rodeados de líneas rojas de tanto llorar. Así que decidí abrir la ducha y entrar a bañarme para que papá entienda que no puedo hablar con él en este momento. Igualmente ya sabía lo que iba a preguntarme, todos los días salimos a cenar solos o con su nueva novia. Siempre ha sido así desde que se separó de mamá.
Hoy no estaba con ánimos de salir, mucho menos de ver a Beth, su estúpida novia con senos de mentira y cabello rubio teñido.

Terminé de ducharme y me puse mi pijama para ir a avisarle a mi padre que prefería no cenar hoy.

Toqué la puerta de su habitación y entré. Él estaba perfumándose frente al espejo. Ha decir verdad, los cincuenta años de papá no se notaban en lo absoluto. Él todavía conservaba bastante cabello, con algunas canas, y las facciones de su rostro por ahora no parecían las de un anciano, sino que se veía como un cuarentón. Sus ojos verdes era dónde tantas mujeres se perdían. Mi padre era todo un galán.

—Papá, hoy no voy a ir, mándale un saludo a Beth.

—¿Por qué no vienes, Char? Nos divertiremos.— trató de convencerme con una sonrisa compradora.

—Estoy muy cansada, pa, la próxima iré, diviértanse.— le di un beso en la mejilla y volví a entrar a mi habitación.

Prendí la televisión buscando una película, pero ninguna me parecía realmente interesante.

Mi celular vibró.

Foster: Acabo de ver que tu padre se fue, ¿Puedo ir? Miremos unas pelis.

Yo: Claro, entra por el jardín y límpiate las zapatillas idiota.

Para mi suerte, mi mejor amigo vivía enfrente de mi casa y por eso pasábamos todo el día juntos cuando no teníamos ninguna actividad o cuando yo no estaba en casa de mi madre. Agradezco conocerlo desde que tenemos diez años, es una de las personas que más me conoce y no tengo que ocultarle o explicándole cosas porque él ya me entiende como yo lo entiendo a él.

A los cinco minutos escuché la puerta corrediza del living abrirse y supe que él ya estaba abajo así que me digne a levantarme de mi cama y bajar a recibirlo.

—Hola amiguita.— abrió la heladera sin siquiera darme un beso en la mejilla. Esa era la confianza de mejores amigos: tu casa es mi casa.

Foster era altísimo y atlético, tenía las facciones de la cara muy marcadas, ojos marrones y una nariz bastante grande y punteaguda. Su cabello castaño estaba desordenado y algunos rulos habían aparecido de no cortárselo hace varios meses.

—Ya deja de revolver toda mi heladera, Fost.

Él agarró unas cervezas y unas papás fritas. Seguido de esto nos tiramos los dos en el sillón a buscar una película en Netflix, las del cable ya son aburridas

Amor y Otras Drogas [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora