Capítulo Cuatro

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Capítulo 4

Charlotte Sparks

—¡DEJA DE DORMIR, MALDICIÓN!— me desperté por los gritos de Jack.

—Cinco minutos más.— le pedí y me di vuelta.

—Hace dos horas estoy despierto, Charlotte.— me revoleó un almohadón.— Ya desayuné, fui al baño, me bañé y fui a pedirle ropa a Foster.

Wow. Cómo había hecho todo eso y yo ni me había enterado.

—Lo lamento, puede pasarme un camión por al lado y yo voy a seguir durmiendo.— me restregué los ojos para ver mejor.

Me levanté de la cama y miré todo el desorden que había dejado Jack. Las marcas de sus pies con agua estaban en todo el piso, las toallas estaban tiradas y había papeles de comida por todos lados.

Miré a Jack enfadada.

—Lo lamento, limpiaré todo en este preciso momento.— se puso a secar el piso.— Oh, Los chicos dijeron que vienen a almorzar y tu padre me dijo que iba a almorzar al club de campo con Bethany la cual está muy bonita, por cierto.

—Asombroso.— dije sarcásticamente.

Tengo una resaca de los dioses y encima mis amigos iban a venir a almorzar a casa, eso significaba que iban a quedarse todo el fin de semana aquí.

—Por lo menos me veras todos los días.— dijo abrazándome.

—Wow, que divertido.

Ordenamos toda mi habitación y nos volvimos a tirar en la cama esperando a que lleguen nuestros amigos.

—Eres un oso durmiendo, Charlie. Te me tiraste encima toda la noche ¿Qué comodidad le ves en pasarle la pierna a alguien por encima?

Mierda. Mi cuerpo no está acostumbrado a dormir con otra persona.

—Ups, lo lamento.— dije nerviosa y me levanté de la cama gracias a que mi teléfono estaba sonando.

Papá.

—Hola.— atendí el teléfono.

—Hola Char, escucha ¿te molesta si hoy no voy a casa? Es que Bethany me invitó a pasear en su yate y vamos a quedarnos a dormir allí. Supongo que vuelvo mañana a las cinco de la tarde.

—Está bien, que lástima, vienen todos los chicos, te la pierdes viejo.— dije riéndome.

—No destruyan la casa.

—Claro que no, nos vemos mañana. Yo también te quiero. Adiós.

Corté la llamada con papá y sonó el timbre. Mierda, no me dejan descansar ni un segundo.

—Ve a abrir mientras yo me cambio, idiota.— le dije a Jack y empecé a revolver mi placard.

Una musculosa blanca con un jean roto y unas vans clásicas eran el outfit perfecto para hoy.

Bajé las escaleras y estaban mis amigos entrando a mi casa con millones de bolsas en las manos y cervezas.

—¿Te sientes mejor?— me preguntó Maddie.— Voy a matarte casi haces que la fiesta se vuelva una pelea.

—Perdón amiga, es que debía vencerlo a Jack en los shots y bueno, todo se mezcló.

Saludé uno por uno y ellos se acomodaron en la parrilla de mi patio trasero para cocinar unas hamburguesas.

El almuerzo había salido de maravilla y, para mi suerte, los chicos lavaron y ordenaron todo lo que habían usado, hasta parecía que no habían estado aquí.

Amor y Otras Drogas [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora