...PRÓLOGO...

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--Mi pequeña Kagura un día toda nuestra familia irá a la Tierra y estaremos juntos, así que por ahora no cambies, espéralos ¿si?--

--Esta bien mami, pero ahora debes descansar, debes recuperarte--

Una pequeña niña de profundos ojos azules se encontraba infiltrada en una nave de amantos con destino a la Tierra recordando sus últimas semanas con su madre quien le dijo que aquel planeta azul era completamente hermoso y ahora con una infinita emoción creciente en su corazón quería verlo con sus propios ojos, cuando la nave tocó tierra firme, ella escapó creando un agujero con una fuerza anormal para su edad, herencia de su sangre yato, llevando como pertenencias la ropa que llevaba puesta, un parasol lila, una capucha para protegerse del frío y algo de comida, miro todo a su alrededor encontrándose en un lugar completamente vacío, escucho como los soldados que habían venido en aquella nave discutían sobre el agujero que había creado recientemente, la pelinaranja con el miedo creciendo dentro de ella corrió hacia al frente sin mirar atrás, por cada paso que daba se sentía mas arrepentida de haberse atrevido a viajar sola, siguió avanzando hasta llegar a un campo cubierto de gente muerta, sus rostros aterrorizados hacían que grandes lagrimas se escaparan de sus ojos los cuales inmediatamente cerró y tomando valor corrió por encima de esos cadáveres, no quería que nadie la viera ya que ello significaría quizás el mismo destino de todos aquellos humanos, la pequeña niña no supo cuando entro a un bosque ni cuando había comenzado a llover ni a anochecer, abrió su paraguas para protegerse de la lluvia mientras buscaba refugio, pero no encontró nada a su alrededor, siguió caminando sin parar y ya cuando sus esperanzas se estaban perdiendo diviso a lo lejos un pequeño santuario al que llego utilizando sus últimas reservas de energías, al menos estaba agradecida de haber traído consigo dos piezas de pan, necesitaba comer y luego dormir. Necesitaba buscar el lugar que su madre siempre le contaba con profunda alegría.

Entro a pasos lentos al pequeño santuario encontrándo que no estaba vacío. Había un hombre durmiendo sentado, si vestimenta era de un blanco impecable que había sido ensuciado con sangre que ya se encontraba completamente seca, su cabello era platinado y sus rasgos faciales muy serenos, ella se acercó para despertarlo, pensaba que el era el dueño de aquel lugar y su madre siempre le había dicho que debía respetar casas y objetos ajenos, tocó con suavidad el hombro de aquel chico que despertó de golpe y, pensando que sus enemigos lo habían encontrado tomó la empuñadura de su espada para desenvainarla y apuntarla a quien había invadido el lugar, pero solo era una pequeña niña la cual llamó inmediatamente su atención por la forma de vestir y su nívea piel, una cría de amanto, pensó mientras titubeaba aún amenzándo la vida de ella con su espada esperando que se vaya por su acción, mientras el pensamiento de quizás matarla para que no sea un problema en el futuro se comenzó a formar en su cabeza, al final su corazón opto por lo primero y envaino su espada a la espera de que esa niña se marchará de ese lugar, pero la pelinaranja no se movió ni una sola pulgada de su lugar de hecho dio unos pasos más acercándose a él.

--D-disculpa ¿podrías dejar que pase la noche aquí?~aru-- la niña preguntó con tímidez sorprendiendo al peliplata quien no vió una pizca de miedo en aquellos ojos azules por su acción reciente. Aquella niña no era consciente del peligro al que estuvo expuesta.

--Yo no vivo aquí-- respondió fríamente intentando aún asustarla pero sin éxito alguno, podía ver la decisión reflejada en aquella inocente mirada.

--Entonces quien es el dueño de esta casa~aru--

--Esto no es una casa, es un templo, las personas vienen a rezar aquí y a realizar ofrendas a un Dios--

--Entonces ¿tu eres Dios?~aru-- el peliplata olvidándo la tarea de asustarla para que se fuera, se rió unos segundos ante la ocurrencia de la niña.

--Soy un demonio, un demonio que le ha quitado la vida a muchos amantos y humanos, no te recomendaría estar cerca de mi--

--Pero ¿que es un demonio?~aru--

--¿Como te llamas?-- el peliplata preguntó queriendo cambiar de tema haciendo sonreír a la niña.

--Kagura y usted señor demonio--

--Gintoki--

--Gi-Gint--

--Gintoki--

--Gin~chan-- llamo la niña al no saber pronunciar por completo el nombre del peliplata quien solo suspiro cansado intentando nuevamente dormir pero fue despertado nuevamente por la niña que le ofreció una pieza de pan que él aceptó sin rechistar, comiéndolo lentamente a diferencia de la pequeña que se comió su parte de un solo bocado. Si ella tenía tanta hambre ¿Por qué compartió su única comida con él?. Al terminar el último bocado una sonrisa se dibujó en Gintoki ante la ocurrencia y gentileza de la niña frente a él.

Yo te cuidareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora