Estaba empapada de pies a cabeza debido a la lluvia que caía a cántaros, Hace unas horas había sido expulsada de la casa de la abuela por parte de aquel hombre que la amenazó con asesinarla si se atrevía a volver. Lo único que tenía en su poder era su querido parasol, Kagura no quería abrirlo y refugiarse de la lluvia pues las gotas hacían de su dolor menos desgarrador y la hacían olvidar que no tenía a nadie junto a ella.
Pasó un día entero llorando, desconectandose del resto del mundo, pero el hambre ganó la batalla y la hizo volver a la realidad para buscar como calmar su dolor de estómago, tocó en cada puerta pidiendo algo de comida pero todos simplemente la ignoraban y le cerraban la puerta en las narices. Su estómago gruñia exigiendo alimento que no podía conseguir. Camino hasta que la mañana se hizo tarde y se sentó en un callejón debido a la perdida de energía, tal vez si se dormía el dolor se calmaria, pero su tarea fue imposible cuando la sombra de un hombre llamó su atención, tenía un cabello raro, hasta podría decir que era una peluca de muy mal gusto.
--¿Qué tenemos por aquí, una niña amanto, una yato para ser más específicos?-- Kagura solo lo miró por unos segundos antes de intentar dormir, pero al sentir a alguien sentándose a su lado y el olor a comida llenarle sus fosas nasales cualquier indicio de sueño desapareció.
Aquel hombre le ofrecía dos bolas de arroz que Kagura sin pensarlo comió a toda prisa.
--¿Cómo te llamas?--
--Kagura~aru--
--Kagura ¿eh?, mi nombre es Juchi y soy el lider de una temible bandas de Yakuzas pero me falta personal que quiera ayudarme--
--¿Y qué tengo que ver yo con eso?~aru-- Kagura preguntó mirando con sospecha al hombre sentado a su lado.
--Puedo ver que no tienes un lugar para quedarte ni recursos para conseguir comida, por eso quiero ofrecerte un trato--
--¿un trato?--
--Correcto, quiero que trabajes para mí, la situación en la capital se ha complicado y hay varias guerras entre bandas, si tú me ayudas con ciertos trabajos yo te proporcionare techo y comida permanente, ¿Qué te parece--
Kagura dudó por un momento aquel hombre no le transmitía confianza pero si se quedaba allí quien sabe si podría sobrevivir, las personas eran malas, la única persona que la había tratado con cariño era la abuela, sin ella a su lado ya no tenía a nadie, no le quedaba más remedio que sobrevivir por cuenta propia. Kagura miró al hombre con desición aceptando la oferta. De cualquier forma si algo salía mal podría usar su fuerza y huír.
