Capítulo 21: Yo quisiera

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El irritante sonido del despertador de Adrien lo sacó de sus sueños, y con pesadez estiró su brazo para poder detener el sonido molesto que producía su teléfono pero resultó en un intento fallido. Molesto, se levantó para tomar el aparato y detuvo el sonido. Se sentó en la cama mientras tallaba sus ojos y soltaba un suspiro, había pasado toda la noche, acostándose a dormir a las cuatro de la madrugada, practicando la canción pero al final logró poder ejecutar la guitarra a la perfección.

Escuchó unos pasos de tacón aproximarse a la puerta los cuales se detuvieron en seco y después golpes a la puerta retumbaron en el lugar.

Adrien se levantó de su cama y casi cayó al suelo debido a que se resbaló con las medias que traía puestas, tanta fue su concentración con "Yo quisiera" que hasta se le había olvidado sacarse las medias que usaba con su calzado.

Abrió la puerta y vio a Nathalie con su clásica expresión seria.

—Buenos días Adrien; tu padre me pidió que te informara que tendrás una sesión de fotos en una hora para promocionar la nueva línea de ropa de él.

—De acuerdo, gracias Nathalie—. Dijo el ojiverde antes de ver como la mujer asentía en silencio y se deba media vuelta para retirarse.

Soltó otro bostezo mientras cerraba la puerta y caminó hasta su baño y al entrar allí se miró al espejo. Sus ojeras eran muy visibles y en su rostro se podía ver que pedía a gritos seguir durmiendo hasta la siguiente semana.

—Te exigiste mucho anoche—. Escuchó una voz a su lado que lo asustó: Era Plagg.

El ojiverde suspiró por tercera vez.

—Tenía que hacerlo.

—Pero no exigiéndote más de lo que puedes; ahora en la sesión de fotos parecerás un zombie.

—Lo sé pero... por Marinette hago lo que sea.

...

Una hora más tarde, Adrien estaba en la Plaza de los Vosgos para la sesión de fotos. Como parte de la nueva línea de ropa que pronto lanzaría su padre, llevaba puesta una camisa con manga hasta casi el codo color vino, un chaleco negro, pantalones café y zapatos de vestir negros. Su cabello peinado hacia atrás y sostenido por la laca y los maquillistas hicieron todo lo posible para ocultar las ojeras que él tenía.

Desde que la sesión inició varias fotos quedaban mal pese a los intentos de Adrien de no hacer notar su desvelada era prácticamente imposible y las quejas por parte de su fotógrafo sólo hacían peor la situación y el humor del rubio. Cuando le dieron un descanso de diez minutos Adrien los aprovechó para ir a la panadería de los Dupain-Cheng para comprar unas galletas para al menos subirse un poco el ánimo.

Mientras cruzaba la calle pudo ver a Marinette regando las rosas de su balcón. Era la primera vez que la veía desde lo que pasó y le alegró un poco que la ojiazul se encontrara mejor, o al menos que ya no se encuentra tan triste como él pensaba. Entró a la panadería alertando a la madre de la ojiazul que se encontraba tras el mostrador.

—Buenos días, señora Dupain-Cheng—. Saludó el rubio algo adormilado.

—Buenos días, Adrien—. Devolvió el saludo la mujer con una sonrisa pero al ver el estado del chico se preocupó por éste. —Oye ¿No dormiste bien anoche?

—Casi nada; bueno, venía a comprar unas galletas.

—Ya te las traigo.

Sabine fue hasta uno de los mostradores donde estaban las galletas recién horneadas en unas cestas y la mujer azabache empezó a dejar algunas dentro de una bolsa amarilla blancuzca con el logo de la panadería en ella.

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