prólogo.

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Las burlas se hicieron presentes en aquel pasillo donde yacía la mayoría de la escuela mirando como una pobre niña era humillada. La secundaria era difícil y más para la pobre JiSoo, una chiquilla de 16 años quién era insegura de si misma y sobretodo muy sensible ante todo. Era víctima de bullying, pero se mantenía callada, las amenazas eran el motivo por el cual callaba, vivía una doble vida, frente a sus padres todo iba de maravilla, todos en su escuela eran súper agradables, frente a la escuela, todo era un maldito infierno, acosos, golpes y burlas.

Estaba tirada en el suelo temblando, todos los apuntes de su clase estaban regados y siendo pisoteados hasta el punto de arrugarlos, todos se reían de ella por lo débil que era, y había alguien que aprovechaba era debilidad, Jennie, quien que se encontraba pisoteando todas sus cosas mientras reía junto con toda la multitud, las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas cayendo al suelo, con sus temblorosas manos recogió los apuntes que podía salvar de las garras de Kim, pudo sentir como pisotearon su mano al instante.

Un gemido de dolor se escuchó salir de los labios de la chiquilla de cabello rosado, más lágrimas salieron de sus luceros mientras los demás presentes sólo miraban como era lastimada a propósito.

—¡Bebé llorona! —se burló Jennie, poniendo más presión en su pisada, viendo como la niña sollozaba—. ¡Sólo eres una bebé llorona!

Sí, eso era. Lo aceptaba. Aceptaba ser una bebé llorona y que cualquier cosa, por más mínima que fuera la hacía llorar. Jennie dejó de pisar su mano, se sintió aliviada, el dolor permanecía pero al menos ya no estaba atrapada. Seguía llorando, levantó su mirada deseando que quien causaba su infierno se hubiese ido, pero ahí seguía, ella dibujó una sonrisa tan perversa y simplemente se agachó hasta quedar en cuclillas frente a frente y le escupió en el rostro. Jennie se levantó y se marchó con su pequeño grupo y todos los demás alumnos se disolvieron cuando escucharon sonar el timbre de entrada, JiSoo sólo se quedó ahí, llorando en silencio. Odiaba tanto ser la víctima de todo el acoso sólo por tener un corazón tan grande y bondadosamente débil, ella desde un principio sólo quiso hacer amigos y terminó cayendo en el infierno de un saco de boxeo.

𝐂𝐑𝐘 𝐁𝐀𝐁𝐘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora