Noche de bodas.

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—De acuerdo mi amor, no tenemos que hacer nada... - Camila estaba nerviosa viendo desde el umbral de la puerta del baño a su ahora esposa sobre las suaves sábanas completamente desnuda.

—Quiero que me hagas tuya Camz - Su voz estaba más ronca de lo normal, llena de deseo por su esposa.

No necesitaba insistencia, realmente Camila había estado contando los días para estar nuevamente con la mujer que amaba, pero temía que sus ganas se apoderaran de ella y terminara lastimando a su esposa.

—Sólo... no quiero lastimarte - Camila quitó la toalla de su cuerpo mientras se montaba sobre el cuerpo de Lauren.

La ojiverde tomó el control tumbando a Camila sobre la cama para luego tomarla en un beso hambriento, la morena gimió en su boca cuando su cálida mano le acarició el pene, las uñas largas de su mujer le hacían erizar la piel de pies a cabeza, no podía esperar para sentirla arañando su espalda mientras la hacía suya de tantas maneras posibles. La morena aferraba sus manos a las sábanas tratando de no pensar en lo bien que se sentía las manos de la ojiverde en su entrepierna, las manos de la ojiverde estaban haciendo maravillas con su miembro y testículos. Recordó las incontables veces que se masturbó pensando en su esposa, imaginando que eran sus manos o mejor aún su boca la que acariciaba cada centímetro de su longitud.

—Laur... amor...

Camila se había corrido con simplemente las suaves manos de Lauren. Debería sentirse avergonzada pero estaban en un nivel de intimidad tan alto que aquello no importaba, Lauren sonrió sintiéndose con todo el poder del mundo, amaba ser la única en lograr provocar todas estas cosas en Camila. Bajó hasta llegar al vientre de la morena donde lamió limpiando el desastre que ella misma había provocado, erizó la piel de Camila cuando lamió desde la base del pene semi-duro hasta su pequeño ombligo, bajó nuevamente para dedicarse a mimar la polla de Camila, era un mito aquello de tardarse en erguirse nuevamente después de un orgasmo, el pene de Camila estaba completamente parado. Camila estaba ansiosa por hundirse en su amor.

Lauren se echó sobre su espalda abriéndose de piernas no sin antes sacar una caja de preservativos debajo de la almohada, riéndose internamente al recordar cómo su madre después de abrazarla y llorar deseando su felicidad metió a su escote la caja.

"Amo a mis preciosas nietas pero creo que dos son suficientes por el momento"

Lauren creía lo mismo, amaba con locura a sus hijas pero tendrían que pasar un par de años para sentirse preparada nuevamente para un embarazo.

—No quiero utilizarlos - Camila estaba con el ceño fruncido mientras trataba de hundirse en Lauren sin protección.

—Te amo pero tenemos que cuidarnos - Mordió el labio inferior de la morena —Por si no lo recordabas traje al mundo a dos bebés.

Camila suspiró mientras se colocaba de rodillas para abrir con rapidez la caja de preservativos y rasgar cuidadosamente una envoltura con los dientes, abrió los ojos enormemente cuando notó que los condones eran de sabores, su pene se movió cuando por su mente pasó que tal vez Lauren debería lubricarlo con su boca antes de penetrarla. Se movió sigilosamente sobre el torso de Lauren pasando su longitud por los pezones duros de la ojiverde hasta llegar a la altura de su cara donde poco gentilmente presionó la cabeza de su pene en la boca de su esposa para que la abriera, gustosa la ojiverde chupo su falo enfundado disfrutando el sabor a fresa del preservativo, chupo la punta cómo una paleta y se alejó un poco con una sonrisa llena de poder de esas que caracterizaban a Lauren Jauregui. Camila tiró del cabello azabache de Lauren para tomarla en un beso agresivo, su cuerpo vibraba y ardía en deseo por su esposa.

Colocó uno de sus brazos bajo el cuerpo de la ojiverde para sostener su peso mientras la continuaba besando con pasión, se enterró en ella de una sola estocada haciendo gemir alto a su esposa contra sus labios, Camila juró que vio estrellas. La estrecha vagina de su esposa la hacía delirar, sin despegarse mucho de sus labios la morena comenzó a penetrarla suavemente queriendo rectificar lo que en sus memorias guardaba, el coño de Lauren era su hogar. Sus jadeos chocaban con los de Lauren quien tenía una mano en uno de los pechos de Camila pellizcando un poco su pezón aquello estaba haciendo que un poco de semen se filtrara al condón, su otra mano estaba perdida en su espalda baja arañando la piel morena cada que la polla de Camila encontraba el punto exacto dentro de ella.

Estrelladas - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora