Capítulo IX: Castigos merecidos

410 32 0
                                    

Hagrid se paró frente a la estatua de una gárgola y dijo con voz potente "ranas de chocolate". Su voz retumbó por todo el pasillo mientras que la estatua se movía para dejar ver una escalera de caracol que ascendía. Hagrid hizo que los tres chicos pasaran por la escalera y el se subió tras ellos. La escalera llevaba hacia una puerta de madera que Hagrid golpeó y una voz adentro les dijo "pasen".

El despacho de Dumbledore era redondo y bastante interesante. Si no hubiesen estado tan asustados, les hubiese parecido una maravilla.

Dumbledore bajó por una escalera y se sentó en una silla alta tras su escritorio. Estaba con un camisón largo de color verde con estrellitas salpicándolo entero. Fred no pudo evitar sonreír.

- Qué ha pasado Hagrid para que me despiertes a estas horas- dijo el director con voz soñolienta.

- Disculpe señor, pero he encontrado a estos tres chicos merodeando por el bosque prohibido- contestó Hagrid. Dumbledore miró a Fred, luego a George y finalmente a Lee. Su mirada no expresaba enojo en lo absoluto.

- Bien Hagrid, puedes regresar a tu casa. Yo me encargaré de estos estudiantes.

Hagrid hizo un movimiento con la cabeza y salió del despacho.

- Señores Weasley y señor Jordan, ¿qué hacían a estas horas en el bosque sabiendo que está prohibido para los estudiantes?

Ninguno de los tres contestó. Fred sentía tanta culpa que no se atrevía a mirar al director a la cara. George sentía un peso desagradable en el estómago y a Lee no le salían las palabras.

- Contesten, por favor- insistió Dumbledore con su habitual tono tranquilo.

Fred tomó aire.

- Nosotros... solo... queríamos explorar.

- ¿A estas horas?, ¿por qué?

George balbuceó una respuesta

- Lo siento, señor Weasley, pero no le he entendido- dijo el director amablemente.

- Porque nadie nos iba a ver- repitió George en voz baja.

- Bueno, han de saber que han roto un par de normas del colegio. Estar en pie a estas horas y entrar en el bosque prohibido...- dijo Dumbledore como explicando una clase de transformaciones elemental.

Un suave quejido se escuchó a un lado. Los tres chicos voltearon y vieron a una maravillosa ave dorada y roja que estaba posada sobre un perchero. El pájaro volvió su hermosa cabeza hacia ellos y los miró con unos ojos tan penetrantes como los del director.

- ...y creo que ustedes deben ser castigados- continuó Dumbledore.

- Entonces...iremos por nuestros baúles- dijo Lee con voz quebrada. Fred y George se miraron. Todo esto era culpa de ellos.

- Señor, por favor, no expulse a Lee, el ni siquiera quería venir- dijo Fred con voz suplicante.

- Nosotros lo obligamos- corroboró George- el no quería, de verdad.

Dumbledore los miró detenidamente y la sombra de una sonrisa cruzó su rostro.

- Ah, la valentía, una cualidad de la que muchos presumen, pero que realmente muy pocos tienen. No, señores Weasley, me alegro decirles que no serán expulsados.

Los amigos se miraron unos a otros muy contentos. Castigados y todo, por lo menos iban a continuar en el colegio.

- Tendré que informarle a la jefa de su casa, la profesora McGonagall, su delito y ella verá el castigo conveniente para ustedes. Ya es muy tarde, así que a la cama los tres, para que mañana estén preparados y llenos de energía. Diríjanse directamente a sus habitaciones, y créanme, sabré si lo hicieron.

El año en que Hogwarts conoció las travesuras (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora