VEINTE

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Por desgracia, su sonrisa se borró en el momento en el que entró en el departamento y se fijó en la persona sentada en su sofá.

Su primera intención fue devolverse desde la puerta sin decir palabra y desaparecer de allí por al menos una semana. La segunda, por supuesto, fue gritar, gritar mucho, enojarse hasta ponerse roja y explotar contra todos. La tercera fue esperar hasta la madrugada y cometer un homicidio silencioso.

Por supuesto no hizo ninguna de esas cosas. Prefirió solo cerrar la puerta de golpe, provocando que la mirada atónita de todos los presentes se posara sobre ella.

Allí, sentados en su salón y riendo con cervezas en las manos como si todo fuera muy normal, se encontraban su madre, su hermana, la rata de Patrick y ¡Oh sorpresa! Ian, el honorable señor que pretendía convertirse en su padrastro en algún momento.

Sunny no intentó disimular su gesto de asco.

—¿Qué hace él aquí? —inquirió, mirando a todos menos a la razón de su gastritis— ¿Por qué lo dejaste entrar, Patrick?

Vivi se puso de pie de inmediato, intentando no deshacer su sonrisa perfecta. Porque claro, cuando tomabas la delicada decisión de acostarte y hacer tu esposo a un hombre veinte años menor debías ser fabulosa en todo momento.

—Susu, te estábamos esperando.

—¿Qué hace Ian aquí, mamá? —insistió.

—Vino de visita, nos extrañabamos.

Las palabras de su madre, aunadas a la sonrisa de Ian le provocaron unas náuseas muy reales. ¿Alguno de los dos intentaba observarse o escucharse desde afuera para notar que tan desagradables eran? Encima el tipo era malísimo actor, solo Vivi y su cerebro lleno de Botox y una que otra droga de diseñador podía creerle que de verdad la extrañaba.

Si había viajado hasta allá para encontrarse con su madre, ella tenía que haberlo obligado o el imbécil estaba huyendo de la muerte, mínimo.

—¿Lo dejaste corto de efectivo o algo y tuvo que venir a buscar su mesada?

—Sunny, no seas grosera con Ian — Por supuesto Susan la salvadora tenía que aparecer a salvar el día con sus salvadoras palabras.

Sunny suspiró. Apenas acababa de llegar y ya estaba harta de todo.

—No seré grosera si se larga.

—¿Se te olvidó que este departamento es de mamá, no...?

—¡Ay, ya cierra la boca, Susan, por Dios! —La interrumpió perdiendo la paciencia — ¿No te cansas de escuchar tu propia voz todo el tiempo?

—Ya no peleen más —intervino Ian, por primera vez en la conversación.

A Sunny no le sorprendió que él se quedara callado durante casi toda la conversación, porque era lo que solía hacer siempre, dejar que fuera Vivi quien lo defendiera. Una frase o dos al final, que lo hicieran parecer sabio y maduro (cosas que nunca sería) y ¡Zaz! Ella quedaba como una loca egoísta y odiosa (cosas que en realidad siempre había sido).

»Sunny tiene razón, me puedo ir a un hotel —agregó, poniéndose de pie con su actitud de falso mediador.

—Claro que no, te quedarás aquí, eres parte de la familia —sentenció Vivi, antes de girarse hacia ella, cruzándose de brazos de forma que pretendía ser amenazante—. Creo que es momento de que te acostumbres, Sunny.

Sunny sintió ganas de vomitar. ¿Parte de la familia? Ni de broma, ellas tres ni siquiera terminaban de llegar a esa categoría, si Ian entraba en la ecuación no hacía más que restarles puntos.

SunnyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora